Grabo estas palabras en metal, porque el papel se quema, la piedra se resquebraja y en el Internet me toman por loco, aunque tal vez no estén tan lejos de la realidad como me gustaría que lo estuviesen. No obstante el metal puede fundirse u oxidarse, pero lo veo más seguro que los otros medios. Disculpenme, pero a pesar de todos los males y cambios que esa maldita esmeralda me ha hecho pasar no he perdido mi mala costumbre de divagar.
Todo comenzó cuando acepté participar en una expedición a la selva amazónica colombiana. Se supone que solo ibamos a buscar una ciudad indígena descubierta hace poco para comenzar con las excavaciones arqueológicas. No les voy a mentir, me ofrecieron más dinero por mi asistencia a la expedición del que había visto en toda mi vida.
El grupo al que acompañaba era pequeño; tan solo doce personas. El que descubrió la ciudad no iba a asistir pero se hospedaba en un hotel cercano.
La ciudad le pertenecía a una tribu indígena que practicaba el canibalismo, el sacrificio humano, la trepanación y otras cosas horribles. De lo poco que se sabía de ellos, además de su nombre, los Avénwik, es que adoraban a muchos dioses y un día simplemente desaparecieron.
No describiré el viaje por la selva amazónica porque no sucedió absolutamente nada.
Al llegar a la ciudad me sorprendí. La arquitectura era similar a la de los pueblos aborígenes de México lo cual era asombroso si tomamos en cuenta de que no hay registro de contacto entre ambas civilizaciones. Pero en todas las construcciones habían elementos que le daban un toque siniestro a absolutamente todo: Pinturas de gente gritando, lanzas de piedra clavadas en suelo y paredes a modo de adorno e incluso encontrabamos calaveras cada dos por tres.
No obstante, lo peor llegó cuando en lo que se suponía que era un templo, uno de los miembros del equipo encontró una esmeralda negra.
La esmeralda era hermosa, hay que admitirlo. El negro impenetrable le daba un atractivo único que impulsaba a poseerla. Incluso estaba pulida y era completamente simétrica.
Al día siguiente, el que la encontró se resbaló y se empaló con una de las lanzas de piedra. Cogí la esmeralda de su cuerpo.
A las pocas horas, otro arqueólogo desapareció en la selva y dos que fueron a buscarlo también.
A la mañana siguiente despertamos con la noticia de que un miembro del equipo murió mientras dormía. Luego, uno de los organizadores de la expedición cayó seis metros hasta el fondo de la excavación, muriendo al aterrizar sobre un pico. Finalmente, al otro organizador le dió un infarto.
No soy tonto y el resto del equipo tampoco, asi que decidimos largarnos de la ciudad. Durante todo el trayecto de regreso hubo problemas con el vehículo y al volver a la ciudad urbanizada tuvimos un accidente del que fui el único superviviente.
Para rematarlo todo, el que descubrió la ciudad murió de la picadura de un insecto desconocido.
En aquel momento no asocié nada con la esmeralda negra, pero a las dos semanas de los sucesos comencé a sufrir de artritis y calvicie. También tenía pensamientos obsesivos con la esmeralda.
Todo empeoró cuando decidí deshacerme de la esmeralda. Nadie quizo comprarla por alguna razón. Ahí comencé a sufrir anorexia a pesar de que comía mucho y luego tuve espasmos en todo el cuerpo.
Los doctores no lograron descifrar que enfermedad me azotaba, pero mientras más exámenes y análisis me hacían, menos tiempo pasaba junto a la esmeralda y mi estado empeoraba.
Los pensamientos recurrentes se convirtieron en obsesivos y comencé a sufrir ansiedad.
El punto final llegó cuando las voces comenzaron. Voces que susurran en mi mente incluso al momento de escribír esto. Ellas siempre están presentes aunque no entiendo lo que me dicen, sospecho que hablan en la lengua de los Avénwik.
Con el tiempo logré hacer la conexión entre ambos problemas y decidí enterrar la esmeralda a doce metros de profundidad en un bosque, para que nadie la encuentre nunca.
El deshacerme de la esmeralda solo empeoró más mi estado. Ahora mismo siento mareos y náuseas. Siento que moriré pronto y cuando lo haga, ya no habrá nadie vivo que recuerde la ubicación de la ciudad Avénwik. Te suplico que no la busques por ninguna razón, y la esmeralda tampoco. Ambas cosas están malditas y si no crees en estas cosas, que esta placa de metal te sirva de evidencia.
![](https://img.wattpad.com/cover/237517719-288-k90775.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Daremanio
HorrorExiste todo un mundo, muy cercano al nuestro, de brujos y chamanes, que usando magia y maldiciones tergiversan las fuerzas naturales hasta el punto de poder superarlas para su propio beneficio. A continuación, yo te voy a hablar sobre ellos.