21| Los planes para el futuro y recuerdos dolorosos

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El lunes siguiente fue el día en el que se firmó mi sentencia de muerte, porque los últimos dos meses había estado demasiado ocupada pensando en las cosas sucediendo a mi alrededor como para recordar aquello que se avecinaba y que supondría un suplicio para mi miserable existencia durante la próxima semana.

Las evaluaciones.

Y lo que realmente me preocupaba: el maldito ensayo de psicología. ¡Lo había olvidado por completo! Y ni si quiera habría aparecido en mi memoria si no lo hubiera escuchado de la boca de la misma maestra, que en esos momentos le recordaba al grupo que la fecha de entrega era dentro de cuatro días.

Estaba acabada. Peor que eso. Jodida.

¡Ni si quiera tenía idea de lo que quería estudiar! No había forma de que descubriera a lo que quería dedicarme en menos de una semana.

Y peor aún, hacer un ensayo sobre eso.

En serio no comprendía esa necesidad que tenían los adultos para forzarnos a elegir nuestros futuros tan pronto. Ni si quiera había cumplido los dieciocho años aún y ya querían que supiera que hacer con el resto de mi vida. Eso no era una decisión que pudiera tomar a la ligera.

Tal vez la abuela tenía razón, no era una persona lo suficientemente madura como para tomar las riendas de mi vida.

Sacudí mi cabeza y me negué a recordar los comentarios de aquel fin de semana. Apoyé mi frente sobre el escritorio que estaba delante de mí, después subí las piernas a mi silla y las recargué contra mi pecho —como me sentaba hasta el final de salón, no me encontraba en el campo de visión de la profesora— me hice un ovillo y deseé desaparecer del planeta en ese preciso instante. Los dioses se apiadaron de mí y escuché como la campana sonaba, indicando la hora del receso; mis ánimos se subieron un poco al pensar que ya no tenía que preocuparme por seguir escuchando a Savannah, la chica con el mejor promedio del salón, leyendo el inicio de su ensayo como muestra de como debían ser los del resto de la clase.

Debo admitir que la envidié, la chica ya tenía una clara idea de que hacer en su futuro, en cambio yo no tenía nada.

—Jessia, despierta. Necesito ir por mi ración diaria de galletas—de un momento a otro sentí a alguien sacudirme repetidamente el hombro y el hecho de que se tratara de Lin fue la razón por la que no me molesté ante tanta insistencia.

Alcé mi cabeza por unos momentos y luego volví a ocultarla con mis brazos, pero cuando vi su rostro no pude evitar sentir una oleada de admiración por ella. A penas había pasado una semana desde que le habían roto el corazón y lo llevaba bastante bien, casi parecía la misma de siempre, a excepción de las veces en las que veíamos a Adrián y su nueva novia caminando de la mano por los pasillos, en esos momentos siempre ponía una expresión como si estuviera a punto de llorar.

Y la comprendía a la perfección.

Entendía los sentimientos que salían en su corazón al ver a la persona que quería mirando con anhelo a alguien más. Si forzaba los recuerdos, aún podía ver claramente la imagen de Mateo caminando abrazado a Alessa, sujetando su cintura como solía hacer conmigo y dedicándole las mismas sonrisas que me daba a mí. El hecho de que hubiera pasado tiempo no hacía que el recuerdo dejara de doler, sin embargo debía admitir que había sido medio afortunada, puesto que no tuve que atormentarme con ver a su persona todos los días, porque el chico se había ido de intercambio casi un mes después de nuestra ruptura. Porque sí, era un cabrón, pero el maldito tenía uno de los promedios más altos de la generación, lo que le ayudó a irse a estudiar un año completo al extranjero.

Año que estaba a punto de llegar a su fin.

En cuanto el pensamiento apareció en mi mente, abrí mucho los ojos y sentí como si me echaran una cubetada de agua fría en la cara. Por todo lo que había sucedido últimamente prácticamente me olvidé de su existencia (y por tanto de su ausencia) y tanto Mila como Lin habían evitado mencionarlo a propósito, estaba segura. Su regreso estaba cada vez más cerca y sin duda las cosas serian incómodas. No creía que los rumores volverían a surgir, porque ya estaban más que muertos, pero aún así los recuerdos iban a regresar.

Del porqué cupido te odia (TRILOGÍA Cupido #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora