Parte 10

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Anya bajó las escaleras hasta el lobby y fue hacia la puerta doble del restaurante, siguiendo las indicaciones que le había dado el gerente nocturno cuando llegaron. Vio a sus amigos sentados en una mesa frente al buffet de desayuno y se aproximó.

―Hola, chicos. ¿Qué están comiendo?

―Tostadas y café, hemos traído para los tres ―dijo Tom―. Hay huevos revueltos en la mesa si quieres.

―Gracias.

Anya fue a mirar lo que había en el buffet y en un plato cargó huevos revueltos y una salchicha de desayuno. Al regresar a la mesa, se sentó frente a sus amigos. Se sirvió café y bebió algunos tragos antes de comenzar a comer. Al levantar la vista de su plato, se dio cuenta de que Gema se la había quedado mirando por un momento que le pareció demasiado largo.

―Te ves diferente ―dijo finalmente la rubia.

Anya apartó la mirada. Si Gema llegaba a enterarse de que había perdido la virginidad y no se lo contó, se molestaría y tal vez nunca lograría perdonarla. Pero si se lo contaba, había varios detalles sobre Edward que no podía explicar. Ni siquiera había encontrado una explicación razonable para el accidente en el estacionamiento del instituto y llevaba varias semanas pensando en eso.

―Así me veo cuando solamente duermo tres horas. ¿Descansaron bien?

―Sí. Mi habitación era muy cómoda ―contestó Tom.

―Yo disfruté del baño caliente que deseaba ―declaró Gema contenta―. ¿Cómo estuvo tu habitación, Anya?

―Excelente. Cuando oí la alarma, me costó mucho despegarme de las sábanas.

Terminaron de desayunar en diez minutos y continuaron con el viaje en carretera. Al llegar a la zona en la que se había producido el accidente que pudo costarles la vida, los tres se fijaron en los vehículos que fueron dejados a ambos lados de la carretera. Dos de los vehículos involucrados se habían reducido a meras partes metálicas abolladas. Parecía bastante evidente que los ocupantes no sobrevivieron. Anya trató de no pensar en eso.

Tomó su celular y le envió un mensaje de texto a Edward en el que decía : "Te amo". Unos segundos después, recibió la respuesta de: "También te amo, cielo. Espero poder abrazarte pronto". Anya sonrió y deseó que él estuviera a su lado. No estaba segura de que pudiera mantenerse apartada de él y fingir que no se sentía atraída, no después de que hicieron el amor.

La pelirroja tuvo que reprimir un suspiro al recordar la forma en que sus cuerpos se entrelazaron, compartiendo placer y amor. Incluso con sus partes íntimas aún doloridas después de su primera vez, lo deseaba de vuelta.

¿Cómo no desear a Edward si era tan cariñoso y considerado? No sólo había sido un caballero dentro de la cama, también cuando terminaron. Con una toalla húmeda caliente le había aliviado el escozor entre sus piernas antes de arroparla con la colcha. Incluso se encargó de tender toda su ropa mojada junto al calentador.

Despertar junto a Edward fue una de las experiencias más felices de su vida. Se negó a soltarlo y trató de no escuchar ninguno de los argumentos de su amante para convencerla de que se reuniera con sus amigos. Al final, a él no le quedó más alternativa que besarla hasta hacerle perder el sentido y hacerle prometer que se vestiría, regresaría a Forks con sus amigos y lo esperaría esa noche en su habitación.

Al llegar a Forks, Tom condujo primero a la casa de la pelirroja. Anya se despidió de sus amigos y les agradeció por el viaje. Buscó las llaves en su bolso cuando los vio alejarse y le envió un mensaje a Edward para informarle que había llegado a su casa. Cuando fue a abrir la puerta, esta se abrió.

La vecina de BELLA SWAN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora