🔞 Nirvana; DoffyCroco

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ADVERTENCIA: Se tratarán temas sensibles como las relaciones tóxicas y la drogadicción

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Y, por enésima vez, Crocodile estaba enfadado con Doflamingo. Habían quedado en compartir coche para ir a la rave, pero estaba desaparecido del mapa, no contestaba las llamadas ni aparecía por ningún lugar. Dentro de su vehículo, con el motor apagado para no quemarlo y el frío comenzando a entumecer sus dedos, se puso a pensar en por qué aguantaba a un hombre que ni siquiera le importaba, que lo trataba como un niño a pesar de llevarle cinco años y que le daba el mayor asco posible. Después de veinticinco años de experiencia, él aún no había aprendido ni una sola lección, por lo visto.


«Ese hombre es un cretino y un maníaco. Ni siquiera le dirijas la palabra», se había dicho la primera vez que se cruzaron de fiesta. Pero no le hizo caso a su instinto y, cuando el otro joven se acercó para charlar con él, no opuso ninguna resistencia fuera de la sequedad habitual de Crocodile. Doflamingo había sido simpático, divertido, curioso e incluso amable. A pesar de que lo había visto en anteriores fiestas cuando coincidían sus grupos de amigos, nunca se le había dignado a hablar por un simple motivo: cada vez que alguien se acercaba a él, o había una pelea o un corazón roto. Y Crocodile no tenía el más mínimo interés en nadie como para aguantar a semejante escoria. Y al final, cuando se le acercó, le había parecido una persona completamente diferente.

Ese fue su primer error.

Y no es que fuesen pareja o algo por el estilo. Hasta Dios conocía cómo se les revolvía el estómago de pensar en ello. Solamente charlaban por el móvil, coincidían de fiesta y acababan invitando al otro a alguna rave. Y no debería ser para tanto, pero cada vez que se iniciaba de nuevo ese ciclo, Crocodile renegaba de Doflamingo y Doflamingo ignoraba la existencia de Crocodile. Porque ellos dos eran incapaces de no odiarse si estaban sobrios y ninguna sustancia llenaba sus cuerpos. Solo la noche, la madrugada y la mañana podían abrigar alguna palabra amable que no provocase una respuesta violenta.

Y, aun sabiendo aquello con certeza, Crocodile seguía allí sentado, con la barbilla sobre los nudillos mientras veía hacia el aparcamiento que tenía delante. Doflamingo siempre llegaba, aunque fuese tarde y a rastras. Ni siquiera se le pasó por la cabeza que le hubiese ocurrido algo porque, en todo caso, quien se cruzase con él sería a quien le ocurriría algo.

Recopilatorio One Piece; one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora