Capítulo 17

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★★★8 años antes★★★

Meliodas iba a toda velocidad en su BMW. No podía creer que Estarossa haya podido secuestrar a alguien tan importante para él como Liz. Apesar de que hace dos años hubiesen terminado por culpa de Elizabeth que se había ido ya hace tres años, él le tenía un gran aprecio a la chica.

Iba solo, sin nadie de su equipo. Les había avisado pero no tenía tiempo de esperarlos. Necesitaba atraparlo ahora, antes de que le hiciera algo a ella.

Llegó al muelle donde lo había citado. Estacionó su auto y salió con su pistola en la mano izquierda. Caminó hasta estar a unos metros de los tablones de madera. Había mucha neblina y no podía ver nada. Solamente veía dos siluetas. Y podía asegurar por la forma que eran Estarossa y Liz. Él la sujetaba en el borde del muelle.

— Llegaste rápido —se escuchó la voz masculina.

— ¡Liz!

— ¡Meliodas! —se oyó la voz quebrada de la chica.

— ¡Cállate maldita! —ejerció más fuerza en ella y un gemido de dolor se escapó de su boca.

— ¡Suéltala! ¡Ella no tiene nada que ver con esto, tu problema es conmigo!

— Meliodas… Ella es tu ex novia, la relación más estable que has tenido en toda tu vida. Claro que ella tiene mucho que ver en este asunto.

— Eres un hijo de perra que se cubre detrás de una mujer inocente —le apuntó con la pistola apesar de que no veía nada. Comenzó a acercarse poco a poco.

— Si das un paso más la mato —se detuvo—. Que inteligente.

— Ya déjala y actúa como un hombre.

— Mira quién lo dice, el chico que se enamoró de la hermana de su ex. Esta belleza me lo dijo.

— Lo siento…

— No te preocupes, en unos segundos mataré a este maldito.

— Lo dudo, no puedes ver nada con la neblina.

— ¿Dudas de mi puntería?

— Sí.

— Nada me hace fallar —cargó su arma.

— Después de esto vas a fallar.

Se escuchó el sonido de la pistola, el sonido de un disparo. Meliodas solamente vio como la cabeza de la chica salpicaba un líquido que seguramente era sangre y petrificado la vio caer al mar. Su vista se volvió más borrosa en el momento en que sus ojos se inundaron de lágrimas. Soltó la pistola y solamente oía la risa del cabello de cenizas.

— ¿Qué harás ahora? —comenzó a reír.

Meliodas no podía decir nada, no podía moverse. Solamente estaba ahí, con la respiración acelerada, con su mente llena de pensamientos de culpa. Y Estarossa desapareció entra la espesa niebla.

★★★Actualidad★★

— ¿Por qué? ¿Por qué ella? —cayó al suelo con las lágrimas saliendo sin cesar— Mi hermana…

¿Te arrepientes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora