Capitulo 11

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Cuando llegaron al edificio donde se encontraba su departamento, Donghae tomó la bolsa donde estaba su ropa y objetos y salió del auto como si lo llevara el mismo diablo. Escucho a Hyukjae llamarlo desde atrás pero éste simplemente lo ignoro, siguió avanzando hasta el elevador, presiono un botón, se abrieron las puertas y se metió dentro.

Sentía el corazón golpear con fuerza su pecho, extrañamente ya no sentía ganas de llorar sino un enojo creciendo desde el fondo de su pecho que le daba ansiedad no poder sacarlo. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, salió y camino por el pasillo. Entró al departamento que alguna vez creyó era su hogar y azoto la puerta tras el.

Lee Donghae no solía enojarse con facilidad pero ese bastardo que se hacía llamar su esposo lo llevo al límite. Abrió la habitación que en algún momento fue de ambos, se dirigió directo al armario recorriendo las puertas. Todos los abrigos de Hyukjae estaban colgados y cada una de las camisetas y pantalones pulcramente doblados. Él sabía que no era nada comparado con lo que el otro le había hecho pero era una forma pequeña de desahogarse y se lo merecía.

Descolgó abrigo por abrigo, traje por traje y con unas tijeras comenzó a romper todo. Cada uno de sus esmoquin hechos a la medida fueron recortados en miles de pequeños pedacitos y regresamos a su lugar, los zapatos de cuero italiano fueron deliberadamente rotos y reacomodados.

Fue con ella hasta la sala de estar, se acercó a la repisa donde estaba toda su colección de películas antiguas. Fue hasta la caja de herramientas que había en algún lado de la esquina y sacó un martillo, regreso a la sala de estar y abrió película por película golpeándolas limpiamente, cuarteándolos. Extrañamente se sentía un poquito mejor. Al terminas las regreso a su lugar.

Tomó su teléfono y llamó a una florería, espero pacientemente a que respondieran, una voz amable le dijo "Hola" del otro lado. Le pidió a la chica que enviara un ramo de flores, el más grande y caro que tuviera, que le colocara un listón grueso que lo atravesara y dijera "Sunhae & Hyukkie" Además de pedir que escribieran una pequeña dedicatoria, especificándole a la mujer que se la debían leer a ambos en voz alta.

—Llegan con la recepcionista, díganle que van de parte de Lee Donghae, el esposo del presidente de la empresa, que tare un obsequio para ellos dos pero deben bajar, cuando estén ahí leen la tarjeta.- Explica el rubio mientras está en el balcón tirando por la ventana las corbatas de Hyukjae, una por una viendo como el viento las mueve. Iba a tirar su joyería pero en realidad le asustó descontarse a alguien.

—De acuerdo, está seguro que el mensaje que desea dejar es ese...- La voz de la mujer suena confusa pero el lo entiende.

—Si, así nos llevamos. Es un chiste interno.- Responde Donghae mientras el aire fresco golpea su rostro, por primera vez empieza a sentirse tranquilo.

—Entiendo, realmente tengo amigos así de bromistas. No se preocupe.- Dice la joven.

Había llamado a la recepcionista de la empresa y ella le confirmó que su esposo estaba ahí, en la expresa en una junta. Al menos en "eso" no le mintió, al menos que fuera otro tipo de junta.

Al colgar el teléfono camino con lentitud hacia la cocina, tomó un cuchillo y justo donde ese par habían estado ocupados, apuñalo los pobres cojines una y otra vez, hasta que solo había relleno por doquier. Termino un poco más satisfecho y relajado que antes, fue por los vinos más caros y preciados de su esposo, los destapó y vacío en el fregadero al terminar puso las botellas vacías en su lugar.

Preparo su cena y fue a comer a la habitación de invitados, que había sido suya desde hace un tiempo, prendió la televisión y dejó su programa preferido. Que se jodiera Hyukjae y la perra de su asistente. El tomaría el vuelo a Hawái a celebrar su jodida soltería, firmaría los papeles del divorcio y se deslindaria por fin del hijo de puta que se hacía llamar su esposo.

Cuando termino de comer, tomo un baño, su abrigo y salió de el departamento, iría a la editorial a arreglar algunos detalles de esta. Le envío un mensaje a su futura ex suegra diciéndole que no estaría. Había salido del hospital hace nada pero no quería estar encerrado, paseo por las calles, el sol apenas se estaba escondiendo, se quitó los anillos, el de compromiso y bodas. Le dolía deshacerse de ellos por todo los ir significaban para el pero quedárselos solo le dolería más.

Así que se deshizo definitivamente de ellos, dándoselos como limosna a un hombre de la calle. No iba a llorar más, no después de como lo trataron y lo que le hicieron. No se lo merecía, el no les había hecho nada malo.

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Hyukjae y Sunhae bajaban hacia recepción debido a que había un paquete para ambos. Su recién inversionista los acompañaba ya que irían a una cena de negocios cuando la puerta del ascensor se abrió, había un hombre con un ramo de rosas enormes, una tira que decía "Sunhee & Hyukkie". El chico dio un paso al frente y les preguntó si eran ellos, ambos asintieron confundidos.

—Para el adúltero y la zorra, con cariño del esposo del primero. Espero que puedan ser muy felices como pareja. Nos vemos en el infierno, besos.- Lee animosamente el chico.

El final de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora