Capítulo 20

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Al abrir los ojos, la oscuridad, el terrible horror, el dolor, las ataduras, todo sigue ahí. A excepción por Jason, no estaba en aquella silla frente a mí, los ojos se me llenaron de lágrimas y comencé a llorar de la angustia.

Mi mente no recordaba cuántos días llevamos aquí, muchos o pocos, los que fueran, Guasón ya había hecho de todo con nosotros; y aún no había rastro de Batman. Me sentía desesperada, ¿por qué aún no nos encontraba? ¿¡por qué demonios no estábamos en la mansión con Alfred acechándonos cada segundo, con las tontas bromas de Dick y la compañía de Barbara?! Pero más importante, con la protección de Bruce.

La gran puerta de metal fue abierta, impactando con fuerza contra la pared ocasionando un gran estruendo, que fue acompañado con la escalofriante risa de él. Sentí cómo el corazón se me detuvo un segundo cuando arrojaron a Jason al suelo, completamente malherido.

Un sollozo escapó de mi, tuve tantas ganas de arrojarme hacia él y refugiarlo en mis brazos.

—el chico es resistente, no quiere contarme sus secretos–con un pañuelo quitaba sangre que escurría de su mejilla, a la vez quitando su percudida base blanca. 

—¿qué le hiciste, monstruo?–entre dientes saque voz de donde no había.

Sonriendo caminó hacia mí acercándose demasiado.

—solo...nos hicimos amigos.

Lo mire enojada, y con fuerza le escupí en la cara. En menos de lo que esperaba me abofeteó, volteando el rostro, jadeé adolorida cuándo sentí aquella cortada del labio abrirse de nuevo.

—eres una maleducada.

Sin siquiera haberla notado antes, alzó su brazo enseñándome un vara eléctrica, impactando contra mis costillas. No lo anticipe, solo grite del dolor, mi cuerpo se retorcía en la silla por las altas corrientes de voltaje.

Mareada por lo que hizo solté lagrimas, provocando su risa. Baje los ojos, chocando mi mirada con la de Jason, quien me miraba con pena y dolor. Estaba casi irreconocible, la sangre, los cortes y los moretones. Sin rastro de su jovial rostro.

Y seguro, yo estaba igual.

—gritas incluso mejor que el debilúcho de ahí.

Respire agitada a punto de soltarme a llorar de nuevo cuando vi su intención de seguir.

—¡déjala tranquila!

No sé de donde Jason sacó la fuerza para gritar desde el suelo casi desmayado, pero lo hizo. Guasón rodó los ojos.

—aww los tortolitos, ¿no son adorables?–suspiro falsamente–su amor es tan grande, pero inutil, solo los terminará destruyendo. Pero ya que insistes.

Encendió la vara y me dio la espalda. Jason en el suelo se tensó al verlo caminar hacia él.

—no...–susurré con la voz rota.

—sonríe pajarito–la vara comenzó a soltar chispas y el feo sonido de las corrientes.

Jason intentó arrastrarse hacia atrás, la mirada que tenía, su expresión inofensiva me agitaron el pecho y comencé a tirar de las sogas. 

—no...no por favor–su voz llena de miedo me sacaron las lagrimas.

—¡basta Guasón!–grité en medio del llanto.

—¡por favor, no!

Las descargas, sus gritos y la incesable risa del Guasón llenaron la habitación, no importa cuanto llorara, gritara o rogara, él no se detuvo hasta que Jason perdió la conciencia.

Un Avé con Las Alás Rotas (Jason Todd Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora