¿Cual es la verdad?

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15 de febrero.

No podía dormir.

Apenas había cerrado los ojos durante unas pocas horas pero estar rodeado del calor del pelirrojo, su brazo izquierdo sobre su cadera, su brazo derecho flexionado bajo su bello rostro pálido, su labios entre abiertos exhalando tibio aliento, saberse rodeado de las posesiones del pelirrojo y su inevitable aroma a fresas.. A Kouki le daba vueltas la cabeza.

Tenía ganas de estar solo para ponerse a chillar y brincar por la habitación mientras pensara en lo sucedido la noche anterior.

Tenía ganas de ver sus ojos abrirse para volver a ser dueño de esa mirada cariñosa.

Tenía ganas de besarlo de nuevo, porque esos labios eran adictivos y tan hábiles que lo dejaban con un sabor a perfección y celos.

Kouki tenía ganas de hacer muchas cosas, algunas contradictorias entre sí, así que hizo lo más lógico y simplemente se quedó quieto, observando en la penumbra de la madrugada previa al amanecer el bello rostro dormido del chico que le gustaba.

Eran las siete cuando comenzó a aparecer el sol en el horizonte. Las ventanas habían quedado sin las cortinas corridas así que la luz naranja proveniente del balcón le dio en el rostro, haciendo brillar como un fulgor los cabellos rojos, como si estuviera en llamas.

Kouki sufrió un estremecimiento. Tenían una manta ligera hasta el estómago pero sintió un escalofrío en la espalda.

—Tienes frío?

El castaño dio un respingo al oír la suave y grave voz aterciopelada del pelirrojo. Éste soltó un bostezo que cubrió con elegancia y se frotó un ojo para mirarlo con sus bellos iris color Gryffindor.

—Ah, um.. Te desperté? Lo siento.

—Tengo el sueño ligero. —Estiró el brazo hacia la mesa de luz y hacia un refinado reloj  de oro tallado con dos sirenas que hacían de soporte— aún es temprano.

Con naturalidad, devolvió el brazo izquierdo a la cadera de Kouki y lo atrajo más hacia él. Las mejillas le ardieron y apretó los labios para no sonreír. Alzó sus grandes ojos a los opuestos pero los halló cerrados.

—Kouki..

—Si? —dijo solícito.

—Puedo sentir tus mirada.

—Oh, lo siento.

—Duerme conmigo.

Su corazón bombeó con fuerza cuando su nuca fue acariciada por la mano del pelirrojo, quien lo atrapó contra el pecho y acarició sus cabellos en un hipnótico movimiento. Se dejó relajar, embargado por el cálido sentimiento que  le provocaba.

Cerró los ojos un segundo y al abrirlos de nuevo Akashi se estaba vistiendo..

Estaba con la piel húmeda y el cabello goteando.. Con la espalda desnuda.

Kouki abrió los ojos cuanto pudo, se los frotó y volvió a mirarlo: tenía una sonrisa socarrona.

—Buenos días.

Disfrutando profundamente de cada movimiento, se acercó a la cama y gateó hasta el castaño que se hacía mas y más pequeño con cada centímetro borrado. Su entrenado abdomen de algodón y su piel resbalosa le hicieron arder las orejas.

—B-buenos.. De días.. Se-Se..

—Sei —sonrió de lado y lo besó— no tienes derecho a estar avergonzado, no luego de dormir conmigo.

—N-no lo digas así!

Akashi se rió, quitándose de encima ese exterior intimidante y regio que siempre aparentaba. Pasó una mano por los cabellos castaños y los despeino.

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