CAPÍTULO 12.

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Después que Damián cortó la maleza, para poder pasar, quedé sorprendida por lo que mis ojos veían

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Después que Damián cortó la maleza, para poder pasar, quedé sorprendida por lo que mis ojos veían.

Estábamos frente a un enorme lago, rodeado por árboles y maleza seca que pasamos. No se escuchaba ningún alma, más que el canto de los pájaros, de los animales silvestres y el sonido del viento.

Era hermoso.

—Esto es...—Empecé diciendo.

—Lindo, lo sé.—me interrumpió Damián que estaba junto a mi, dejando de lado el objeto filoso.

Me alejé de él para colgar las bolsas en una rama baja de un árbol que estaba cerca.

—Tengo que admitir que te luciste.—dije, otorgándole toda la razón.

Me puse de espalda a él, revisando mi bolso, en busca del celular.

Cuando lo encontré, me di vuelta y quede paralizada por lo que mis ojos estaban viendo.

El chico, ahora al pie del lago, se estaba quitando la ropa.

—¿Q-que haces? —tartamudee, nerviosa y baje la vista unos segundos para evitar mirarlo.

—Quito mi ropa para meterme al agua, ¿Qué no ves? —Sonrió de lado.

Veía pero muy bien.

Sacó la camisa roja que traía por encima de su cabeza, debajo de esta veía piel, una piel bronceada levemente por el sol y músculos, que no sabía que tenía, que a juzgar por la piel tensa de su abdomen, estaban muy firmes o eso suponía, a menos que me acercara y los tocara...

Sacudí mi cabeza, alejando ese repentino pensamiento.

Sentí mi cara arder y no precisamente por el sol. Hacia mucho calor este día, lo que provocó que comenzara a sudar.

Dios mío, ¿porque me pones en esta situación ahora? Mi conciencia me pedía a gritos que dejara de mirarlo, que si seguía así, no habría vuelta atrás, pero mis acciones hacían todo lo contrario, era como si estuviese pasmada, ida por lo que mis ojos estaban viendo. Tenía que admitirlo, era se...

—Cierra la boca, se te meterá una mosca.—dijo divertido, sacándome de mi embelesamiento.

Moví la cabeza para despejar mi mente.

—¿Que dices?—dije nerviosa, cruzándome de brazos. —Hay una chica frente a ti, ¿no te avergüenzas?—proteste.

Puse mi cabello sobre mi cara, en un intento por que no notara mi sonrojo.

No era el primer chico que veía en traje de baño, pues un año atrás, en la escuela, Sonya y yo no nos perdíamos ninguna competencia de natación en la semana deportiva que celebraba la escuela. Aunque íbamos más por ver a los chicos que por la competencia en sí.

Pero Damián tenía algo, me hacía sentir cosas que ningún otro chico había logrado, al menos no hasta ahora. No me refiero a algo romántico, era otra cosa, pero no sabía a la perfección qué.

VÁSTAGOS. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora