Parte 5

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Anya aceptó la taza de chocolate caliente que le pasó Emily. Estaban dentro de la tienda de artículos deportivos de la familia de Mike. La señora Newton les había ofrecido una bebida caliente mientras aguardaban a que los chicos cambiaran el neumático de la minivan de la madre de Matthew.

El otro grupo se había marchado dos horas atrás y probablemente estarían ya instalados en la playa. Las tres chicas, Gema, Emily y Anya, se habían ofrecido a ayudar, pero Matthew y Tom les dijeron que tenían todo controlado. Al menos habían notado que el neumático estaba perdiendo aire cuando aún estaban en Forks.

Estuvieron otros veinte minutos ahí hasta que todo estuvo listo. Ese pequeño imprevisto no logró bajar el ánimo del grupo. Tom y Gema se aseguraron de poner la alarma a sus vehículos y luego subieron a la minivan. Los cinco viajaron con comodidad mientras disfrutaban de las canciones puestas a todo volumen.

Al alcanzar la calle empedrada que llevaba hasta el estacionamiento de la playa, Matthew no se detuvo ahí.

―Creí que iríamos con el otro grupo ―dijo Emily.

―Tengo algo mucho mejor planeado para nosotros. Después del almuerzo podremos reunirnos con ellos ―contestó Matthew.

―Estaremos en el otro extremo de la playa ―comunicó Gema―. Instalaron un mirador en el peñasco.

Matthew dejó el vehículo estacionado junto a la entrada del área boscosa marcada por troncos finos que formaban una especie de marco, donde colgaba un cartel que decía "Mirador del Lobo".

El sendero estaba marcado por un camino de tierra que era fácil de distinguir y les tomó cerca de quince minutos subir hasta el peñasco. La vista era tan espectacular que se quedaron un buen tiempo contemplándola. Las aguas oscuras golpeaban la costa con fuerza, salpicando la espuma varios metros arriba. Cuando Gema sacó la mano bajo el barandal de seguridad, logró sentir algunas gotas en los dedos.

Para el almuerzo habían llevado todo tipo de comida en paquetes: papas, aros de cebolla, barras de cereal, nachos y carne seca. Se repartieron la comida al regresar a la minivan y se sentaron a almorzar dentro. Matthew condujo de regreso al estacionamiento de la playa First Beach y estacionó junto al vehículo de Mike.

En el otro grupo estaban Mike, Tyler, Eric, Ben, Ángela, Jessica, Bella, Lauren, Lee, Samantha y otras tres chicas con quienes Anya no había hablado jamás. Anya bajó de la minivan y sintió que Tom le colocó una gran manta impermeable sobre los hombros. Parecía que sus amigos estaban pendientes de que no volviera a pescar otro resfriado.

Hacía un buen tiempo en teoría, no llovía y había algunos rayos de sol, pero el paisaje seguía siendo gris y con las brisa marina se sentía bastante el frío. Los cinco bajaron a la playa y se encontraron con la mitad del grupo, sentados sobre troncos frente a una fogata. Al parecer los que faltaban habían ido a dar un paseo para ver las lagunas naturales.

Anya fue con Tom y Emily a dar una vuelta por la orilla. Anya se fue retrasando para dar intimidad a la pareja. Se aproximó a un enorme tronco caído y tuvo cuidado para pasar entre las rocas grandes. La marea estaba lo suficientemente baja para que aquel lugar estuviera seco. La pelirroja tendió la manta impermeable sobre la arena. Se sentó y con el extremo de la manta que sobraba se cubrió la espalda para poder recargarse contra la roca gris sin que le molestara el frío.

La vista de la playa era perfecta para tomar varias fotografías. La isla que se alcanzaba a ver tenía una forma singular desde ese ángulo. En momentos como aquel extrañaba aún más su cámara y trataba de recordar los detalles que hacían a la imagen única para aplicarlos a algún trabajo futuro.

¿Qué era lo que decía sobre la familia del doctor? —Anya escuchó que preguntó una voz femenina, aparentemente del otro lado de las rocas.

La vecina de BELLA SWAN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora