16| El verdadero dueño

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—Tú—la palabra salió de mi boca en cuanto vi ese par de ojos azules y, como si de un rompecabezas se tratase, cada pieza empezó a encajar en mi cabeza; desde la postura desafiante, el cabello castaño, la mirada extravagante hasta la voz, que había escuchado solo un par de veces antes. Todo cuadró tan bien en mi cerebro que incluso sentí como si un rayo me iluminara, sin embargo, eso me dejó con más preguntas que respuestas.

¡Era él! ¡El chico con el que Mila se había estrellado en la escuela! ¡Y también era quien vi salir de la casa contigua aquella vez!

El mundo era un pañuelo.

Pero...¿qué estaba haciendo aquí? Y sobre todo ¿porqué miraba a mi hermano como si fuera su mayor enemigo?

En cuanto el chico se percató de que la puerta estaba abierta se acercó unos pasos e hizo amago de cruzar el umbral y adentrarse en la casa, pero yo reaccioné rápido y me interpuse en su camino. Aún no comprendía la situación y por eso mismo no iba a dejar que un extraño invadiera nuestro territorio.

—¡¿Qué está pasando aquí?!—le exigí a nadie en particular, me conformaría con una respuesta por cualquiera de las partes, pero odiaba estar en la incertidumbre; además, puede que ya no tuviera la lámpara en mi posesión, pero eso no quería decir que no pudiera defenderme con mis propias manos de ser necesario.

—Mi gato—respondió el extraño mirándome fijamente a los ojos; enarqué una ceja incitándolo a continuar, él pareció reaccionar y buscó algo dentro de los bolsillos de la chaqueta que llevaba puesta, después sacó lo que parecía ser una bola de papel, pero que una vez desdoblada pude reconocer como uno de los folletos con la foto de Brea que habíamos colgado por el vecindario, mismos que Elián había quitado y ahora reposaban en el piso de su habitación.

A ver, a ver, a ver, ¿qué pasó?

Prácticamente le arrebaté el papel de sus manos y lo miré con detenimiento. Fue ahí cuando pude observar que ese folleto no era de los que habíamos pegado en postes, porque esos habían sido a blanco y negro y el que ahora sostenía estaba a color; entendí que se trataba de la versión original, de la que ya ni siquiera recordaba su existencia. ¿Cómo había llegado a manos de este chico? No tenía ni puñetera idea.

—Mi gato—volvió a decir mientras señalaba del folleto en mis manos al gato que se paseaba entre las piernas de mi hermano.

Tardé unos segundos en reaccionar, pero finalmente pude entender de que se trataba todo esto. Aunque aún necesitaba saber que rayos le había dicho Elián para provocarlo de esta manera, porque al menos en la vez del incidente con Mila se había mostrado como una persona más relajada.

Me aclaré la garganta antes de hablar:—¿Cómo podemos saber que es tuyo?

El chico rodó los ojos—Ya se lo demostré a él—dijo la última palabra con aversión—Pero, no importa—se arrodilló frente a mí y dirigió su mirada a donde el minino se encontraba, después dio unas palmaditas en el suelo para llamar su atención—Cupido, ven—le llamó con dulzura y el gato no tardó en alzar su cabeza,  acercarse a él y, literalmente, lanzarse a sus brazos.

Sin duda era suyo, incluso Elián, que en los últimos días había creado un gran lazo con el animal, recibió muchos rasguños en sus primeras interacciones así que, si se tratara de un extraño, el gato no ronronearía de la forma en la que lo hacía en esos momentos.

El chico cuyo nombre aún desconocía se puso de pie con el animal en sus brazos, después nos miró de arriba a bajo a cada uno, pero mientras a mi hermano lo vio como si le odiara, a mí más bien me observó con cierta curiosidad, incluso achinó los ojos como si me analizara.

Del porqué cupido te odia (TRILOGÍA Cupido #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora