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Bajó emocionada de aquel auto, usaba un vestido de maternidad que hacía relucir su vientre, era color naranja con detalles negros, sobre este usaba el amado saco de su esposo, y unas botas que cubrían la mayor parte de sus piernas. Ajustó su bufanda mientras daba algunos saltitos. Puso sus guantes para prevenir el frío y algún accidente por su emoción, no quería hacer flotar nada ni a nadie. Entro a el lugar seguido de una rubia alta, parecía una madre cuidando a su pequeña, pues la emoción de ver nuevamente a su esposo no cabía en su pequeño cuerpo. Su sonrisa era indeleble aquel día, tanto que las personas las verlas les trasmitía energía.

—¡Ochako, no corras! —la detuvo—, no estoy tan joven.

—Lo siento, pero te aseguro que tu nieto te regresará diez años de vida —soltó una risa.

—Así es, nos traerá juventud a sus abuelos —cruzó sus brazos—, ¿cómo te sientes?

—Venía un poco mareada por el viaje, pero estoy mejor, Masaru me dio una bebida que me tranquilizó.

—Sí, créeme que siempre ha sido una persona muy preocupada y muy cuidadosa, así que sabe muchas cosas —miró su reloj en la muñeca—,  y Katsuki es como él.

—Nunca me ha exactamente contado su historia de amor —miraba al frente, unas grandes puertas—. Supongo que fue una historia muy linda y divertida ¿no?

Los ojos chocolate miraron de reojo a los rojizos de la mujer mayor, sonrió al recordar un poco aquel comienzo de esa "historia de amor" que su nuera llamaba. No sabía como denominarlo, pues realmente era una historia que merecía ser contada, pero no lo hacía. Él único que sabe aquella historia como ellos es su propio hijo, lo hizo cuando se encontraba triste y para animarlo un poco le contó aquello, donde se dió cuenta que no todo era color rosa, que no todo era "fácil". Ella también había sufrido un poco, pero no demasiado como su hijo.

A su mente vino aquel recuerdo cuando lo conoció en la preparatoria, era alguien bastante calmado y un tanto tímido, se sonrojaba fácil e incluso sus palabras no salían de la boca. No demostraba su quirk, nunca había entendido el porqué, pero cuando logró apreciarlo le pareció impresionante, más que otros. Eran pequeñas explosiones desprendidas de sus manos, muy pequeñas, no había potencia alguna. Fácilmente podía explotar o quemar un papel, una botella o una lata. Algo de menor tamaño, no como ahora hacía su hijo, aquellas detonaciones de una magnitud enorme, incluso realmente parecían dinamita, y no había visto un quirk igual o tan similar. La frase que marcó aquella relación fue un "te vas a casar conmigo, ya esta dicho", pensando en un hijo bastante perfecto para ella.

La ternura de Masaru era algo que dominaba a Mitsuki, incluso la transportaba a la tranquilidad y paraba de insultar al mundo. Físicamente en su juventud se parecía un poco a Katsuki, la forma de su cabello, un tanto de su joven rostro, claramente su hijo al ser combinación de ambos era un tanto diferente. Era un alumno bastante inteligente, con un talento para el dibujo que era impresionante, de ahí su pasión para diseñar ropa. Pero la tranquilidad e ingenuidad del castaño era impresionante, él caía fácilmente en algunas mentiras, entre ellas el de algunas chicas. Era atractivo en su juventud, era el hombre calmado y perfecto para formar una relación. No era alguien "digno" para una mujer altanera.

—Sí, fue un tanto linda —miró al suelo—, aprendimos muchas cosas ambos. Su amabilidad e ingenuidad a veces eran un fastidio en el culo.

—¿Por?...

—Trataban de alejarlo de mí tanto de amor como de espacio, cedía muy fácil a algunas tareas o problemas —sonrió—, creo que mis golpes lo hicieron entender a decir "no". Aunque cuando nació Katsuki todo su mundo era él, era un padre demasiado consentidor, por eso él le tiene mucha más confianza a Masaru.

—Bueno, creo que es un tanto más común que dependiendo el sexo de sus hijos se acerquen más a sus padres —miró cómo salían muchas personas—, por ejemplo yo presiento que mi hijo querrá estar cerca de Katsuki a pesar de que no es demasiado tierno. Por que será varón y querrá jugar con él, querrá que lo elogie, lo admirará.

—Depende mucho, eso es lo que creo —sonrió—, Masaru le trasmite tranquilidad a Katsuki, igual que tú. Es por eso que siempre estaba junto a él, cuando se enojaba y quería explotar todo, solo bastaba abrazarlo o escuchar su voz.

—Sí, eso también puede ser, siempre habrá un favorito aunque amemos a ambos. Por ejemplo mi padre para mí es alguien que me trasmite confianza para hablar de todo, con mi madre recorto detalles —sus ojos brillaron al ver la puerta de salida—, incluso a mi padre le conté cuando tuve mi primera vez...

—Él se lo contó a Masaru, yo escuché de casualidad —miró a lo lejos aquellos cabellos muy conocidos—, pero él me tiene confianza para otras cosas, me pide consejos, y siempre recordaré sus besos de buenas noches. Incluso antes de mudarse lo hacía, somos afortunados los que conocemos ese lado amable y tierno de él.

—Bastante afortunados —sus ojos se cristalizaron—, gracias por todo, Mitsuki. Gracias por darle vida a ese hombre perfecto...

Aligeró su cuerpo para correr hacía su esposo quien venía cargando sus maletas y detrás su mejor amigo, se veía cansado, incluso sus pasos eran un tanto lentos. Pero al ver a su esposa acercarse, de ver aquel vientre abultado tan marcado en aquella prenda parecía que la energía había regresado a él, soltó aquella mochila donde guardaba su traje de héroe y detuvo el andar de su maleta. Estiró sus brazos esperando aquel abrazo, moría por sentir nuevamente aquellos brazos rodear su cuello o cintura, por oler aquel perfume dulce que desprende su esposa. En menos de lo que imaginó, sintió su cuerpo rodearse con aquella calidez, con aquel amor que ella sabía ofrecerle, con aquel amor que él se sentía completo.

Las lágrimas de la castaña comenzaron a salir sin parar de la felicidad de volver a verlo, al igual que los padres Bakugō ella estaba bastante nerviosa por lo que podía suceder en Estados Unidos. Ella no podía viajar por el momento, así que hubiera sido un tormento si algo malo hubiera pasado, para suerte de todos no ocurrió y él estaba ahí frente a ella, aspiraba aquel olor tan único de él, tan perfecto, tan indescriptible. Los brazos del rubio la rodearon por sus hombros mientras daba algunos besos en su cabeza. La tranquilidad regresó a su vida, la felicidad con ello.

—Lo eduque para ser un "hombre perfecto" con una mujer —metió sus manos en su saco—, que respetara a las mujeres, que las admirara. No lo hacía, hasta que combatió contigo, fui la primera y única que esa noche llamó para decirle de ti —susurraba para ella misma—. Gracias Ochako... por hacerlo tan feliz.

—Te extrañe demasiado —anunció entre lágrimas la castaña—, realmente estaba feliz por que cumplías tu sueño pero también estaba preocupada por ti.

—Te dije que regresaría —la abrazó más fuerte—, no quiero morir sin antes conocerlo.

—Creo que alguien nos impide acercarnos más —sonrió.

Su mejor amigo en esos momentos se encontraba admirando aquella bella escena desde la distancia con su familia, se despidieron y cada uno tomó su camino. La señora Bakugō por su parte iba abrazando a su hijo durante todo el camino dentro del aeropuerto, a pesar de tener una edad adulta ella seguía viéndose bastante joven, tanto que podía parecer hermana del rubio. Lucían bastante bien uno al lado del otro, y ambos usaban una chaqueta azul que combinaba a la perfección. Su madre estaba que desprendía felicidad y orgullo de que todos miraron a su hijo en televisión internacional salvando el continente americano. Recorrió medio mundo para ello, ahora tendría más fama, más empleos, más reconocimientos y más admiradores. Su carrera y suelo iban por un excelente camino, no había duda.

❥Mi regalo [Kacchako]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora