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Billie

Escuché como dejó de hablar —¡Khalid! ¡Tengo hambre!— le grité.

Pensé que iba a demorarse una eternidad en traerme comida, como lo hace siempre, pero unos minutos después me trajo un hamburguesa de McDonalds. Creo que está de buen humor, lo que no es muy común a menos que esté teniendo sexo con alguna mujer.

—Toma— extendió su mano con la hamburguesa.

La tomé y empecé a comerla. Estaba tan concentrada en disfrutar esto, porque sé que no se repetirá en años, que no me di cuenta que Khalid estaba sentado en mi cama, mirandome y no quitaba su mirada de mi.
Estaba a punto de terminarla, cuando vi que sus ojos seguían encima mío.

—¿Se te perdió algo?— siempre me había incomodado su mirada fría, y más cuando estaba puesta en mi.

Esperaba una bofetada o un golpe por decir eso, pero solo alzó una ceja.

—Lo digo porque no me has dejado de mirar desde que entraste aquí— tomé de la Coca Cola enlatada que había traído con la comida.

—No preguntes nada, no quiero arruinar mi humor hoy— dijo y me sorprendí.

—¿Y porque estás de buen humor? Si se puede saber— la curiosidad me mataba.

—Dije que no preguntaras nada— por segunda vez esperé un golpe, pero él solo siguió hablando —Pero te lo diré. Hoy me gané una puta—

¿Ganó? ¿Una puta? Siempre las compraba o pagaba unas horas por ellas.
¿Pero ganarselas? Nunca había escuchado eso y Khalid notó mi cara de confusión.

—En las apuestas un hombre apostó a su hija, y claramente yo la gané—

¿Quien mierda apuesta a su propia hija? Dios, ese hombre debe estar enfermo.
Bueno, aunque mi padre también es un hijo de... No, no. No voy a pensar en él, ni me voy a torturar más con su rostro en mi memoria. Él está muerto para mí.

—¿Dónde está la chica? ¿Está aquí?— volví a preguntar.

—Mañana la traen aquí— dijo levantándose —por lo que necesito que no salgas de esta habitación en todo el día—

Eso es lo que he estado haciendo desde hace semanas, animal de mierda.

—Pero... — Khalid me interrumpió.

—Sin peros, es una orden— rodé los ojos —y si te atreves a salir, vas a sufrir de las consecuencias— antes de que cruzara la puerta lo detuve. Tengo que aprovechar su buen humor.

—Khalid, déjame salir un rato— hice mis ojitos de cachorro abandonado mientras me acercaba a él —hace mucho no veo nada que no sean estas paredes y el baño—bajé despacio mi mano hasta llegar a la suya, y de ahí salté hasta la parte baja de su estómago —además mañana no puedo salir en todo el día— y bajé hasta su entrepierna.

Nada me daba más asco que esto, pero si era necesario para salir un rato lo iba a hacer de cualquier forma. Él lo pensó un momento.

—Está bien— se hizo a un lado dejándome pasar.

Salimos de esa cárcel llamada edificio, y fuimos a un parque que había muy cerca de allí. En el camino Khalid no me soltó la mano ni un segundo pensando que me iba a escapar. La última vez que lo intenté dos de sus hombres me siguieron por horas, hasta que me drogaron y me llevaron nuevamente a ese jodido apartamento.

Siempre que intento escapar me detienen, de cualquier forma. Khalid tiene muchos de sus hombres en la salida del edificio y en las calles, lo que hace casi imposible escapar de ahí.

El sonido de un celular me sacó de mis pensamientos.

—¿Que pasa?— preguntó Khalid contestando la llamada, siempre que era algo importante se iba lejos a hablar donde nadie lo escuchara. Mientras hablaba, caminé despacio por un pequeño sendero mirando hacia el piso.

Me pregunto si este infierno va a durar muchos años más, meses o solo días. No es la primera vez que quiero, intento, o tan siquiera pienso acabar con esto de una vez por todas, de cualquier forma posible. Pero en este momento acabar conmigo no es la mejor opción, antes de hacer algo de lo que me arrepienta tengo que ver a mi mamá y mi hermano por última vez.

Por el momento, tengo que pensar en la manera número 67 de salir de aquí. Mierda ya he intentado todo, TODO, y no lo he logrado. Empecé a jugar con una roca que había en el sendero, la empujé con mi pie hasta que vi una pinza de esas negras pequeñas para el cabello.

Mierda, hasta que algo bueno me pasa. Dios ¡Ya te estabas demorando! La agarré y la guardé en mi bolsillo, en ese momento Khalid terminó su llamada.

—Billie, vamos— dijo y puso su mano atrás de mi cuello.

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*Al día siguiente*

Como de costumbre, había estado encerrada en mi habitación durante todo el día, solo que hoy era por un motivo diferente. Hoy llegaba la puta con el culo de oro de Khalid, y por alguna razón él no quería que yo la viera o ella a mi.

Ya era de noche y la chica esa aun no llegaba, y mierda, me moría de curiosidad por verla. Debe ser demasiado especial para que Khalid la haya apostado y traído a vivir aquí. Esta casa es un desastre, hay alcohol y drogas por todos lados, además de que Ana no ha venido como en un mes a arreglar un poco este caos.

Escuché como tocaban la puerta, y unos minutos después como una voz desconocida habló fuerte, casi gritando.

—¿Dónde mierda estoy?— supongo que es la puta, hasta ahora me doy cuenta que no sé su nombre.

Oí pasos y un golpe muy fuerte en la puerta de la habitación a un lado de la mía. Unos segundos después todo fue silencio.

Dormir era algo fácil para mí, luego de años aquí finalmente me acostumbré a esta incomoda cama y a todo en general. Pero, también me había vuelto sensible a cualquier sonido o movimiento en medio de mis sueños. Y hoy no era la excepción.

Estaba dormida cuando sentí como intentaban abrir la puerta de mi habitación, y mierda, no sé por qué pero me asusté tanto que me caí de la cama. Mi pobre culo estaba tan adolorido del golpe que largué un gemido (pero de dolor, cochinas).

Cuando el dolor pasó un poco, pensé con claridad. La persona que intentó abrir no era Khalid, él tiene la llave. Tampoco era alguno de sus guardaespaldas, ellos no pueden tener contacto alguno conmigo (y si lo tienen es seguramente en un intento de mi fuga, ellos deben hacer todo lo necesario para traerme aquí). Y la última opción es la chica.

The bet [Billie Eilish] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora