Eso me horrorizó, y sentí que empalidecí un poco.
—Tú tienes su mismo aspecto —prosiguió—. A veces también pensaría que tú eres un muerto viviente, sobre todo por lo poco que hablas y expresas lo que sientes. Caminas por el centro, pero realmente pareciera que tu presencia no se resiente. Yo a penas y te conozco, y eso que estoy obligado a hacerlo.
—No quiero a ninguna de esas psicópatas como amiga.
—¿Me dejas invitarte un helado?
Lo observé lentamente. Sus ojos brillaban, como si fuera a realizar una misión inquietante y estuviera feliz por ello.
—Sí —acepté.
Me había prohibido comer cualquier cosa que tuviera una caloría encima. Tal vez era por eso que había dejado de comer, porque hasta las frutas y verduras tenían calorías.
—Tal vez así podamos hablar un poco sobre cómo te sientes con respecto a esto.
—Lo único que quieres es sacarme la historia de cómo llegué hasta aquí. ¿Y sabes qué? Tal vez me dé por vencida y te la cuente.
—Te reitero que tengo la intención de ser tu amigo.
—¿Te pagan también para ser mi amigo?
—No, me pagan para ser tu psicólogo. Ser tu amigo ha sido decisión propia.
—¿Por qué?
—Aún intento encontrar la respuesta a eso.
—Como sea, creo que eso al final terminará dándonos igual, ¿no te parece?
Estábamos frente a frente en la heladería que él había catalogado como “tremendamente deliciosa”. Al final, ni siquiera había pedido helado, sino yogurt con frutas y granola. Mi culpabilidad disminuía únicamente de esta manera.
—¿Cómo se supone que debo empezar?
—Por el inicio, ¿qué no?
Reí un poco antes de decidir cuál era el inicio de todo este embrollo. Cuándo había decidido volverme esclava de las dietas.
—Supongo que todo inició en el último año de la segundaria, lo que nos remonta a dos años atrás. Fue algo simple, algo que pudo pasarle a cualquiera, pero me pasó a mí. Estaba enamorada de mi mejor amigo, un chico alto, de cabello castaño y ojos café claro, me parecía el chico más atractivo, y todas pensaban lo mismo. Su nombre es Dylan.
Miré a Nialler, todavía analizando si quería seguir con mi relato.
Decidí que tal vez así era.
—¿Y qué pasó con Dylan?
Suspiré.
—Nada, en realidad nunca pasó nada. Pero todos decían que era porque yo estaba gordita, que ese era el motivo por que el que Dylan no estaba conmigo.
La palabra gordita me causó un nudo inevitable en la garganta. Pero no me atreví a soltarlo.
—¿Tú qué piensas?
—Que es verdad.
—¿Por qué?
UN AÑO ATRÁS.
Me miré en un espejo, realmente incómoda por cómo me veía. Esta moda no me iba para nada: pantalones entallados y tops hacían que reluciera toda la grasa que traía encima.
Me examiné una vez más en el espejo del vestidor antes de asegurarme de que la ropa no me cerraba y no me encajaba, ¡qué decepción! Me dieron ganas de llorar del coraje, porque toda la ropa estaba diseñada para niñas delgadas y con curvas. Yo era gordita y con escasas dimensiones.
Continuará.
No creo que ella esté bien, es más, dudo que exista un rastro en ella.
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sombras de blasfemias
FanfictionBueno, encontrar un título perfecto para hablar de un tema fuerte, y que el título dijera más que mil palabras, fue una tarea no muy sencilla. Blasfemia se define como: 1. f. Palabra o expresión injuriosa contra Dios o las personas o cosas sagradas:...