—¡Henry!—exclame asustada por lo que pudo haber visto, sintiendo que el corazón se me quería salir del pecho.
¿Habría visto lo mismo que yo?
—¡Alex!—respondió preocupado viéndome en el suelo con la banca de metal sobre mí.
Rápido vino a mi alcance, no sin antes dejar su carpeta en el asiento contiguo. Me ayudó a ponerme de pie y después recogió las cosas que se habían desperdigado por el piso.
—¿Estas bien? ¿Te has lastimado?—me examinó de pies a cabeza por si encontraba alguna herida.—Estás pálida, pareciera que hubieses visto algún fantasma.
¿Fantasma? Ojalá fuese eso.
No sé si había visto bien o la goma había venido hacia mí sin razón aparente. Sea lo que sea, mi cabeza comenzaba a doler tratando de pensar alguna razón lógica para lo que acababa de suceder.—Si, estoy bien, no es para tanto.—dije para calmarlo, cuando sentí que puso su mano en mi frente en búsqueda de algún indicio de fiebre y sonreí nerviosa, en un intento por enfatizar lo que dije.—T-tengo que irme.—lo aparte de mi camino, tomé mis cosas y me abrí paso por el aula, dándome cuenta que ya había varios alumnos dentro de esta ocupando sus respectivos asientos, lo que significaba que la maestra estaba a punto de llegar.
—Por cierto, Henry.—me detuve y di media vuelta para mirarlo a la cara. —Gracias por auxiliarme. —agradecí al chico rubio, el cual me miraba confundido.
Al no recibir respuesta de su parte, continúe mi camino hacia la salida, chocando de vez en cuando con algunos compañeros de clase.
Gracias a Dios Henry no vio nada de lo que sea que había pasado y si se había percatado de ello, no pronunció ninguna palabra.
—¿Cómo que te vas? en unos minutos empezará la clase. —escuché que gritó lo suficientemente alto para que lo escuchara, pero lo ignoré por completo.
Tenía que salir rápido de ahí para contarle a papá lo sucedido.
Primero estaba lo de aquella llamada extraña, no sé si era una mala broma de algunos compañeros o me estaba volviendo loca, pero sea lo que sea, no podía bajar la guardia, no ahora. Por un momento pensé que había sido Damián y su impertinente actitud de fastidiarme. Tal vez él era el de la broma y yo pensando lo peor.Una parte de mi quería que fuese el responsable de aquello y no un completo extraño, aunque prácticamente no sabía nada de él, pero daba igual, tenía que preguntarle cuando se apareciera por ahí.
Después de eso, se encontraba el pequeño incidente con la goma, aunque eso tal vez no fuese la gran cosa. A lo mejor mi cerebro me había engañado haciéndome creer que el objeto había salido disparado hacia mi mano sin llegar a tocarlo, porque puede llegar a suceder tal cosa, ¿no? Cuando la mente está bajo demasiado estrés o cansada, uno puede llegar a ver cosas que realmente no suceden.
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VÁSTAGOS. [EDITANDO]
Misterio / Suspenso"La vida cambia de repente, ya sea por personas o sucesos inesperados que no podemos comprender, ni son fáciles de explicar." Alexia Anderson es una adolescente ordinaria de 17 años, nacida en el condado de Castville, un pueblo bastante grande, rode...