A mi abuela no le gusta la idea

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Nadie dijo una palabra el siguiente día, Lord Almec regresó y trabajé en su caballo, mientras Olav le contaba, sonaba imposible que una esclava se convierta en la esposa de un Lord, pero parece que accedió cuando la dama de compañía de la esposa de Lord Almec me llevó al castillo.

Me bañaron y me vistieron en lujosas ropas, las cuales jamás pensaba que usaría, y fue hora de la cena, me senté junto a mi madre que no tenía ni idea que hacíamos ahí, la madre de Olav me miraba con desprecio, una mirada a la cual ya estaba acostumbrada así que no me afectaba.

—Perdón mi Lord —dijo mi madre—. Pero ¿para que nos llamó, a cenar con usted,

—Si... ella tiene razón ¿para que las llamó mi Lord? —preguntó su esposa mirándome de abajo hacia arriba.

—Llegó a mi atención, que su hija y mi hijo tienen una clase de... relación.

—¿Perdón? —preguntó la esposa ofendida—. ¡Esto es una ofensa a nuestra casa!

—Silencio... —dijo Lord Almec examinándome—. Kaysa siempre ha trabajado en nuestra familia, mis caballos jamás han estado tan limpios y es clara la amistad qué hay entre ellos.

Olav y yo nos miramos sorprendidos, nuestra amistad se suponía que era un secreto, incluso mi madre estaba sorprendida.

—¿Que le pasó a su padre? —preguntó la esposa.

—Mi lady, él era un navegante, un explorador, pero hace años partió y nunca regresó.

—¡Ah! ¡Peor! ¡La hija de una viuda!

¡Mi padre no está muerto! No sabía si lo estaba, tal vez encontró el fin del mundo, o nuevas tierras y no tenía manera de regresar. Quería gritarle pero ella tenía el poder de decapitarme por hablarle, así que apreté mi falda.

Mi madre bajó la mirada, la manera en la que me hablaba de él, ella seguía enamorada de él y le dolía que alguien dijera eso.

—Suficiente, Jada, aparte la casa Palver no tiene intenciones de dar a su hija en matrimonio.

—Pero nuestro hijo y una sirvienta ¿qué dirán las demás casas?

—No dirán nada, porque, nuestra casa controla las cuevas de la zona.

—P-p-perdón, mi señor —dijo mi madre temblorosa—. Está diciendo que...

—Quiero que se unan a la casa Haraldsen, un matrimonio entre su hija y mi hijo.

—Mi Lord, no se si sea un honor digno para nosotras.

—Es una oportunidad única —dijo la esposa, algo que no disfrutaría sería tenerla como mi suegra.

—Muchas gracias por ese honor —dijo mi madre—. Mi hija se sentirá honrada de poder tener aquel honor.

—Está hecho, la boda será en un mes, Jada, como la señora de la casa, es tu obligación encargarte de todos los detalles.

—Claro —dijo mirándome molesta, no estaba feliz de organizar la boda de una sirvienta, yo la miré de regreso y luego miré a Olav que me sonreía, parece que será algo bueno.

—Nos haremos cargo de sus habitaciones, podrán vivir aquí.

A mi madre y a mi nos llevaron a hermosas habitaciones, con una cama real, muy cómoda y una vista al pueblo entero y al bosque, mi vida cambiaria, más de lo que imaginaría.

La primera diferencia, fue que ya no debía de levantarme antes del alba, ahora una sirvienta me despertaba y desayunaba lujosamente, antes, solo comía una rebanada de pan y con suerte un pedazo de carne, pero, tuve que pasar todo el día con lady Jada, la cual no ocultaba su desprecio hacia mi.

En la noche, miré por mi ventana, pero vi a varios guardias con sus arcos corriendo a las torres, disparando sus flechas a la noche, miré con curiosidad aquella escena, hasta que vi algunas estrellas desaparecer, como si algo las cubriera y ocurrió... una esfera de luz salió de la noche e impactó con una de las torres creando una explosión, y fuego salió de esta, y un sonido que jamás imaginaré se escuchó, un rugido, que se escuchó por los cielos. Una oveja desapareció y todo volvió a la normalidad.

El siguiente día, fui a ver a mi abuela, ella vivía en las faldas de la montaña que se encontraba a cerca del pueblo.

Ella me estaba esperando con los brazos abiertos, llegue y la abrace expresando cuanto la había extrañado.
—¿Qué has hecho en Haraldsen? —preguntó mientras sacaba el estofado—. No extraño ese montón de edificios.

—No lo creerás —dije emocionada.

—¿Compraste tu libertad? —preguntó mi abuela emocionándose.

—No, bueno... casi, ¿recuerdas a Lord Haraldsen?

—Claro que lo recuerdo, trabajé para aquella familia.

—Olav, Haraldsen.

—Ah, el pequeño Olav, claro que lo recuerdo —dijo mientras servía el estofado en pequeños cuencos.

—Nos casaremos en un mes.

Al escucharlo, los estofados se cayeron de sus manos, esperaba que se emocionara y me abrazara, pero me miró con molestia.

—¿Casarte? ¡¿Casarte?! —se escuchaba furiosa.

—Mi madre y yo vivimos ahora en el castillo y tú podrás venir con nosotras.

—¡Tarde cincuenta años en comprar mi libertad, no volveré ahí!

—Deberías estar feliz, ya no seré una sirvienta.

—¡Cambiaste una esclavitud por otra! Dejarás de limpiar caballos para tener bebés, tanto que había en ti.

—¿Perdón? —pregunté ofendida—. Somos mujeres, debemos de tener hijos.

—¡Pero tu eras más que eso! ¡Todas las historias que te conté servían para algo!

—¿Los dragones? Abuela, son ficticios, nunca existieron, fueron creados por vikingos para asustar a otras tierras.

—¡Esa es tu madre hablando! ¡Tu padre...!

—¡Nos abandonó para irse de aventuras!

—¡Buscando la tierra olvidada!

—¡No existe una tierra olvidada! ¡Hipo Abadejo y su furia nocturna Chimuelo, nunca existieron, solo son un mito.

—¡Si lo fueran, tú no estarías aquí!

—¿Qué?

—¡Olvídalo! ¡Sal de mi casa!

—¡Bien!

Salí furiosa corriendo hacia el bosque, refugiándome en la sombra hasta que se hizo de noche, iba a regresar hasta que escuché el mismo sonido que escuché cuando me iba a dormir dos lunas antes, miré y de nuevo estrellas desaparecían, pero esta vez se escuchó un grito de dolor, unos segundos después ramas rompiéndose, mi curiosidad me hizo seguir el sonido de rugidos y arañazos, hasta que llegue a un claro y una criatura como la noche de gran tamaño, dos alas enormes y una cola extraña se encontraba tumbada e inconsciente, esa criatura cambiaría mi vida para siempre.

El regreso de la bestiaWhere stories live. Discover now