20| Las peleas familiares (Parte II)

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Cuando el auto se aparcó delante de la casa de la abuela no eran más de las cuatro de la tarde, pero ese día ya se me había hecho interminable.

Y lo que faltaba.

Los cinco abandonamos el vehículo en completo silencio, pues realmente no había nada que decir. Nos involucramos en una batalla silenciosa para decidir quien se atrevería a tocar el timbre y al final Elián fue el valiente que dio los pasos que separaban la calle en la que nos encontrábamos parados de la entrada, presionó el botón que se encontraba a lado de esta e inmediatamente se escucharon unas campanadas que provenían del interior de la casa, anunciando nuestra llegada. A los segundos se abrió la puerta, revelando la figura de mi tío Aurelio, que aguardaba al otro lado.

Con su gran altura, musculoso cuerpo y larga barba, parecía un hombre intimidante y en efecto lo era. Aparentaba mayor edad que la de mi madre, pero en realidad era dos años más joven. Estaba casado con una mujer que no sabía cómo podía soportarlo, ya que no era una persona agradable, sobre todo con el género femenino. Tenían un hijo llamado Andrés que iba a la universidad y era el único primo de la familia junto con Elián.

El hombre chasqueó la lengua y se movió de la puerta, dejando el espacio libre para que nos adentráramos en la casa. Elián fue el primero en entrar, después le siguieron Denisse y mis padres, dejándome a mí hasta el final.

Hubiera dado cualquier cosa por poder salir de ahí en ese mismo momento.

Me armé de valor y cerré la puerta detrás de mí para seguir a mi familia por el interior de la casa. Nos adentramos en la estancia y nos encontramos con gran parte de la familia, que aún conservaban sus atuendos color negro. Estaba la familia en su totalidad, a excepción de la tía Roxana que vivía en otro país. Todos los asientos de la estancia se encontraban ocupados y por ello permanecimos en pie, escuchando su conversación pero sin ser realmente partícipes de ella, hasta que la abuela entró a la sala y nos informó que la comida ya estaba lista.

Todos pasamos al comedor en el que se encontraban dos mesas juntas para poder albergar a tantas personas. Como siempre la abuela se sentaba en el lugar de la cabeza de la familia, con el tío Aurelio de un lado y Héctor del otro, ambos con sus respectivas familias. Cada quien tenía su lugar en esta jerarquía y como era de esperarse, nosotros nos encontrábamos en la otra punta, como los rechazados, pero en el ojo del huracán.

La comida ya estaba servida, por lo que todos empezaron a comer en cuanto nos sentamos. Durante los primeros minutos hubo un silencio incómodo que fue perturbado cuando Alexa y Ramona empezaron a cuchichear entre ellas. Fueron ignoradas hasta que una gran carcajada por parte de una de las mellizas atrajo la atención de Valentina.

Se me hacía una falta de respeto que se riera de esa forma tomando en cuenta la razón por la que nos habíamos reunido, pero al parecer casi nadie se lo había tomado a mal, a excepción de mi madre, que tenía unas cuantas arrugas en su frente, como muestra de su estado de ánimo.

—¿Qué pasa?—les preguntó la menor arrugando la nariz. El gesto me recordó a lo que solía hacer Denisse cada vez que no comprendía algo. Inconscientemente volteé a ver a mi hermana, que hundía el tenedor en su plato de pasta, totalmente ajena a las personas a su alrededor.

—Nada, nada, solo le recordaba algo a Ramona—respondió Alexa haciendo un gesto con la mano restándole importancia.

—¿El qué?—cuestionó mi prima. Claramente no iba a dejar a la conversación morir ahí.

Ramona sonrió maliciosamente y cruzó miradas con su hermana, después asintió levemente y dejó hablar a la otra.

—Solo recordaba la vez que, cuando íbamos en preparatoria, le pagamos a un chico para que invitara a salir a Jessia y la muy ilusa se lo creyó—contó con normalidad, como si no fuera la gran cosa.

Del porqué cupido te odia (TRILOGÍA Cupido #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora