Capítulo 17

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El mes pasó tan rápido que no fui consciente de que todo había pasado hasta no encontrarme en el andén rumbo al aeropuerto y de ahí hacia mi nueva vida en Milán.

Aún no me lo creía. Como tampoco creía que me hubiesen admitido en una de las escuelas de diseño más prestigiosas de la ciudad italiana.

Mi nivel del idioma había ascendido considerablemente, aunque la escritura aún podía mejorarla bastante más pero con defenderme hablando y leyendo me bastaba para pasar los primeros meses en un estudio que la misma escuela ofrecía a sus estudiantes. Un estudio diminuto de un cuarto, salón, cuarto de baño y un balcón que era más que suficiente para mi estancia que duraría tres años (si todo iba bien y no me distraía con guapos italianos, deliciosa pasta, turismo a diestro y siniestro y sabrosos helados).

El tren estaba a punto de llegar y era incapaz de dejar de llorar.

Le había pedido a mi familia que no vinieran a despedirme, que la despedida fuera en casa. Al igual que mis amigos. No quería irme y que lo último que viesen fuese mi horrible rostro lleno de rímel. Lo respetaron y nos despedimos todos con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Sé que una vez desaparecí en el interior del taxi mi padre rompería a llorar a lágrima viva abrazado a Morgiana. Como también Elizabeth y Diane. King correría detrás del taxi llamándome mientras Gowther correría para detenerle. Ban y Hellbram permanecerían callados con las manos metidas en los bolsillos y, después, todos y cada uno de ellos regresarían a sus hogares en silencio, con el corazón encogido y un nudo en la garganta para seguir terminando de guardar cosas en las maletas y prepararse para la próxima despedida.

-¡¡ELAINE!!

Me giré asustada subiendo al tren.

-Pero... ¿Qué estás haciendo aquí?

No podía creerlo. ¿Por qué? ¿Por qué estás aquí? Os pedí despedirme de todos frente a mi casa. Y ni siquiera tú quería que vinieras.

-Me voy contigo.

-Qué tonterías estás diciendo. No puedes, tu camino está en la dirección opuesta. Es tu meta a conseguir.

-Mi meta ahora es otra y puedo estudiar desde allí a distancia.

-¡Estás loco! ¿Qué pasa con tu familia?

-Ellos me apoyan.

Su sonrisa me derretía por dentro pero no podía sucumbir ante ella. No podía venir. No podíamos tirarlo todo por la borda.

-Iba a comentártelo el otro día pero si lo hubiera hecho jamás me habrías permitido venir.

-Ni ahora tampoco. ¡Regresa!

La megafonía resonó por toda la estación. El tren estaba a punto de salir y las puertas de cerrarse. Vete, por favor.

-Si quieres que vaya contigo, agarra mi mano.- la levantó hacia mí sin dejar de mostrarme su encantadora sonrisa – Si no quieres que vaya contigo, da un paso hacia atrás – dudé. Otro aviso. Algunos pasajeros de última hora corrían para llegar a tiempo. El tren arrancaría en menos de un minuto – Si quieres que vaya contigo, agarra mi mano, si no... ¡Da un paso atrás! Pero te diré una cosa... Sea hoy, mañana, dentro de un mes o un año...  ¡ALGÚN DÍA, SERÁS MÍA!

Las puertas se cerraron y el tren avanzó primero con lentitud y luego a toda marcha.

Mi nuevo camino se abría ante mí. Una nueva yo iba dentro de uno de los vagones dejando atrás a mi antigua yo y muchos, muchos sentimientos que jamás sería capaz de formatear. Ni tampoco deseaba hacerlo.

Cuando el tren lleva consigo el amor dentro es mejor subir a él y afrontar todo lo que venga, a dejarlo marchar y no ser capaz de recuperar lo perdido.




FIN

La Novia de Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora