Deseo 7

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"Peligro" eso fue lo que advirtió Nene en los ojos de Amane.

Estaba siendo más audaz de lo que jamás creyó podría llegar a ser, pero no le importaba, solo quería seguir con lo que empezaron, estaba ansiosa por más.

Él se tomó un momento, tiempo en el que cerró los ojos con fuerza, luchando contra algo que la oji-rubí empezaba a entender por primera vez en su vida.

—Deberías ser más cuidadosa con lo que dices, senpai— toco sus suaves e hinchados labios con el pulgar, se veían tan tentadores incluso mientras hablaba— no todos los chicos pueden controlarse a si mismos.

"Pero no quiero que te controles" ella pensó sin atreverse a ponerlo en palabras. Debía al menos mantener algo de su dignidad para que cuando esto acabará no se sintiera como una ramera.

No lo entendía. Si él solo estaba en busca de sexo, entonces por qué se molestaba en advertirle, en controlarse a si mismo y ser más suave de lo que eran los hombres en las películas que había visto cuando estaban en este tipo de situación.

—Iremos de a poco, ¿si? Una a una, te ayudaré a cumplir todas tus peticiones y deseos de esa lista— volvió a enterrar su cabeza en la curva de su cuello.

El cabello corto de él, le daba cosquillas cuando él parecía estar tentando su piel sensible a desear con todas sus fuerzas el tacto de sus labios y su lengua.

Sintió sus manos, posarse en sus caderas, suavemente, como si estuviera tocando porcelana, y sus dedos enredarse en la camiseta que llevaba puesta, hasta que tuvo el suficiente espacio para meter sus manos debajo de esta. Ellas, calientes y grandes, tan diferentes a las suyas que eran pequeñas, de dedos delgados, y piel suave por las cremas que acostumbraba ponerse. Cada una abrazó los lados de su cintura, su espalda, y en ese preciso momento en que ella se deleitaba por la sensación, los labios ajenos se posaron en su cuello nuevamente, ligeramente más brusco que la vez anterior, y entonces una lamida, lenta y húmeda la estremeció. Trató de contener sin éxito el pequeño gemido que le provocó.

Con una sonrisa de satisfacción, Amane siguió tocando su piel suave y contorneando su pequeña cintura. Haría que hiciera más sonidos como ese.

—Voy a quitarla— le avisó el pelinegro deteniendo sus movimientos para mirarla y buscar su aprobación.

El timbre de aviso de las 5 de la tarde resonó por los altavoces.

Ninguno quería parar ahí, pero Amane sabía que si seguía los podrían descubrir, Yashiro tenía que entregar la condenada llave a la maestra desde hace al menos 45 minutos y si seguía demorando la regañarían, él no quería eso. Además, no podía simplemente hacerlo ahora, eso arruinaría sus planes.

A regañadientes, se separó de ella. Lo único que lo animó fue que le quitaría esa camiseta como fuera, pues no tenía otra a mano y no podía volver semidesnudo.

Nene lo miró, definitivamente hoy no era capaz de ocultar sus verdaderos sentimientos, pues la decepción se reflejó claramente en sus ojos bermellón, y a Amane le encantó ver que ella estaba tan ansiosa como él.

—Lo siento, tendremos que parar por hoy—la miró con ternura— pero...— sonrió con picardía—primero te quitaré eso— señaló la ropa que vestía la parte superior de la fémina.

Se sonrojó. Hace un momento estaba dispuesta a que él la desnudara ahí mismo, pero ahora que el calor había bajado, estaba avergonzada y tímida.

—¿¡Que harás que!?— exclamó abrazándose a si misma en protección.

—Lo que escuchaste— besó sus labios.

Nene le correspondió como pudo, aun no estaba acostumbrada a esto de besar, pero le gustaba bastante hacerlo. Se abrazó a él, mientras con su otra mano tocaba su espalda tan suave como la imaginó, trazó sus omóplatos con ansiedad, bajando a su cintura y su cadera. Amane, sorprendido de que ella lo tocase, se animó a hacer lo que había querido desde que la vio en ropa interior por primera vez... o incluso antes.

Hagamos cosas indecentes | Amanene/HananeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora