—Vamos por una malteada — propone Adri. Es viernes por la tarde, las clases han terminado, y damos bienvenida al grandioso fin de semana, siempre me han gustado los fines de semana por una razón, puedo estar en casa y disfrutar de una buena película.— ¿Y si mejor vamos al cine? — propone esta vez Esther, caminamos por el aparcamiento para llegar al coche de Adri y al de Peter, por qué sí, desde que Esther nos presentó a Peter se ha convertido en un nuevo amigo, y la verdad es que me cae muy bien, es simpático y una persona muy alegre.
—Me parece buena idea — Peter apoya la idea de Esther, claro está. Por eso Adriana rueda los ojos.
— ¿Tu qué opinas Hely? — me habla Adri, haciéndome participe en la conversación. Aún que lo cierto es que no me siento animada para hacer nada, lo que me gustaría es llegar a casa y poder descansar de una buena vez, de una semana tan pesada.
—Supongo que ir al cine está bien — respondo a pesar de no estar convencida, no estoy segura de que mí animo decaído se deba al cansancio de la semana o al hecho de que Tyler no me ha vuelto a escribir desde el otro día, desde que le pregunté acerca de su familia.
— ¿Pero desde cuándo el cine es mejor que una rica malteada? — dice Adri un poco molesta — siempre es mejor tomar una malteada y platicar con los amigos, que estar en un cine con la boca cerrada — espeta y se cruza de brazos parando frente a su auto, digamos que no es muy fan de los cines, en especial por qué no logra permanecer callada mucho tiempo.
—Bueno, está bien, vayamos por una malteada — Esther sede ante los caprichos de Adri, cómo siempre —podemos ir otro día al cine.
—Vale vamos entonces – concuerda Peter con una gran sonrisa. Me pregunto si no le duele el rostro por tanto reír.
─ Vamos Helen – me llama Adri para que suba a su auto – Esther y Peter vayan juntos – ordena Adri, y ambos asienten más que contentos.
Llegamos a una cafetería no muy lejana a la preparatoria, es a la que solemos ir los fines de semanas o después de clases, porque tienen las mejores malteadas de la ciudad.
─ Venga Helen, entremos – me llama Adri cuando sale del auto, y yo hago lo mismo.
─ ¿Cómo que no te gusta la malteada? – pregunta Adri a Peter después de hacer el pedido, y de que Peter haya pedido un capuchino porque no le gusta la malteada.
─ Simplemente no me gusta – responde él encogiéndose de hombros – prefiero el capuchino.
─ Consideraremos expulsarte del grupo – bromea Esther, que se encuentra sentada a su lado. Peter se lleva la mano al pecho con fingido dolor y las tres reímos por el gesto.
─ Ustedes sí que son malvadas – farfulla Peter – creo que tendré que pagar sus bebidas para que no me corran.
─ ¿Qué? No, claro que no – Esther se apresura a responder.
─ No tienes por qué hacer eso – intervengo
─ Lo hago porque desde que llegue se han portado muy bien conmigo a pesar de no conocerme, en especial a ti Esther – clava la vista en mi amiga y ambos se sonríen como bobos, se ven tan adorables.
─ Aquí huele a amor – le digo a Adri en voz baja para que no me oigan, pero lo hacen, porque ambos se sonrojan al instante y apartan la mirada.
─ Aquí tienen sus bebidas – interrumpe la camarera y nos entrega las bebidas.
─ ¿Tienen planes para mañana? – pregunto. Ahora que lo recuerdo no los he invitado a la fiesta de la pequeña Megan, que por cierto será mañana.
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La distancia nos separa
Novela Juvenil¿Se puede amar a alguien a quien no puedes ver? ¿Alguien que se encuentra a miles de kilómetros de ti? ¿Alguien a quien no puedes tocar? Helen es una chica de 17 años que jamás en su vida se a enamorado, sin embargo, ella cree en el amor de verdad y...