Capítulo 11.

1.7K 300 200
                                    

Nada más salimos del Heaven y fuimos hasta la calle principal de la zona donde vivíamos, nos encontramos a los S.O.M de los que Sanen nos había hablado.

—Esto será pan comido —comenté a la vez que desenvainaba mi espada.

—¿Cómo nos los repartimos? —preguntó Lianen sacando sus dos dagas del cinturón de su uniforme donde las guardaba.

—Tú ve a por el que menos te guste —me giré hacia él con una sonrisa—. Yoren, tú aléjate sin que se den cuenta y, cuando veas a alguno distraído, lánzale una flecha directa a la nuca —llevé mi mirada hacia el rubio, quien asintió de acuerdo a mis órdenes—. Men y Nen, ya sabéis lo que tenéis que hacer —fijé mis ojos en ellos.

—Somos un pack —contestaron animados los dos a la vez mientras hacían el gesto de la paz con sus dedos.

—Shinen, tú conmigo —me volteé hacia ella.

—Uhm —asintió levemente sin querer darme mucho la cara.

—Que comience el show —murmuró Lianen colocándose en posición de ataque.

Nada más estuvieron a poco más de un par de metros de nosotros, nos abalanzamos contra ellos para darle tiempo a Yoren de esconderse. Mi arma y la de Shinen impactaron contra las dos espadas del S.O.M al que elegimos para atacar, mientras que los gemelos empezaron a dar vueltas alrededor del suyo, burlándose de él. Lianen, por el contrario, no estaba para juegos, así que se enzarzó en una pelea cuerpo a cuerpo nada más el suyo y el del S.O.M chocaron.

—Se rumorea que hay un grupo de rebeldes en la ciudad que matan sin compasión alguna a los de nuestra especie —dijo nuestro alienígena, con su cara a pocos centímetros de la mía—. Lo que no imaginaba es que sólo fuerais unos niños —soltó una carcajada, haciendo fuerza con sus brazos para empujar con sus espadas y deshacerse de la presión de nuestras armas.

—¿Ah, no? —respondí con una ceja alzada una vez di unos pasos hacia atrás—. ¿Y qué pensabas? Empezasteis esta guerra con niños, qué menos que sean ellos los que acaben con vosotros —sonreí de lado con chulería, viendo cómo el rostro del S.O.M se volvía más serio.

—No sabéis lo que estáis haciendo —gruñó, aferrando sus dedos a la empuñadura de sus espadas.

—Yo creo que sí —escuché que decía Lianen, haciendo que el alienígena, Shinen y yo girásemos nuestras cabezas para mirarle.

Dio un salto y consiguió aferrarse con sus brazos y piernas a la espalda del S.O.M con el que estaba luchando. Sin darle ni un segundo a reaccionar, clavó brutalmente sus dos dagas en el cogote de su adversario una y otra vez hasta que la sangre negra de este comenzó a salpicar en su cara.

—Maldito mocoso —farfulló el nuestro dando un par de pasos para dirigirse hacia el castaño.

—De eso nada —estiré mi brazo hasta que mi espada le interrumpió el paso.

—Déjate de tonterías, niño —contestó de mala gana—. Nunca podréis vencernos —cogió la hoja de mi arma y la empujó hacia un lado.

—Shinen, ¡ahora! —exclamé para que atacase, pero, en cuanto la miré, vi que otro S.O.M le había atrapado del cuello—. ¡Shinen! —grité escandalizado al ver cómo apretaba su brazo alrededor de la chica.

—Te lo he dicho —murmuró el S.O.M colocándose detrás mía, acariciando mi garganta con la punta de una de sus espadas—. No vais a...

—¡Cállate! —alcé mi voz, apartando con fuerza su arma de mi cuerpo. Agarré el brazo con el que la aguantaba y, sin pensarlo dos veces, di una patada hacia atrás, golpeando mi pie en el abdomen del S.O.M, quien salió disparado con sus manos en su estómago—. No volveréis a matar delante de mí a ninguno de los míos ni a nadie más —dije conforme andaba lentamente hasta él, viendo cómo intentaba ponerse dolorido en pie.

EDÉNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora