Epílogo

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Anya bebió el tercer vaso con agua desde que fue invitada a pasar a la casa por Carlisle y Esme. Los análisis de sangre que Carlisle había hecho por triplicado (usando un nombre falso para la paciente) dieron positivo a la hormona del embarazo. Con respecto a la muestra que dio Edward, el análisis de recuento espermático había arrojado resultados que se encontraban dentro del rango normal esperado en un hombre humano.

Después de confirmar el embarazo, Carlisle le explicó que debía tomar algunas vitaminas prenatales y mantenerse hidratada. También debía alimentarse bien, sin saltarse comidas y seleccionando bien los alimentos para mantenerse lo más saludable posible.

―Pasamos la noche buscando leyendas de otros pueblos ―dijo Edward sentado a su lado, tomándole de la mano―. No encontramos nada.

―Bueno, debe haber alguien más en el mundo que haya pasado por lo mismo o que conozca a alguien que lo hizo. Es cuestión de buscar.

―Pareces muy segura ―observó Alice.

La pelirroja se volteó a mirar a la hermana de Edward, que estaba parada junto al sofá. Le agradaba. Con su actitud jovial parecía capaz de ganarse a cualquiera.

―Edward primero me dijo que nuestra relación era particular. Una semana después me contó de la otra familia como esta que vive en Alaska, integrada por mujeres vampiros que seducen a los humanos. Debe suceder lo mismo con esto.

―Emmett y yo ya tenemos un viaje planeado ―contestó Rosalie, desde el sillón a la izquierda―. No será problema cambiar el destino. Carlisle, ¿dónde crees que sea más probable encontrar respuestas?

Anya sonrió, sorprendida y agradecida por la colaboración de la familia de Edward que acababa de conocer.

―Gracias, Rosalie.

―Lo que sea para facilitarte el embarazo ―contestó la rubia.

―Creo que en los países nórdicos podría haber algo ―dijo Carlisle.

―También en el sur, en el bosque tropical del Amazonas ―agregó Edward.

―Jasper y yo podemos ir a Brasil ―se ofreció Alice.

La pelirroja se quedó escuchando los planes de viaje que estaban haciendo para buscar leyendas que pudieran guiarlos en aquel embarazo. Cualquier información sería de ayuda. Como no contaban con tiempo, saldrían esa misma noche. También esperaba que a Emmett y Jasper no les molestara formar parte de ese plan improvisado cuando se enteraran al regresar de cazar.

Esme le ofreció un sándwich como aperitivo y la pelirroja aceptó, más por amabilidad que por hambre. Pensó que, si los Cullen habían comprado comida para ella, lo mínimo que podía hacer era comer y se sorprendió cuando terminó devorando el sándwich con pocos mordiscos.

Después de beber otro vaso con agua, Edward le permitió que se recostara en su pecho, lo que resultaba refrescante en aquel día cálido. Para el resto del fin de semana y la siguiente se pronosticaban temperaturas por encima de los dieciocho grados.

―¿Cómo haré para esconder mi embarazo de mis padres en pleno verano? ―preguntó Anya mirando a Carlisle.

―No se puede ―contestó el doctor.

Edward le acarició el brazo con suavidad.

―Tendremos que fingir tu muerte ―dijo el de pelo cobrizo.

Anya apretó los labios con pena. Había creído que habría alguna otra alternativa.

―¿Tiene que ser definitivo? He visto telenovelas malas con mi mamá y hay personajes que regresan con amnesia después de que fueron dados por muertos. Podemos hacer algo así.

La vecina de BELLA SWAN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora