30 | La reonciliación

124 17 18
                                    

Razón número nueve por la que cupido te odia:
"Es muy fácil equivocarse a causa de sus flechas, corregir el error, en cambio, no lo es".

El "después" llegó mucho más rápido de lo que imaginé. Cuando menos me di cuenta, ya había pasado el tiempo. Sin embargo, en retrospectiva, sé que avancé más en tan solo un par de meses de lo que lo había hecho en un año. Por primera vez en mucho tiempo, no me sentía estancada.

     Era como si la sombra de Mateo me hubiera seguido todo el tiempo, sin que me diera cuenta. No era sencillo dejarlo ir, pero al menos, ya lograba avanzar. No era que no pudiera superarlo, no, sabía que si, por alguna razón, se me paraba en frente y me pedía volver, la respuesta sería, con seguridad, negativa. La cuestión era superar todas las marcas que me había dejado.

     El último año había vivido pensado que, sí él me pedía perdón, podría avanzar. Tardé mucho en comprender que la que se tenía que perdonar a sí misma, era yo. Porque lo qué pasó entre nosotros nunca fue culpa mía, lo único de lo que era responsable era de haberlo escuchado cuando nunca debí haberlo hecho. Pero eso no era algo sencillo.

     A principios de diciembre, mamá me propuso ir al psicólogo, sin embargo, al final solo asistí a tres sesiones antes de dejarlo. Supuse que habría estado mejor de haber seguido acudiendo, pero honestamente no quería hacerlo, no sabía muy bien porqué.

     Elián, por otra parte, sí siguió la propuesta de mamá. No supe de dónde mis padres sacaron el dinero, pero él siguió yendo dos veces por semana y... Vaya que todos notamos el cambio. Era como si los últimos meses se hubiera estado apagando lentamente y hasta apenas estuviera volviendo a brillar de nuevo. A últimas fechas se lo veía mucho más animado y, si bien aún no le contaba nuestros padres lo de su audición fallida, ya tocaba todos los días de nuevo. Después de un tiempo, también volvió a ir al conservatorio. Todo sin necesitar tener a Brea alrededor, aunque, bueno, puede que esto último no fuera cien por ciento cierto, ya que veía al gato continuamente, porque cada vez pasaba más tiempo en casa de Oliver.

     Olivier. Me corregí mentalmente.

     Resultaba que todo ese tiempo habíamos tenido mal su nombre. Poco tiempo después de sus continuas visitas, Elián descubrió que el chico, en realidad, tenía ascendencia francesa —eso explicaba muchas cosas, como la altura y los ojos azules— y que su nombre, de hecho, era de ese mismo origen, aunque la gente siempre lo confundía sin querer.

     No supe muy bien cómo pasó, pero me alegró que se hicieran amigos —aunque mi hermano seguía negando que lo eran—.

     No mucho tiempo después, Denisse se propuso a aprender un villancico en la guitarra, pues quería tocarlo en la cena de navidad. Como ya no tenía profesor, tuvo que enseñárselo a sí misma con cosas que vió por internet y —como todo lo que hacía—, tras un par de semanas, le salió perfecto. Supe que Owen hubiera estado orgulloso de haberlo sabido.

     Al final Elián terminó por unírsele con el violín y terminamos teniendo una especie de mini concierto. Pasamos esa fiesta con mi familia paterna y fue entrañable. Quisiera poder decir lo mismo de año nuevo, pero no fue así. Todos creíamos que habría sido mejor pasarlo solos, sin mi familia materna, sin embargo, teníamos que aparecernos por ahí de vez en cuando. Éramos familia, después de todo.

     Comenzó el siguiente año y yo seguí sin tener oportunidad de hablar con Owen. Bueno, mejor dicho, él me quitó las oportunidades. Intenté llamarlo muchas veces y también le dejé mensajes, para pedirle que nos encontráramos para hablar las cosas; pero nunca respondió. Los textos ni siquiera los leyó.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 07, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Del porqué cupido te odia (TRILOGÍA Cupido #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora