Relatos cortos de diferentes parejas de One Piece en diversos AU.
Todos los OS que vaya escribiendo y no quiera incluir en nuevos libros para sobrecargar mi perfil estarán aquí. Habrá todo tipo de parejas y temáticas, pero siempre se tratarán de esc...
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Sangre, sangre y más sangre. Barricadas sin razón de ser, campo quemado y minas que explotaban por sí solas cada vez que se acumulaba demasiada metralla en el terreno o alguna granada estallaba cerca. Vómito, fuego y podredumbre. A veces el gas letal no era la peor forma de morir.
A lo lejos, un ave rapaz volaba en espiral, acortando cada vez más sus pasos a su objetivo. Kid tuvo la certeza de que ella también acabaría muerta si se dedicaba a alimentarse de los cadáveres infectados que habían quedado en las trincheras. Quizá sería el de Dellinger, el de Pudding, el de Nekomamushi o el de Hiyori. Tampoco podía recordar ya dónde había muerto cada uno y si habían tenido tiempo para enterrarlos en una fosa y que no pudriesen todavía más la tierra.
El cielo estaba plomizo y no supo si aquello era bueno al poder hidratarse su cuerpo —en el caso de no ser lluvia ácida lo que se avecinaba— o malo por las condiciones fatídicas del terreno. Lo último que deseaba era disparar en medio del barro.
—Toma un rifle, Kid.
El soldado alzó la vista y se cruzó con la suave sonrisa de Robin, que le extendía un arma antes de sentarse a su lado y limpiar la suya. Los mechones grasos de cabello negro caían a los lados de su cara y le costaba ver lo que hacía con lo pesados e incontrolables que estaban tras una buena temporada sin una ducha decente. Kid lo sabía bien. En el frente no había gomina y su cabello pelirrojo ya no estaba tan brillante y puntiagudo, cayendo hacia atrás de mala manera, algo encrespado. Por lo menos llevaba unas gafas de protección para que no bajase por su frente—. ¿Cómo has visto el flanco derecho?
—Kuzan, Smoker y Sabo podrán defenderlo bien. Están motivados, aunque el último echa de menos a su novia. Supongo que no todos tienen la suerte de esos dos o la nuestra —comentó con picardía. Solo por su tono juguetón supo que no necesitó ni que Sabo abriese la boca para que se diese cuenta enseguida. Sin lugar a dudas era una mujer de armas tomar.
