En cuanto abrí los ojos la fría habitación seguía igual: techo blanco, recién pintado y un montón de camas mal acomodadas, todas con la misma colcha, las mismas sábanas , el mismo tipo de almohada.
Miré la cámara de seguridad, intentando ocultarse en una esquina, sin éxito. Todas sabíamos dónde estaban todas las cámaras, sin excepción.
Mis manos estaban lisas, con la piel reseca y poco cuidada. Me ardían, pero algo ardía más: mi ansiedad. Necesitaba mis diuréticos, mis laxantes... necesitaba mi vida de regreso. Quería regresar el tiempo, volver a ser la misma. Claro, la misma que estaba delgada y era popular. A aquella que veían con amor por los pasillos y le sonreían. La que era aceptada por todos, sin excepción.
Nos pararon a todas a la misma hora, para vestirnos y entrar a las pláticas programadas para esta mañana. Estar aquí era como estar en prisión. Yo, hasta ahora, tenía prohibidas las visitas. Me vigilaban todo el tiempo y tenía completamente prohibido tomar, fumar, consumir alguna droga, o tal vez, cumplir su máximo miedo, que yo vomitara una vez más. Para mi buena suerte había descubierto que en el baño no había cámaras, así que de vez en cuando fumaba un cigarro o vomitaba. Ya me había descubierto, y ahora me tenían más vigilada que nunca. Tenía al psicólogo vigilándome todo el tiempo.
No lograba entenderlo, vagamente recordaba nuestra primera plática. ¿Negar que me agradaba físicamente? No podía. Aun así, me parecía un ser insoportable que tendría que tener un consultorio en la zona metropolitana, no sería para menos siendo un egresado de una cara universidad del extranjero.
--Hola, me llamo Niall -me dijo, con una sonrisa condescendiente-. Y seré tu instructor en este camino.
-Querrás decir mi loquero.
-En estos casos, me puedo volver tu mejor amigo.
-¿Qué intenta? -cuestioné, mirándolo fijamente a los ojos.
Él me sostuvo la mirada.
-Ayudarte. Necesitas ayuda.
Yo no necesito ayuda, eso es lo que les tendría que quedar claro, estoy bastante bien de mis facultades mentales. Si ser gorda es un pecado, entonces estoy en el lugar correcto.
Me han dicho que debo repetir la frase: "Estoy aquí porque tengo un problema, y debo solucionarlo". Obviamente yo me niego a repetir esa estúpida frase, ya que no es verdad.
-Buenos días -me saluda Niall con la mano y una sonrisa.
Yo decido barrerlo y sigo de frente.
-¡Oh vamos! -dice, ampliando su sonrisa-. Sabes que a primera hora debes ir a mi consultorio.
-No es así. A primera hora tengo una estúpida plática sobre hábitos alimenticios.
-¡Oh bien! -dice él, levantando las manos en son de disculpa.
Pero sabía que era verdad. Tengo que acudir a su consultorio dos horas.
Probablemente será como siempre: dos horas de inútil silencio, en donde únicamente hablará él, mientras yo repaso la habitación que ahora ya me sé de memoria.
Al final, transcurridas las dos horas, tendrá que dejarme salir. Como siempre, no llegaremos a nada y él entregará un reporte vacío al finalizar el día.
-¿Tienes algo que contar? ¿Cómo ha sido este último mes aquí?
Me quedé en silencio mientras lo observaba. Su rostro mostraba toda la amabilidad que era capaz, mientras sus labios se curvaban en una fina y suave sonrisa. Sus ojos avellana intentaban descifrar los míos.
-Agarra tu chamarra -me pidió, borrando esa sonrisa y poniéndose de pie.
-Acaba de inciar la sesión, ¿vas a dejarme ir tan pronto? -reí, en tono burlón.
-No. Nos vamos.
Continuará.
Que piensan sigo con la historia
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sombras de blasfemias
FanfictionBueno, encontrar un título perfecto para hablar de un tema fuerte, y que el título dijera más que mil palabras, fue una tarea no muy sencilla. Blasfemia se define como: 1. f. Palabra o expresión injuriosa contra Dios o las personas o cosas sagradas:...