capitulo 5

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¿Qué tan mala suerte puedo tener?

Con mi cuerpo sin un poco del cansancio que sentí al despertar corro lo más silencioso que puedo y me meto en un callejón.

El estar rodeado de fantasmas no me da ni una pizca de alegría, bueno, un poco si.

El saber que aquí puedo ubicarme un poco y lograr regresar con mi Rey o a la cumbre me da un poco más de alivio del que tenía en la extraña selva.

La segunda parte de todo el tema es que no sé defenderme muy bien, para ser exactos no tengo ni una sola arma con la que pueda protegerme en el camino de regreso. Ni siquiera mi espada, no recuerdo el momento en el que dejó de estar en mi cinturón, sólo recuerdo que un día quise volar para salir de la selva y ya no estaba en mi posesión.

A la vista no logró encontrar una salida de aquí, sólo puedo ver que hay chozas destrozadas, pero en cada rincón hay fantasmas y demonios del más bajo nivel, podría pelear en cuanto logre tener un arma, no obstante; alertaria sobre mi presencia aquí y eso terminaría por condenarme.

Logro encontrar una pequeña choza igual de destruida que todas las de mas, pero un poco más alejada, hace rato que deje de toparme con cualquier ser. Lo malo es que no hay tanta aglomeración aquí por lo que podría ser más difícil esconderme.

No me puedo permitir el lujo de relajarme, sé que en el momento en el que deje de estar alerta sería mi fin.

El que sean de bajo nivel los demonios no significa que no puedan matarme, más si me notan y me atacan en grupos.

No hay día ni noche por lo que pude notar, trate de ver si hay algún castillo o una casa que me diera un indicio de el lugar en el que me encuentro pero no logró ver nada más allá de las espesas cortinas de humo.

Un agrio olor se entremezcla con el inconfundible hedor de cuerpos en descomposición.

No tengo noción de los días, estoy seguro que llevo entre unos diez días cambiando de locación.

A medida que voy moviendome el piso cada vez es más rojizo y encuentro demonios de mayor rango.

Lo que antes parecía un piso completo de tierra roja se convirtió en charcos de sangre pegajosa.

En más de una ocasión regurgite a causa del hedor asqueroso.

Poco a poco estuve más débil hasta que no podía estar de pie.

Entre el delirio de la fiebre quizás del mismo malestar y el hecho de que el calor es tanto que el mismo viento caliente que circula me quema parte de la piel, no puedo moverme por demasiado tiempo.

Las quemaduras están nfectadas y estar recostado en los charcos de sangre podrida no me está ayudando.

Cada vez tengo menos fuerza para poder moverme, sin darme cuenta estoy cada vez más acercandome al peligro en lugar de alejarme, siento como una fuerza mayor que me incita a acercarme a aquellos pozos de fuego que son lo único que se ve desde la distancia.

Por más que lucho por volver termino usando la poca energía que tengo para dirigirme a mi muerte.

Mi cuerpo no me obedece. Siento como si estuviera viendo todo desde otra perspectiva.

Las lágrimas hace tiempo que dejaron de salir. Hace días que la garganta dejo de permitirme emitir un sonido. 

Pero en mi mente grito y suplico cada segundo que pasa.

El deseo de volver el tiempo atrás y quedarme en el Palacio con mi Rey llena mi mente cada momento.

Suplico para que la extraña burbuja aparezca y logre llevarme a un lugar diferente.

Más nunca pido morir.

El querer regresar con mi Rey es la razón por la que a cada momento me da fuerza para luchar y alejarme de aquí, aunque al final del día termino acercandome más al pozo.

En más de una ocasión vi mi fin llegar, no le di la mano a la muerte, pero sin embargo éste momento era uno de ellos.

La extraña sensación de que tu cuerpo va a apagarse. El poco oxígeno que entra no hace más que ahogarme.

Los destellos de luz en mi vista me dan la sensación de que por fin amaneció en el oscuro infierno en el que estoy.

Todo se siente cada vez más jodido, el no saber cuando va a ser mi fin y el momento en el que nunca más veré a mi Rey.

Con la poca lucidez que tengo escucho el pequeño sonido de una pisada.

Pienso que quizás es mi imaginación, el sonido fue tan bajo que no estoy seguro de lo que escuche. A pesar de no estar seguro lo mismo mi corazón palpita como loco con la idea de que un demonio logró encontrarme y va a matarme.

La otra parte de mi ser palpita de la emoción de pensar que mi Rey es quien me encontró.

La emoción crece cuando logró divisar unas túnicas azules como las del Reino del hielo.

Abro la boca para hablar pero no sale ni un sólo sonido más que un extraño gemido.

Entre el sonido de la sangre circulando y los latidos desenfrenados de mi corazón en mis oídos, escucho una voz que habla y siento claramente como mi corazón se detiene para continuar palpitando hasta el punto que duele.

No es mi Rey.

-Haz que aguante un poco más, quiero ser quien lo torture hasta su muerte.-

- Si, lo que ordene.-

En cuestión de segundos consigo respirar con normalidad después de días y eso hace que termine ahogandome, trato de sentarme como puedo, con medio cuerpo inclinado a un costado, comienzo a toser a lo que termino escupiendo sangre, a estas alturas no me asombro.

Sólo me demuestra que tan mal estoy.

En esta posición estoy dándole la espalda al demonio y a su acompañante.

-Tendría que haberte matado cuanto tuve la oportunidad, ahora que no está el asqueroso "rey" protegiendote no eres más que un gusano.-

Quiero correr e irme lo más lejos que puedo en cuanto empieza a hablar y recuerdo esa voz.

La forma despectiva en la que se refiere a MoBei-Jun me da ganas de terminar con su existencia.

Entro en un conflicto interno al comenzar a insultar a mi Rey por no matar a su tío cuando tuvo la oportunidad.

Linguang-Jun tiene razón, con una sola mano puede destrozarme.

Siento que da unos pasos hasta donde estoy y me levanta del suelo agarrandome del cuello sin ningún esfuerzo.

-Un solo movimiento y sería tu fin.-

Cambia de mano y esta vez me agarra desde el pelo.

Quiero gritar del dolor que causa el sentir como se desprende de mi cuero cabelludo.

Sigue sin salir un sólo sonido de mi garganta. Y las lágrimas parecen quemarme en el momento que tocan la piel infectada de mi rostro.

-No sería emocionante, eres el pase que me dará lo que me pertenece por naturaleza.-

El pensar que este demonio va a ser quien termine con mi existencia y el hecho de que va a utilizarme para llegar a MoBei hace que comience a temblar, muevo mis ojos para divisar algo con lo que matarme en este momento, pero no veo nada.

Tampoco tengo la suficiente fuerza para poder luchar y terminar todo en este momento.

Me arroja contra el suelo y saca un pañuelo para limpiarse las manos mientras se da la vuelta.

-Es hora de irnos, vamos a empezar con la diversión.-

Una vez más el polvo dorado aparece y se extiende por nuestros cuerpos esta vez con una velocidad increíble y luego sólo es la luz cegadora lo que queda.

Otra vez pierdo el conocimiento.





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