🎀 Primera entrega - cuerpo

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No tuviste que conocerme
Reteniendome en el momento
Te pongo caliente y gimiendo

¿Por qué no lo dices?

Ni si quiera me di cuenta
Sin golpes para ir con ello
Tienes que mantenerlo enfocado

¿Lo quieres?

Sólo dilo.

Sólo dilo

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🎀

El cuarto estaba oscuro, pero tenía la suficiente claridad de los rayos lunares que se colaban por la ventana para ver a los dos cuerpos.

Roces de piel, capas de sudor, alientos desenfrenados y necesidad, mucha necesidad.

Omega pedía desesperadamente su coito, deseaba tanto; Eren le abrazaba, lo apegaba a su pecho desnudo, Levi buscaba sus besos, con anhelo.
El corazón del azabache latía de forma alocada y su rostro cubierto de carmín sólo dejaba una imagen de ternura ante el alfa, las perfectas y grandes manos de Eren descubrían cada parte de su pequeño ser.
Al mirar como su cuerpo reaccionaba a la estimulación, la vergüenza lo abatía.

Miro los ojos verdes cían de su dominante y al notar la leve sonrisa que tenía en los labios negó para sus adentros, volteando así de manera odiosa su rostro, no iba a dejarle ver al cadete cuanto estaba disfrutando de sus toques. Piernas enroscadas en la cintura del chico, sus posaderas tocando los muslos color acaramelado, mantenía un fuerte agarré en el cuello del contrario y su desnudes era espléndida; su celo no perdonaba y por desgracia la humedad era mucha.

Estaba sorprendido de la tranquilidad y suavidad del alfa, estaba escurriendo el líquido de su recto directo a las sábanas, estaba temeroso de lo que pronto pasaría por culpa de su propio cuerpo.

Y de cierta manera todo era culpa de Jaeger.

Se produjo un beso, sentía su cara arder al tacto de la fría palma de Eren.

Labios carnosos, lento sin apuros, roce de belfos con el Arco de Cupido, una abertura, suave, el castaño abrió su boca para dejar entrar la humedad de Levi; lenguas se encontraron en la cavidad, juego, movimiento. El oxígeno era necesario y un hilo de saliva los unía al separarse.

La piel de Eren estaba fría, el moreno tenía pequeñas gotas de sudor esparcidas, pero aún con ellas estaba helado; el capitán al tocarlo se quemaba, era tan frío que sentía un terrible calor, todo lo contrarió a su cuerpo, la fiebre era evidente, pero aun así mientras el alfa lo mimaba podía notar como la frescura era deliciosa.

El Capitán está enCinta ¦ EreRiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora