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Enero, unos días faltantes para terminar aquel mes y comenzar Febrero, los días había pasado bastante rápido, su vientre se veía aún más abultado. Para su suerte no había pasado nada grave, como cada mes hoy era su nueva cita con el médico, vería el avance de su bebé. Colocó uno de sus sacos favoritos de su esposo y colocó una bufanda sobre su cuello junto a el pecho, ese día realmente hacía bastante frío. Se sentó sobre su cama mientras ajustaba su teléfono, inició aquella llamada en donde vería a su esposo a distancia. La diferencia de horarios era bastante notoria, habían trece horas entre ellos. Mientras ella se encontraba a las diez de la mañana, él estaba a las once de la noche esperando la videollamada de su esposa. El sonido tan popular de la llamada entrante resonaba en la habitación, segundos después se veía en la pantalla aquella persona que tanto amaba. Se podían ver, como todas las veces que se llamaban el corazón de la castaña se contrajo.

—Buenas noches, amor —lo llamó sonriente—. ¿Estabas dormido?

—Buenos días cara de ángel —talló su cara—, no puedo negarlo ¿verdad? —soltó una risa.

—No, no puedes —sonrió—, queríamos avisarte que tenemos chequeo mensual con la doctora.

—Oh es cierto —se sentó en la cama—, ¿ya desayunaste?

—Sí, ya desayunamos —corrigió.

—Ah, mierda... siempre olvido que son dos —sonrió de lado—, siempre preguntó por ti y no por él.

—Así es —miró el reloj—, Katsuki debo irme. ¿Te parece llamarme ya que amanezca?

—Me parece bien, envíame las fotos lo antes posible ¿okay?

—Okay —rió—, dile adiós a papá —se levantó para dejar ver su vientre.

Los ojos rojizos de su esposo parecían un rubí bastante brillante al verla, para él era una nueva maravilla del mundo que siempre admiraría y respetaría de por vida. Sintió un nudo en su garganta por la tristeza, por que tenía tiempo sin tocar su vientre, sin sentir los pies o las manos pequeñas golpear la piel. Sería un recuerdo que siempre le quedaría grabado en su memoria.

—¡Wow, pero que preciosa! —se acercó a ver de cerca su mejor amigo—, ¡tu tío Eijirō quiere conocerte!

Era impresionante como podía formar una vida, como podría crearla en tan solo unos meses. Era admirable para quienes podían y deseaban hacerlo, así como ella lo quizo.

—¡Serás un precioso niño! —miró a el rubio quien estaba un tanto molesto—, tks... que horror que sea como tú.

—¡No fastidies!

—Admítelo, la belleza vendrá de toda su familia menos de ti, gruñón —respondió burlón.

—¡¿No tienes algo que hacer en vez de joderme la vida?!

—No, nada interesante —seguía mirando el teléfono—, ¿cómo estás, Ochako?

—Estoy bien, simplemente sufriendo de algunos antojos pero lo normal —sonrió—, nada grave.

—Me alegra —lo empujó—, aquí señor gruñón siempre está preocupado por ti y siempre presumiendo el proceso de su creación.

Una leve explosión lo hizo caer lejos de la cámara, entre risas el pelirrojo se despidió de la mujer castaña mientras el rubio lo veía molesto por meterse en su conversación de esposo y sobretodo por revelar aquello, quería creer que sus mejillas no se encontraban rosadas, que siguieran sin color alguno. Dio un quejido de molestia mientras volvía a enfocar a su esposa, simplemente sonrió para retomar su conversación.

❥Mi regalo [Kacchako]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora