Dolor y placer

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Estábamos en la fiesta, y aunque la música resonaba y las luces brillaban, me sentía extraña. Todos nos miraban, y la presencia de Amber y su grupo de amigas no hacía más que intensificar mi incomodidad. Sin embargo, a pesar de lo raro que todo parecía, una chispa de felicidad iluminaba mi interior.

Justo cuando empezaba a relajarme, Luke se acercó con una sonrisa juguetona.

—Issy, ¿quieres jugar a verdad o shot? —preguntó, sus ojos brillando de emoción.

—Mm, no —respondí, sintiéndome un poco seria ante la idea.

—¡Dylan sí va a jugar! —insistió Luke, animándome.

—Vamos, Issy —dijo Dylan, un poco tomado, lo que hizo que mi corazón latiera más rápido.

—Está bien, aunque no estoy muy convencida —cedí, sintiendo la presión del momento.

Nos sentamos en un círculo, y el juego comenzó. Risas y gritos llenaron el aire mientras cada uno revelaba secretos y tomaba tragos. En medio de las risas, Amber apareció con su séquito, sentándose justo al lado de Dylan. Mi corazón se aceleró al verla.

—Dylan, ¿quieres a Issy? —preguntó una de las amigas de Amber con una sonrisa burlona.

Dylan comenzó a reír y, al mirarme, sonrió mientras levantaba un shot. Su gesto me molestó, y un nudo se formó en mi estómago.

—Jaja, bueno, ¿y ahora quién sigue? —dijo Dylan, tratando de cambiar de tema.

—Pablo, ¿con cuántas chicas has engañado a Kat? —preguntó Hunter. Esa pregunta capturó mi atención, ya que Kat era mi mejor amiga.

—Con todas —respondió Pablo, riendo.

Mis ojos se abrieron de par en par, y miré a Pablo, molesta.

—Issy, ¿eres virgen? —preguntó Lisa, y Amber se giró hacia mí con una sonrisa despectiva.

—Sí —respondí, sintiéndome segura en mi respuesta.

—Ya entendí por qué Dylan está contigo —dijo Amber riendo, y su ejército de chicas comenzó a reír también.

La risa de Dylan resonaba, pero yo sentía que una lágrima se asomaba en mis ojos. No podía entender por qué era tan amable en un momento y tan cruel al siguiente.

—Bueno, ya hay que jugar a otra cosa —dijo Pablo, notando mi incomodidad.

—Sí, esto ya aburrió —acordó Hunter.

—Voy al baño —anuncié, sintiéndome abrumada.

—Yo también —dijo Pablo, siguiéndome.

Caminé hacia arriba, y las lágrimas comenzaron a caer. ¿Dylan solo me quería para jugar? En ese instante, alguien me abrazó por detrás. Levanté la mirada, y era Pablo.

—No llores, Issy —dijo, con una voz suave.

—¿Por qué me abrazas? —pregunté, sintiéndome confundida.

—Porque te quiero, eres la mejor amiga de mi novia, y no quiero que te hagan daño. Dylan solo te va a usar; lo conozco bien —me advirtió, y esas palabras resonaron en mi mente.

El sentimiento de amistad me abrumó, y lo abracé también.

De repente, la puerta se abrió y Dylan apareció, furioso.

—¡Suéltala! —gritó, y me aparté de Pablo, cubriendo mi cara con las manos.

—¿Por qué la estabas abrazando? —preguntó Dylan, apretando los nudillos.

Me limpié las lágrimas y lo miré, sintiendo el calor de su mirada.

—Es mi amigo y el novio de mi mejor amiga. Ahora, vámonos, ¿sí? —dije, intentando calmar la situación mientras lo tomaba del brazo.

Bajamos las escaleras juntos, y Dylan me abrazó, acercándose a su grupo de amigos.

—Hey, ya nos vamos —dijo Dylan, despidiéndose.

—Claro, guapo, ¡nos vemos mañana! —respondió Amber, guiñándole el ojo.

Mi corazón se hundió. ¿No podía ver que yo estaba aquí? Pero Dylan, sin prestarle atención, me tomó de la mano y comenzamos a caminar hacia la salida.

—¿Te quedas en mi casa? —preguntó Dylan, soltando mi mano brevemente.

—Sí, claro —respondí, sonriendo tímidamente.

Subimos al auto, y mientras Dylan conducía, me di cuenta de lo atractivo que se veía. Al llegar a su casa, él abrió la puerta para que pudiera entrar. Con cuidado, subimos a la planta alta, donde se encontraba su habitación.

—Toma un suéter —dijo, lanzándomelo.

—¿Y un short? —pregunté, sintiéndome un poco avergonzada.

—Mm, no —respondió, mirándome con picardía.

—¿Me voy a dormir en ropa interior? —dije, nerviosa.

—Sí, linda —dijo, mientras acomodaba mi cabello.

—Bueno, por lo menos voltéate —dije, un poco molesta.

—Está bien —respondió, dándome la espalda.

Me quité el vestido rápidamente y me puse su suéter. Al darme la vuelta, Dylan ya estaba mirando, con una sonrisa traviesa.

—Dylan, te dije que no miraras —exclamé, arrojándole una almohada.

—Pero ya no estás desnuda —dijo, sonriendo de manera juguetona.

—Sí, pero si lo hubiera estado, ¿cómo lo ibas a saber?

—Fácil. Te estaba viendo en el espejo y no sabía que fueras tan perfecta. Me calientas tan rápido —dijo, mirándome de arriba a abajo.

—¡DYLAN! —grité, sintiéndome abrumada.

Dylan se rió y se acercó a mí, mientras su mirada intensa me atravesaba. Colocó su mano en mi pierna, deslizándola lentamente hacia arriba, lo que hizo que un escalofrío recorriera mi espalda.

—Me encantas —dijo, viéndome a los ojos con un deseo palpable.

Sus manos comenzaron a subir por mi cintura y, en un instante, me quitó el suéter, dejándome con mi sujetador. Su mirada se intensificó mientras se mordía el labio. Se acercó a mí, y nos besamos.

El beso se volvió más apasionado. Con movimientos suaves, me desabrochó el sujetador sin dejar de besarnos. Nos separamos solo un momento, y le quité la camiseta, sintiendo su piel contra la mía.

Mientras continuábamos besándonos, sus manos recorrían mi cuerpo con ternura. Acarició mis pechos, y cada toque provocó gemidos involuntarios de mi parte. Cuando bajó sus labios a mi abdomen, mi respiración se aceleró.

—Eres mía —dijo, jadeando, mientras sus labios exploraban cada rincón de mi piel.

—Soy tuya —respondí con una sonrisa, dejando que la emoción me envolviera.

Dylan comenzó a moverse más rápido, y mis gemidos se hicieron más altos. En un instante, todo lo demás desapareció, y solo existíamos nosotros dos, perdidos en nuestra pasión.

Cuando todo terminó, sentí un ligero dolor, pero fue rápidamente reemplazado por una satisfacción abrumadora. Dylan, aún jadeando, me acariciaba el cabello mientras me susurraba palabras dulces.

Esa noche se convirtió en un recuerdo inolvidable, un momento donde el placer y la intimidad se entrelazaron en una conexión que nunca supe que podía sentir. Mientras me acurrucaba contra él, supe que, a pesar de las inseguridades y los temores, había tomado la decisión correcta al abrir mi corazón a Dylan

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora