19| El corazón roto y concurso fallido

242 46 48
                                    


La cosa con Owen estaba en que nuestra relación era un tanto extraña. Cuando parecía que dábamos un paso hacia delante en realidad dábamos dos hacia atrás, porque en el momento en que sentía que me encontraba más cerca de conocerlo, en realidad sólo descubría más misterios sobre él.

Como aquel libro...

O el hecho de que no quería dedicarse a la música...

O el extraño comentario de que no se creía merecedor de amigos...

O porque no escribía una canción a pesar de que se notaba a leguas que había cosas que él quería decir.

Sin duda Owen era el enigma más grande al que me había enfrentado. Me hacía falta un Watson para poder resolverlo.

Después de esa "discusión" (aún no estaba segura de si debía llamarla así, porque fue un momento casi surreal para mí, en el que casi perdí la cordura y terminé diciendo cosas que nadie debía saber), ambos fingimos que nada había pasado, tal como había propuesto, sin embargo en mi interior aún permanecían ciertos sentimientos que se arremolinaban en mi estómago.

Si seguía pensando en eso vomitaría. Aunque, por otro lado, tener mi mente ocupada con Owen era mil veces mejor que pensar en el calvario que sería la tarde una vez que saliera de la escuela y me reuniera con mi familia.

En esos momentos habría dado lo que fuera para tener un botón que hiciera que el tiempo transcurriera más rápido, así más pronto llegaba al final del día.

Lo qué pasó después de esa conversación fue algo simple, el chico guardó la guitarra en su estuche y movió sus cosas al fondo del salón, yo desconecté mi celular y le entregué su cargador, después guardé el aparato en el bolsillo trasero de mi pantalón sin encenderlo antes y ambos salimos del salón de música; deambulamos por la escuela en completo silencio, hicimos el recorrido por las ofrendas y escuchamos la exposiciones de los alumnos de menor grado (los de tercero no organizaban ninguno de los eventos escolares, a menos que lo hicieran por voluntad propia), pasamos por un par de puestos y por todas las actividades. Estábamos dando la segunda vuelta a los altares cuando él preguntó:

—¿Dónde están tus amigas?

Honestamente se me hizo curioso que no cuestionara eso hasta ese momento.

—Bueno, Mila, como jefa del periódico, se encarga de dar un recorrido a todas las actividades para tomar fotos y apuntes que después irán al próximo artículo—expliqué en voz baja, mientras un alumno de primero recitaba la biografía de uno de los héroes de la independencia al resto de personas que sí prestaban atención a la exposición de la ofrenda en la que nos encontrábamos —De hecho se me hace extraño que no nos hayamos topado con ella aún. Pero mejor, porque seguramente te culparía por robarle a su asistente, ya que como el periódico no tiene un fotógrafo, yo le ayudaba a grabar todo con mi celular mientras la seguía de un lado al otro.

Eso pasaba cada año, porque era eso o quedarme sola, puesto que Lin siempre estaba ocupada con otros asuntos, que involucraban a un chico.

No creo que se moleste—respondió Owen seguíamos al grupo de alumnos a la siguiente ofrenda—Hasta donde sé ya hay un fotógrafo, aunque no sé quién es, creo que se unió al periódico apenas la semana pasada.

Vaya, no sabía eso. ¿Porqué Mila no había dicho nada?

No tenía idea—dije aún sorprendida, mientras un alumno de primer año explicaba el significado de cada nivel en el altar—Por un momento olvidé que tú escribías para el periódico—añadí—Aunque hubiera preferido que Mila me lo hubiera dicho antes, así no me sentía culpable por fallarle este año.

Del porqué cupido te odia (TRILOGÍA Cupido #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora