Cuestión de suerte; FranUsobin

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Usopp siempre había sido el último en la larga lista de afortunados en la vida

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Usopp siempre había sido el último en la larga lista de afortunados en la vida. Mientras todos ascendían en sus trabajos y encontraban estabilidad, él seguía haciendo prácticas en una oficina cualquiera. Vivir de la pintura era demasiado complicado en aquellos tiempos y, como ya había vaticinado su madre con preocupación, no pudo conseguir un puesto estable ni que aceptasen sus portfolios.

El tiempo seguía pasando, y él saltaba de empleo en empleo buscando alguna oportunidad nueva. Pero el resultado siempre era el mismo. Suspiró y se recostó en el sofá del salón, tapándose con el antebrazo lo poco que podía de su rostro sin aplastarse la nariz.

—¿Pasa algo, Usopp?

Por el pasillo de la cocina había llegado Franky. Llevaba un paño en las manos y lo más probable era que estuviese lavando los platos cuando lo vio allí tirado con aquella cara de cansancio—. No es nada nuevo; no te preocupes. Simplemente no me veo con fuerzas para encontrar otro trabajo ahora mismo.

Tiraron de sus piernas y vio cómo Robin las ponía sobre las suyas tras sentarse. Agarró el periódico que había dejado dejado en su pecho y comenzó a ojearlo sin disimulo—. Para no tener fuerzas, sí que le has dado uso. Has desteñido los anuncios del otro lado con tanto rotulador... No te sientas culpable, Usopp. Hoy ya lo has intentado. Prueba a descansar un rato y seguro que te sentirás mejor —le aconsejó con una de sus pequeñas sonrisas mientras acariciaba el brazo que el moreno todavía mantenía sobre su vientre.

—Siento como si fuese a perder todavía más el tiempo si hago eso. No quiero ser el único que no aporte nada para pagar el alquiler del piso y las facturas.

—Alto ahí, hermano —lo interrumpió Franky acercándose a él y sentándose sobre la mesa china que tenía enfrente—. Deja tu carga de responsabilidad para cuando te toque limpieza general. Por unas horas no pasa nada. Las noticias no se van a desintegrar.

—A no ser que caiga una bomba atómica en la ciudad.

—¡Robin, deja de decir esas cosas! —El susto de Usopp sirvió para apartar sus pensamientos de aquello que lo atormentaba. Y se sintió a gusto rodeado por ellos. Cuando más lo necesitaba, ellos estaban ahí y lo hacían sentir mejor.

—Venga, hazle caso a nuestra superdama. Al fin y al cabo, es la más lista de los tres y sabe lo que te conviene. —Usopp asintió e intentó levantarse, pero Franky lo alzó como si no pesase nada y lo cargó en sus brazos—. Deja que te lleve yo, anda.

Aunque fuese una petición, tampoco tenía más opciones con lo bien que lo agarraba. Antes de perderse por el pasillo en rumbo a su habitación, pudo contemplar cómo Robin le guiñaba un ojo divertida antes de levantarse y seguirlos.

Fue ella quien les apartó las sábanas para meterlo dentro y quien lo arropó con calidez—. ¿Puede quedarse alguno conmigo, por favor?

Esbozando ambos una sonrisa de ternura, se miraron y se movieron cada uno a un lado para abrazarlo con cariño—. Sabes que estamos para lo que necesites, cielo —susurró Robin mientras le apartaba el pelo rizo de la cara y besaba sus labios brevemente.

Recopilatorio One Piece; one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora