El regreso de la bestia

Mi padre no está muerto, solo es el jefe de Berk

Con una brújula que estaba en el hogar de un vikingo que había abandonado Berk, me guié al oeste, esperando poder ver algo, comenzamos a ver puro mar, aunque nos deteníamos en pequeñas islas, descansábamos lo más posible y regresábamos al vuelo, pasamos tres Islas y después fue mar sin parar.

"Vuela hasta la orilla del mundo"

Luna estaba comenzando a cansarse y yo también de estar bajo el sol.

—¿Ves algo? —pregunté, recibí un gruñido como negación.

Empecé a pensar después de varias horas que los Berkianos nunca llegaron a su destino y solo fue una trampa, pero Luna levantó sus orejas, escuchaba algo, luego yo también lo escuché, sabía que era un dragón ya que nunca había escuchado un sonido igual, una larga criatura plateada con dos alas y cuatro patas salió de la niebla, tenía ojos verdes y una cola con espinas, tenía una montura encima y una mujer estaba encima, pero no traía un vestido, sino ropas de hombre, una lanza en su mano y un casco de metal que ocultaba su cara.

—¡¿De donde eres?! —gritó— ¡¿Y cómo conseguiste un dragón?!

—¡Soy Kaysa! —grité—. ¡Vengo en busca de mi padre y a sanar a esta furia nocturna!

—¡Sígueme! —gritó, movió su lanza en círculos y Luna siguió al dragón en la niebla hasta llegar a una inmensa isla, llena de ríos, bosques, era lo más grande que haya visto en mi vida, llegamos a una grana aldea, donde muchos dragones caminaban libremente.

—Espera aquí —dijo la chica, se bajó de su dragón y se quitó su casco, tenía rasgos muy diferentes a los de la gente de Haraldsen y unos ojos cafés— ¿De donde vienes?

—Haraldsen.

—¿Haraldsen? ¡Pelt, quieres ver esto! —gritó.

Un joven entró corriendo y se maravilló al ver a Luna.

—U-u-u-un furia nocturna.

—Ha de estar cansada, llévala al establo.

El chico llamado Pelt sacó un pescado y Luna lo siguió ciegamente.

—¿Estoy en?

—¿Nueva Berk? Si, ¿Kaysa no? ¿Cómo encontraste a esta furia nocturna?

—Fue derribada por guardias, ya que se robaba las oveja.

—No cualquiera puede domar a una furia nocturna, solo se ha sabido de un vikingo que lo ha hecho.

—Hipo Abadejo.

—¿Cómo sabes sobre Hipo Abadejo?

—Es mi ancestro.

—Eres... esa Kaysa.

—¿Esa Kaysa?

—Tengo que hablar con el jefe —dijo y salió corriendo.

Esperé incómodamente mientras la gente pasaba, lo que me impresionaba más era que las chicas no traían faldas, sino pantalones, algo que jamás pensaría que una chica pudiera usar, muchas corrían de un lado a otro y sus dragones las seguían, traían cascos o en sus cabezas o en sus manos.

—Ahí está, jefe.

Me paralice al ver al hombre enfrente de mi, nunca lo había visto, pero sabía quien era, sus ojos iguales que los míos cuando me miraba en el agua, su color de piel, del mismo color, lágrimas inundaron sus ojos y los míos, él corrió a abrazarme y yo fui más rápida y di el brazo que más he esperado en mi vida.

—Kaysa, eres tú —sollozó.

—Padre, ¿c-como?

—Jamás pensé poder verte, gracias a los dioses que estás frente a mi, ¿cómo llegaste?

—Tienes que conocerla.

Mi padre me guió hacia los establos, poder pensar que estoy junto a mi padre es increíble, jamás pensaba poder estar en una aldea oculta junto a aquel hombre.

—Luna —dije entrando, ella vio a mi padre y gruñó.

—Imposible, una furia nocturna —mi padre extendió su mano y se acercó lentamente, Luna lo olfateó y unió su cabeza.

—¿Cómo hiciste eso?

—La sangre de dragón fluye por nuestras venas, no pensarás cuanto.

—Padre.

—Se que tienes demasiadas preguntas, y mereces una respuesta a cada una de ellas.

—¿Por qué nunca regresaste?

—No pude, mi bote fue destruido, aparte, no podía regresar, sabiendo el secreto.

—¡Pudiste regresar con mi madre y yo, pudiste regresar a ver a mi abuela, mientras tú tomabas vino yo trabajaba!

—Kaysa.

—Guardaste el secreto pero nunca pensaste en mi o mi madre, ella todavía te extraña, piensa que regresarás aunque diga lo contrario.

Tenía remordimiento en su cara, también se había arrepentido de no haber regresado, pero seguía furiosa con él.

—No pude regresar, la única manera era llevar un dragón, tú sabes lo que les harían, espero que puedas perdonarme, intentaba regresar y me cuestionarían, este, es un santuario, si fuera encontrado sería el fin de todo esto, nuestros ancestros trabajaron cientos de años para mantener la paz entre dragones y humanos.

—Debía de haber una manera.

—No había día en que no extrañara a ti, a tu madre y a mi madre, pero ella tenía la esperanza de que viniera aquí.

—Lo siento, padre, pero necesito estar sola, siento que es demasiado.

—Lo que quieras, Kaysa.

Corrí al bosque, intentando perderme lo más posible, hasta llegar a un lago, el sol se reflejaba, las aguas eran calmantes, pequeñas olas rompían en la pequeña playa que estaba ahí, me senté en la arena, comencé a pensar en todo lo que había pasado, Luna, Haraldsen, Berk, mi padre, sabía que no tenía opción, pero ¿alguna vez supo lo difícil que fue para mi y mi madre vivir? Ser mujeres nunca hizo fácil la vida, a menos que haya sido la dama de la casa.

—Hey.

Me volteé, era la misma chica, la guardia, su dragón estaba a su lado.

—Jamás había visto un dragón como el tuyo, ni siquiera mi abuela me contó sobre el.

—Ella, es un látigo afilado, yo jamás había visto una furia nocturna, son leyendas.

—¿Pero no viven los dragones aquí?

—Algunas especies, pero las furias se quedaron en el mundo oculto, eran tan pocas, que no se quisieron arriesgar a salir.

—¿Mi padre te mandó?

—No, debe de ser una locura para ti, pero no sabes lo mucho que tu padre ha hecho por Berk.

—No sabes lo difícil que era vivir en Haraldsen, en cualquier lado del otro lado de mar.

—No lo se, pero él ha sido muy amable conmigo, ya que estás por fin en casa, podrías pasar tiempo con él.

—Tienes razón...

—Altina, me llamó Altina.

—Gracias, Altina.

—Por cierto, ¿cómo es tu mundo?

—Bueno, primero, la ropa de hombre que estás usando sería muy inapropiada.

—¿Ropa de hombre?

Apunté a sus pantalones y ella comenzó a reírse, me dijo que todos los usaban porque el viento podría revelar partes del cuerpo que uno no quería ver.

Después de contarle todo sobre mi vida, ella odiaba Haraldsen, nos montamos en el látigo afilado y regresamos a la aldea de nueva Berk.