Parte 8

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Anya arrastró dos bolsas de basura llenas hasta el contenedor con ruedas en el patio trasero. Cargó las bolsas y cerró la tapa de plástico. Se secó el sudor de la frente con la manga su suéter y sonrió con satisfacción. Había terminado de limpiar la sala de estar y la cocina, y devolvió todos los objetos a su lugar. Cuando sus padres se enteraran de la fiesta que hizo allí, no tendrían motivo para molestarse.

Los invitados habían dejado la casa en mejor estado de lo que había esperado. No hubo derrames de bebidas en los muebles ni el suelo. Y la comida esparcida no salió de la cocina. El último de sus compañeros se retiró a las dos de la madrugada y Anya subió a su habitación sin perder tiempo y se lanzó a su cama dispuesta a dormir hasta tarde. El domingo despertó al mediodía y se puso a limpiar después de desayunar cereales con leche.

Había quedado de hablar con Edward esa tarde, antes de que sus padres regresan de Portland. Tenía tiempo suficiente para tomar un baño y arreglarse. Después de lo que habían hecho, no sabía cómo debía tratarlo. Para ella había sido maravilloso...

―Anya, hola.

La pelirroja se volteó y vio a Bella. Se la veía preocupada. Anya se lamentó no haber encontrado aún la forma de justificar que Edward fuera capaz de detener la furgoneta de Tyler sin resultar herido. Si ella se lo preguntaba, no podría darle una respuesta. No tuvo más remedio que tomar el control de la situación, iniciando la conversación y manteniéndose alejada de ese tema.

―Hola, Bella. ¿Hablaste con Jessica? Te estuvo buscando hacia el final de la fiesta.

Las mejillas de Bella se tornaron rojas.

―Aún no.

―¿Dónde te metiste? La ayudé a buscarlos a Mike y a ti. Él estaba en el jardín frontal, tumbado junto a las flores. Creo que Jessica pensó que te escabulliste con Mike. Cuando no los encontró juntos, supuso que te fuiste a tu casa apenas nos oíste cerca.

―¿Qué?¿Con Mike?

―Jessica es tu amiga. No soy la indicada para dar sermones morales, tú sabes por qué. Aún así, no me parece bien que te escabullas con el novio de tu amiga. Mucho menos cuando ella está en el mismo lugar. Lo siento, me parece que metiste la pata hasta el fondo y de una forma ridícula.

Bella negó con la cabeza y metió las manos en los bolsillos de su abrigo.

―No estuve con Mike. No le haría eso a Jessica y él no me gusta de ese modo.

Anya frunció el entrecejo.

―Deberías asegurarte de que ella lo sepa si no quieres ser conocida como la buscona de Forks. Bien, entonces, ¿dónde estuviste?

―Yo... lo siento. Hice algo muy estúpido. No sé en qué estaba pensado. Cuando bajé, ya había pasado demasiado tiempo y decidí que lo mejor era regresar a casa.

Anya la miró por un momento y reprimió la risa cuando decidió hacerse la desentendida.

―Oh, entiendo. Aún no he revisado el baño de arriba. Si te cayó algo mal, no pasa nada. A todos nos ha pasado.

Bella se puso aún más roja si era posible.

―No, no fue eso. Lo siento mucho, Anya.Fue... De camino al baño vi tu nombre en la puerta del fondo y quise echar un vistazo. No sé qué esperaba encontrar. Tenías razón, el accidente con la furgoneta me ha hecho pensar cosas sin sentido.

―Bueno, supongo que no me molesta que hayas mirado un momento mi cuarto. Trato de mantenerlo ordenado siempre. Sobre lo de Edward, estuvo de acuerdo con que te contara su secreto. Bastará con que me des tu palabra de que no lo repetirás bajo ninguna circunstancia.

La vecina de BELLA SWAN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora