El príncipe Jungkook paseaba por el vestíbulo esperando a una chica, supuestamente su hija. ¿Cómo podía tener una hija y no saberlo? ¿No debían sus sentidos de dragón patearle para hacerle saber que una persona con su ADN andaba en el planeta? Gracias a la Diosa Dragón por el hombre que encontró a su hija.
—Siéntate Jungkook. —Su padre, el Rey Avin, le indicó con la mano un sitio en el banco junto a él—. Estará aquí en cualquier minuto. Pareces emocionado. Pensé que no querías niños.
El príncipe giró sobre sus talones y miró a su padre. —No querer un niño en teoría no es lo mismo que no querer un niño una vez que ha nacido. Si hubiera sido consciente de su nacimiento hubiera participado en su vida.
La furia devoró a Jungkook. El hecho de que apenas recordara a la mujer que había dado a luz a su hija, no quitaba el hecho de que ella hubiera robado esos años a Jungkook. Años que podía haber pasado con una chica que tenía su sangre latiendo en sus venas. Si la madre no estuviera muerta, la habría matado.
La idea de tener a alguien que llevara su apellido le causaba una combinación de alegría y ansiedad. El sonido de un aerodeslizador le hizo levantarse y girarse hacia la puerta. Se paró cuando un sirviente se adelantó y abrió la puerta principal. Jungkook ignoró el suave gesto de reprobación que recibió del anciano sirviente. Esta era su única oportunidad para conocer a su hija por primera vez.
Tres hombres atravesaron la puerta. Uno de ellos llevaba de la mano a una niña, que se aferraba a él como si le fuera la vida. Una cosa bonita con el pelo largo y rubio y grandes ojos marrones salpicados de verde. Ojos Dragón. Como mujer, nunca cambiaría, pero sus ojos eran su línea de linaje. Los agentes se acercaron, se inclinaron ante su padre y luego hacia Jungkook.
—Soy el oficial Baines, y él el oficial Trewel. —Dijo el hombre rubio señalando a su pareja.
—Oficiales. —El Rey Avin les saludó cordialmente—. Gracias por encontrarla y traerla a su nuevo hogar. Buenas noches, Trisha. —Le dijo suavemente a la niña.
—Esta no es mi casa. —Dijo la niña mirando a los hombres que la rodeaban—. Mi casa está en el centro. Es una casa blanca con ribetes verdes.
—¿No te gustaría vivir aquí? —Le preguntó su padre a la niña, agitando una mano para señalar la enorme puerta de entrada de piedra. ¿No has querido siempre ser la princesa en un castillo?
—No. —La niña le dio una patada.
—Ahora, Trisha, vas a lastimar los sentimientos del rey. —Una suave voz arrastró las palabras. Para asombro de Jungkook, la niña lo dejó de inmediato, esbozó una culpable mirada hacia su padre pero no dijo nada más.
Jungkook le echó una mirada por primera vez al hombre que estaba junto a ella y su corazón tartamudeó en su pecho. Como príncipe había salido con muchos hombres hermosos, pero ninguno de ellos era tan impresionante como éste. El mundo se alejaba mientras miraba el par de ojos azules más increíblemente hermosos que hubiese visto. En el fondo de su mente, Jungkook pensó que el otro hombre le resultaba vagamente familiar, pero no era capaz de recordar el nombre del bello rostro.
—¿Tiene nombre?
—Oh, lo siento. —El hombre hizo una reverencia a cada uno—. Soy Jimin.
A Jungkook se le secó la garganta cuando le reconoció, y por primera vez en su vida sintió como le golpeó la estrella. El bailarín más famoso de la galaxia estaba en su vestíbulo de la mano de su desconocida hija.
—So… soy el príncipe Jungkook.
Jimin le dedicó una amplia sonrisa exponiendo un par de dientes perfectos . Jungkook había visto esa sonrisa en más noticias de las que podía recordar. Culpó a su emoción por conocer a su hija no reconocer al soltero de sus sueños. Se había masturbado más de una vez fantaseando con el guapísimo hombre que tenía delante. Delicioso. Visiones de lamer sus labios y saborear al hombre pasaron por la mente de Jungkook. Su dragón se agitó en su interior. Ambos querían a este hombre. Mucho.
El magnífico hombre estaba hablando, pero Jimin tardó un momento dejar de prestarle atención a los lujuriosos labios de Jimin para centrarse en lo que estaba diciendo.
—Solo he venido hasta aquí para asegurar que Trisha llega de forma segura. Me voy ahora. Ha sido bueno conocerles. —Jimin se inclinó de nuevo y trató de liberar su mano del férreo control de Trisha.
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Drakon³ KM
FantasyDirigiéndose a un bar después de un espectáculo de danza, el bailarín intergalácticamente famoso, Jimin, se encontró con una niña pequeña junto al cadáver de su abuela. Su única buena acción en ayudar a la niña pequeña, su única buena obra lo guiarí...