¿Qué sueño?

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Ya nos habíamos retirado del estadio de Sendai. Nanami tomó mis cosas y Saeko-san se ofreció a llevarnos a casa.

—¡¡Qué descansen, niñas!!

Con eso dicho, Saeko-san se fue y nosotras entramos a la casa de Ukai-san.

—Parece que no te fue muy bien—habló el viejo Ukai extendiendo una sandía... bueno, una rebanada de sandía.

—G-gracias.

Nanami se fue al baño y yo me quedé con Ukai-san.

—¿Cómo te sientes?

—N-no lo sé—respondí—¿Es normal sentir ambos sentimientos tan contradictorios?

—¿Valieron la pena?

Volví a llorar. Mordí la sandía y seguí llorando.

—Solo es una corazonada de un viejo pero creo que esas lágrimas demuestran lo mucho que quieres a ambos equipos.

El abuelo de mi ex-entrenador se fue. Terminé mi sandía y fui al baño. Comer sandía me manchaba toda la cara.

Regresé a la habitación que me dejaron y vi a Nanami allí.

—¿Qué lees?—le dije apenas entré.

—Un beso en París.

—¿En serio?

—Sí. Voy en la decimotercera vez leyéndolo.

—O-oh.

—¿Ya terminaste de leer el tuyo?

—¿Hablas de Lola y el chico de al lado?

—Sí.

—No. Ya sabes, cuando algo me gusta mucho suceden dos cosas; una, o lo termino muy rápido o dos, no puedo terminarlo. En este caso fue la segunda.

—Ya veo.

Cenamos justo después de jugar videojuegos y dormimos.



No entendía absolutamente nada. Mi alrededor era completamente blanco. Sin pista alguna de que si caminara pudiera llegar a algún lado.

Teniendo eso en mente comencé a caminar. Podía verme a mí misma. No exactamente. Solo podía ver lo que mis ojos permitían, una vista en primera persona como en los juegos. Tenía el uniforme del club de volleyball, era de un color verde, era claro que era el de la secundaria. Toqué mi cabello por alguna razón y definitivamente era corto. Era la única vez que porté ese uniforme.

Seguí avanzando. Ahora el sonido de zapatos cambió. ¿Desde cuándo? No lo sé. Pero cuando me percaté mis zapatos deportivos eran ahora unos zapatos que usaba al salir de casa para ir a la preparatoria Karasuno.

Inusualmente mis ropas también cambiaron, era el uniforme de la escuela, también del Karasuno. Continué caminando.

Solo dos segundos después de dar el quinto paso volví a cambiar. Cuando di ese quinto paso un contador empezó a contar mis pasos y los segundos, sino jamás me percataría del tiempo. Ahora mi ropa era el uniforme del equipo de volleyball del Karasuno. Mis zapatos también eran diferentes.

—¿Qué está pasando aquí?

Aún cuestionándome eso seguí caminando. No sabía si seguía en línea recta o si ya me había desviado, lo que era muy probable.

Unos segundos después de haber parado por un rato, volví a cambiar. Ahora era el uniforme del Nekoma.

—¿Por qué sigo cambiando? Pero el siguiente será el último, ¿cierto?

Haikyuu!!xreaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora