Capítulo 7

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Al otro día, todo pasó muy normal en las clases, intenté concentrarme lo más que pude en las clases, y también ver que Aleja seguía de cariñosa con la chica de ayer me sigue haciendo enojar un poco, aunque estoy feliz por ella, siento que esta vez, funcionara su relación, al ver que finalizaron las clases por el día de hoy. Necesito distraerme lo que resta del día, no puedo seguir así, aquella platica con esa morena, me sigue rondando por la cabeza, sus ultimas palabras fueron que esperaría mi mensaje para volver a vernos y hablar. Así que me decido por hacerlo, me urge terminar con eso.

Numero desconocido

Nos vemos en el parque en diez.

Le envió el mensaje, y me voy hacia donde Aleja. Cuando llego a donde esta, veo a aquella chica, así que me decido por despedirme con la mano, e irme a mi motocicleta, necesito llegar; y espero ella también pueda llegar. Me pongo mis audífonos, el casco negro que tanto me encanta, y arranco hacia el parque. Al llegar, me estaciono en la banca de la vez pasada, pero decido no bajarme ya que, esta vez prefiero que hablemos en mi casa, mi mamá al final se atrasó su viaje, y aún no tiene fecha de regreso a casa. Mejor para hablar con ella.

Cuando la veo llegar, me bajo de la motocicleta y le pasó un casco que siempre llevaba por si Aleja quería venir conmigo, le digo que se ponga detrás y nos subimos. Obviamente, le di una repasada a ella, hoy venía con una sudadera gris acompañada de unos jeans negros, y sus chinos en una coleta alta, se ve tan bien ¡madre mía!

El camino fue un poco largo, pero no me puse audífonos, no quería verme tan grosera, ella también se decidió a no hablar, pero ya cuando llegamos a mi casa y me estacione, se acabo un poco la tensión que se podía palpar en el aire.

-Así que ¿aquí vives? – me dijo en un tono un poco curioso, aunque no tan sorprendida como creí sería, es un poco extraña la verdad, y sigo sin saber cómo carajos es que sabe tanto de mi familia. Esta inspeccionando todo con su mirada, hasta que me decido a romper el silencio.

-Pues sí, aquí es mi casa. Vamos. -le digo haciendo que suba las escaleras para ir a mi cuarto, necesitamos un poco más de libertad y mi cuarto me hace sentir segura. Al llegar a mi cuarto, le digo que se siente en mi cama, en lo que yo le paso una botella de agua natural, que tengo en un pequeño refrigerador. Buen regalo de 16 años.

- ¿Me trajiste para beber agua? O es qué aún sigues pensando en todo lo que hablamos la vez pasada, digo, te ves un poco alterada aún. Tampoco es para tanto, Liah.

Recuerdo que ella sí sabía mi nombre antes de que yo se lo dijera.

-Y tú ¿Cómo te llamas?

-Ya te habías tardado en preguntármelo. Mi nombre es Nora. – me siento alado de ella, y veo que se pone a revisar su celular, así que decido por contestarle algo, aunque ahora que lo pienso, realmente no sé porque la traje a mi casa.

-Bonito nombre. Y bueno en verdad tenemos muchas cosas de que hablar ¿no crees? -le digo, mirándola a los ojos, no voy a negar que se siente una gran tensión entre nosotras, y supongo que es por tanta información que sabe de mi vida.

Veo que se acerca un poco más, me imagino esta un poco incomoda, estar en la casa de una desconocida en su cuarto no ha de ser fácil, tampoco lo es para mí, realmente sigo pensando porque se me ocurrió quedar de verme con ella hoy, aún ni siquiera se que hare con tanta información y estoy agobiada.

Cuando me decido por volver a hablar, ya que no obtuve una respuesta a mi anterior pregunta, veo que me esta observando fijamente, cosa que me empieza a incomodar, pero si soy sincera, puedo aprovechar para observarla yo también. Tiene un rostro impresionante, verdaderamente es guapísima, pero si algo me gusta aún más de su rostro, son sus labios, a los que me quedó mirando un buen rato. A los pocos segundos, siento sus labios sobre los míos.

Joder, que suavidad.

Corriendo riesgosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora