Capítulo 8

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Cuando llegué a casa, ni siquiera saludé a mi padre. Subí a mi habitación, tiré la mochila y me tumbé en la cama, tirándome y devolviéndome el balón, una y otra vez, de arriba a abajo. Me ayudaba a pensar. No sabía por qué Jane se había comportado así, ¿que quería decir con eso?¿qué ya no íbamos a ser amigos?¿qué ya ni siquiera podría conocerla? Sabía más que nadie que la gente siempre se va, y siempre lo hacen demasiado pronto. Me sentía enfadado, y a su vez preocupado. Tenía un mal presentimiento. Las cosas no terminaban de encajar, el puzle estaba incompleto, ¿a qué venía todo eso?

Me apetecía salir a correr, hacía mucho tiempo que no lo hacía, desde que empezó el curso, y ya habían pasado cinco meses de aquello. Me pusé una sudadera, unos pantalones cortos de chándal y mis deportivas Nike. Bajé al salón no sin antes coger mi iPod.

+Papá, voy a salir a correr. -dije mientras cogía una manzana.

-Está bien, Ed.

Salí de casa. Empezó a sonar una de mis canciones favoritas de Yellowcard. La canción se títulaba Empty Apartment. La canción decía algo como Desapareciste de este apartamento vacío. O, está bien enfadarse y no dejar ir. Por alguna razón, algo me decía que no la dejase ir. Que tenía que conocerla. Seguí corriendo. Cada vez más rápido. Doblé la esquina. Me choqué con alguien.

-¡Serás torpe!

+Vaya, lo siento. -no daba crédito a lo que estaba viendo, más bien a quién- Eh.

+Hola guapo, ¿me has echado de menos? -era Kate. Me agarró del cuello, y me acariciaba. Me solté. Lo que me faltaba.

+Kate, ¿qué haces por aquí?

-Te echaba de menos. ¿Tú a mí no?

+Kate, supéralo.

Me giré, y sonreí como brindándome y felicitándome. Kate siempre pensó que podría tenerme, a mí y a cualquiera. Ya no creía ninguna de sus palabras. Había jugado demasiado sucio.

Decidí pararme en una cafetería, me moría de hambre. La cafetería K & W. El nombre era por Klaus y White. Los encargados de que fuera tan bien el negocio. Pedí un perrito caliente. Tardé en comérmelo alrededor de 4 minutos, y me quedé allí, sentado en la terraza de la cafetería, viendo como atardecía. Oí el canto de algunos pájaros, unos venían, otros remontaban su vuelo. Yo me sentí un cobarde, debí haberla detenido.

El camino a casa lo pasé andando y sin encender mi iPod, debía dejar de evitar pensar, pero estaba pensando demasiado, mañana Jane me lo aclararía todo. Al llegar a casa, papá me esperaba con un paquete entre las manos.

+¿Se puede saber que te traes entre manos? -sonreí- nunca mejor dicho.

-Es para ti, ¿tienes una admiradora secreta, y no se lo has contado a tu padre? Ya te vale, hijo. Al menos será guapa, ¿no?

Los dos nos reímos.

Abrí la caja. Dentro había una serie de objetos que no eran míos, cada uno de ellos tenía una etiqueta, con una fecha señalada. No entendía nada. La casualidad fue que la persona que había dejado el paquete en mi casa se llamaba Jane. ¿Qué querían decir esas tres cintas? En cada una ponía algo distinto, en una "Para cuando estés triste", otra "Para que me conozcas mejor" y la tercera "Ed.." ¿Qué quería decir esa foto? Era una foto en blanco y negro. En ella posaba una niña pequeña, con un vestido de flores, por encima de las rodillas, tenía una sonrisa inocente. Le di la vuelta a la foto y en ella, además de una fecha había escrito "¿Podría ser más feliz?", me fijé que en la esquina izquierda estaba escrito en lápiz "No". ¿A qué se debía todo eso? Cada vez me parecía todo más raro. Y más aún cuando escuché la cinta de "Para que me conozcas mejor". Sonaron canciones como Radiohead, Chasing Cars, Breathe me, Empty Apartment... y más canciones que yo mismo tenía descargadas en el iPod.

Al día siguiente, Jane no apareció. No fue a clase. ¿Era aquello una despedida?

JaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora