¡Mierda! Bésame, casi le suplico, pero no puedo moverme. Un extraño deseo me paraliza. Estoy completamente cautivada. Observo la boca de Benjamin Masen, y él me observa a mí, con ojos impenetrables. Respira mas deprisa de lo normal, y yo he dejado de respirar. Sigo entre sus brazos. Bésame, por favor. Cierra los ojos, respira hondo y mueve su cabeza, como si respondiera a mi silenciosa petición. Cuando vuelve a abrirlos, ha recuperado su determinación, ha tomado una decisión.
- Alexandra, deberías mantenerte alejada de mí, No soy para ti - me susurra.
¿A que viene todo esto? Creo que soy yo la que debe decidir esto, no él. Frunzo el ceño y niego con la cabeza.
- Respira, Alexandra, Respira. Voy a soltar y dejarte ir. - me dice en voz baja.
Se aparta lenta y suavemente de mí.
Me subió la adrenalina por todo el cuerpo, algo que no sentía hace tiempo, ya sea por el motociclista que casi me atropella o por la proximidad con Masen, estoy paralizada y débil. Me siento desamparada. Apoya las manos en mis brazos, a cierta distancia, y me observa atentamente a mi reacción. Lo único que quería que hiciera era que me besara, era demasiado obvio, pero no lo ha hecho. La verdad es que no me desea. La he cagado.
- Quiero decirte una cosa- le digo tras recuperar un hilo de voz - Gracias- susurro, hundida en mi humillación.
Tengo que apartarme de el.
- ¿Por qué?
Frunce su ceño. No ha retirado las manos de mis brazos, todavía.
- por salvarme - susurro.
- El imbecil iba en contramano. Me alegro de haber estado aquí. Me dan escalofríos solo de pensar que hubiera pasado. ¿Quieres ir al hotel y sentarte un rato?
Me suelta y baja las manos. Estoy frente a el y me siento como una idiota.
Intento aclarar mis ideas. Solo quiero irme. Todas mis esperanzas se han frustrado. No me desea. ¿En que pensé? Que tonta, tonta, tonta.
- Creo que esto ha sido una mala idea. - Susurro.
- ¿Qué? - me dice
- Todo - le contesto.
Empiezo a buscar las llaves del auto, desviando mi mirada de la suya, cuando por fin las encuentro, siento que la búsqueda fue eterna. Siento el pitillo del auto, para poder abrir las puertas. Rodeo el auto, y soy conciente, de que el me sigue. Antes de abrir la puerta, no puedo mirarlo a los ojos, le suelto.
- Gracias por el té y por acceder a la sesión de fotos - murmuro
- Alexandra... Yo...
Se calla. El tono de angustia me llama la atención, lo miro involuntariamente. Se pasa una mano por el pelo con mirada desolada. Parece frustrado y con expresión alterada. Su prudente control desapareció.
- ¿Qué, Benjamin? - le pregunto algo exasperada.
Me quiero ir de aquí. Tengo que irme de aquí con mi orgullo herido, a que se cure.
- Buena suerte esta semana, con tu nuevo cargo.
¿Esa es su fantástica despedida? ¿Desearme suerte para la semana?
- Gracias - Le contesto con sarcasmo - Adiós, Señor Masen.
Me abre la puerta del auto, como caballero que es y yo entro y cierro de un portazo. Noto que él se va alejando un poco del auto, de repente ciento lagrimas en mis ojos. ¡No, ahora, no, ALEX! Me reto a mi misma, y me aguanto las lágrimas, no entiendo lo que me esta pasando. ¿Por qué lloro, por algo que no paso ni va a pasar, nunca? Enciendo el auto, maniobro para poder salir, hasta ciento la chirriada de las ruedas en el asfalto, veo su reflejo en el espejo retrovisor, se ha quedado parado mirando como se va el coche. Pongo el espejo retrovisor en su lugar y voy camino a casa.
Es la primera vez que me rechazan, jamás lo habían hecho, ni si quiera en los deportes, ya sea en voleibol o handball. Los deportes siempre me gustaron, no es que sea súper deportista, pero no era mala. Y en el plano sentimental, tampoco. Eso no quiere decir que sea segura de mi misma, nunca lo fui, soy demasiado curvilínea, desalineada, torpe. Además si me ha pasado de rechazar a chicos, no muchos. El único que hizo que despertara mi interés, fue Adam y ahora el maldito de Masen. Creo que debería ser un poco más agradable con Jake o con Jackson. Solo necesito un buen llanto. Las lágrimas empiezan a caer camino a casa. No voy a auto compadecerme mas, basta.Cuando llego a casa, Gale esta sentada en la cocina con su laptop. Su sonrisa se desvanece cuando me ve.
- Alex, ¿Qué paso?
OH no, la inquisición de Gail. Niego con la cabeza, cuando doy a entender que no quiero preguntas, pero no me sirve de nada.
- has estado llorando. - me suelta - ¿Qué te hizo el hijo de puta? - gruñe con cara que da miedo.
- Nada, Gail. - ese es el problema, no me ha hecho nada, sonrío con ironía
- Es que hace mucho tiempo que no lloras, desde Adam creo.
Se levanta de la silla, esta preocupada. Me abraza.
- Casi me atropella un motociclista.
Es lo mejor que se me ocurre decirle, para distraerla y no pregunte por Masen.
- ¡Dios Mio! Alex... ¿estas bien? ¿Te hiciste daño?
Se aparta un poco, echándome un vistazo a ver si me he hecho daño.
- No, Benjamin, me salvo. - susurro - Pero me he pegado flor de susto.
- No me extraña, Al. ¿Qué tal la salida?
- He tomado solo un te helado. Ha ido bien, creo. Nada del otro mundo, la verdad. No se porque me lo ha pedido.
- Le gustas, Alex. - me dice mientas me suelta.
- Ya no. No voy a volver a verlo.
Si, si consigo que creérmelo yo primero.
- ¿Cómo?
Demonios, esta intrigada. Me meto en la cocina para que no me vea la cara.
- Si... No tiene demasiado que ver conmigo, Gale - le digo, lo mas fríamente que puedo.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Gail, es obvio.
Me vuelvo y me siento en la mesada de mármol con una botella de Vitamin sabor naranja en mano.
- Para mi no - Me dice - Bueno tiene mucha mas dinero que tu, pero tiene mas dinero que la mayoría de nosotros, en este país y en el mundo.
- Gail, no es el dinero, es...
Me encojo de hombros.
- Alex, por favor ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Eres bellísima. - me interrumpe
Ay, ya empezamos de vuelta con ese tema
- No devuelta, Gail ¿OK? - la corto
Me pone mala cara.
- ¿quieres ver el artículo? Ya esta terminado. Jack ha sacado unas fotos buenísimas.
¿M e tengo que bancar ver al guapo de Benjamin Masen, quien no siente nada por mi?
- Claro- Trato de no resoplar y saco de una sonrisa debajo de la manga, me acerco a la computadora. Y ahí esta, mirándome en blanco y negro, mirándome y encontrándome indigna de el.
Finjo leer el artículo, pero no puedo apartar los ojos de su mirada. Busco en la foto algún índice de porque, no es un hombre para mi, como me ha dicho. Y de repente parece obvio, es demasiado guapo. Y somos polos opuestos, y de dos mundos total y completamente diferentes. Tiene razón. No es un hombre para mí. Es lo que ha querido decirme, y eso hace más fácil aceptar su rechazo... Bueno casi. Podré soportarlo, lo entiendo.
- Esta muy bueno, Gail - logro decirle - me voy a comer algo.
Me propongo tratar de no pensar en el por el momento, Me ensimismo en la cocina.
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El contrato...
RomanceAlexandra Miles una joven de casi 23 años, con un pasado en el amor muy doloroso para recordar. Vive en Nueva York, con su mejor amiga Gail, trabajando en una de las pastelerías más reconocidas de la ciudad. Hasta qué un día todo cambia... Benjamí...