Luna debe de irse

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Al regresar, fui a ver a Luna. Estaba descansando cómodamente después de varios días volando, dormía profundamente, el chico llamado Pelt, se acercó.

—Es una bestia.

—Lo es —respondí—. Solo espero que pueda volar de nuevo.

—¿que le pasó a su cola?

—No se, creó que fue derribada, cuando la encontré, no tenía la mitad de su cola.

—Y eso...

Reí nerviosamente.

—Yo lo hice, para que pudiera volar.

—Impresionante, sabes, la última vez que las furias nocturnas estuvieron aquí, fue cuando Hipo movió a toda la aldea, él también creó una cola para su dragón, tal vez podemos recrearla, para que puedas montarla.

—¿Montarla? Oh no, no, ella no es mía, no es un caballo.

—Solo piénsalo, deberías ir a la fogata, yo me encargaré de ella.

—Gracias.

—Pelt.

Extendió su mano, yo la acepté.

—Kaysa.

—Lo se.

Salí y toda la aldea se encontraba bebiendo, comiendo y bailando alrededor de la gran fogata, mi padre se encontraba riendo con otros vikingos, me miró y me hizo señas para que me acercara.

—Kaysa, él es Hoff —dijo señalando a alguien de su edad, rubio de ojos azules—. Uno de mis hombres de más confianza.

—Hola.

—Tu padre, me ha hablado mucho de ti, hace años que no para de hablar sobre usted señorita Kaysa.

Sonreí de la manera en la que me enseñaron en Haraldsen y me senté junto a mi padre, sirvieron pescado juntos con algunas plantas que no había visto antes, era delicioso.

—Kaysa, Pelt me contó sobre los planes para la furia, deberías pensar en que hacer, mañana iremos con los costureros y te encontraremos un mejor atuendo, ahora serás una jinete de dragón.

—Padre...

—¿Que ocurre?

—Nada, solo es extraño, todo lo que está ocurriendo.

—Se que lo es, pero mira, está ahora es tu nueva familia, nos cuidamos entre nosotros, cuidamos a los dragones y ellos nos cuidan a nosotros.

La cena acabo y cada quien regresó a su choza, yo dormí en una de las habitaciones de la choza de mi padre, teniendo una cama, era diferente ahora, era más dura que las de Haraldsen, pero me sentía con más libertad, y pensando en libertad, pensé en Luna, ¿querría regresar con su familia? Hicimos un acuerdo mutuo, pero por alguna razón, no quiero que se vaya, ademas, Altina me dijo que las furias nocturnas son muy leales y nobles, así que la decisión era solamente mía, ella no se iría si yo no se lo pido.

"Los hombres codiciosos no se detienen a nada".

Desperté cuando el sol entraba por mi ventana y salí de mi habitación, mi padre se encontraba desayunando.

—Buenos días, Kaysa.

—Buenos días, padre —respondí cansada.

—¿Qué decidiste sobre tu dragón?

—Lo discutiré con ella, tal vez ella quiera quedarse, se veía bastante cómoda ayer.

—De acuerdo, pero podríamos ir con los costureros primero.

—No creó que pueda usar ropa de hombre.

—Si volaras un dragón, será más cómodo para ti.

—Será muy extraño —dije sentándome.

Ambos platicamos de muchas cosas que siempre quise contarle, al primera conversación que tuve con mi padre, donde no le estuviera gritando o estado furiosa.

Ambos fuimos a los costureros que se encontraban bastante ocupados, pero hicieron tiempo para mi padre, vieron mi vestido y preguntaron qué podían hacer por nosotros, mi padre pidió varios conjuntos, uno para dormir, otro, para montar y el último, uno "casual"

El que tuvieron listo rápidamente, era el conjunto casual, que consistía en un pantalón con una pequeña falda decorativa y una camisa que cubría apenas mis brazos, quería cubrirme cuando me puse el pantalón , porque jamás había sentido la tela junto a mi piel en las piernas, me tomó tiempo acoplarme a ella.

Fui a los establos, donde Pelt le estaba dando agua a los dragones.

—Hey.

—¿Que tal? —preguntó él.

Por primera vez lo pude ver bien, como todo vikingo, o de ascendencia vikinga, tenía piel blanca, su cabello era negro, negro intenso y sus ojos eran cafés oscuro, tenía unos rasgos bastante diferentes a los que había visto en cualquier hombre.

—Tengo que hablar con Luna.

—No te detendré —dijo apartándose, yo me dirigí a Luna que estaba desayunando pescado.

—¿Que tal chica? —pregunté, ella dejó de comer pescado para acercarse a mi y olfatear mi nuevo atuendo, pareciéndole extraño—. Lo se, se siente diferente.

Acaricie su cabeza y cerró los ojos disfrutándolo—Luna... debo de hablar contigo.

Ella me miró como si me entendiera.

—Ellos te pueden dar una cola nueva, pero también pueden darte una manera en la que pueda montarte, si quieres, puedes regresar con tu familia.

Ella me miró, conocía esa mirada, me acerqué a Pelt y le respondí.

—Ella no pertenece en nuestro mundo, creo que la primera cola es mejor.

—¿Segura?

—Totalmente.

—De acuerdo

La cola estuvo lista en dos horas, me la entregaron y se la puse a Luna, volé con ella al acantilado y me bajé, me miró con curiosidad.

—Eres libre ahora, ve con tu familia.

Ella miró su cola, corrió hacia el borde y se elevó en vuelo y ¡funcionaba! Volaba libremente, me miró feliz, sonreí, y le indiqué que podía irse, se veía confundida, pero voló hacia el mar hasta que se perdió de vista.

Pase todo el día mirando al acantilado, teniendo una vaga esperanza a que regresara, hasta que escuché al látigo afilado aterrizar detrás de mi.

—Ahí estas —dijo Altina—. Te estamos buscando como locos.

—Perdón —respondí.

—¿Qué haces aquí?

—Dejé a Luna libre, le di su cola y se fue volando.

—Hiciste lo correcto, aunque sea difícil.

Estaba a punto de subirme con Altina, hasta que escuché un rugido, miré al horizonte y era Luna, estaba volando de regreso.

—¿Luna? ¡Luna!

Ella aterrizó y corrí a abrazarla, estaba de regreso, no se quería ir, me dio tanta alegría verla que lloré de felicidad.

Algo que cambiaría todo y que no notamos, era que cuando Luna rugió, el látigo afilado bajo la cabeza hacia ella.

El regreso de la bestiaWhere stories live. Discover now