Capítulo 1.3

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DOS AÑOS DESPUÉS.

MAEVE 15 años.
Volvía a ser la tercera entre ellos dos, siempre iba a ser ignorada cuando estaban juntos, sabía que todo era por Alejandro, porque él solo tenía que pedirme que los acompañara y yo no me negaría, nunca podría negarle nada a él.

—No soy una mujer que aprecie el campo Alejandro, sabes que nunca me ha gustado como un sitio para vivir toda la vida —tuve ganas de bufar.

Su hermana siempre rezongaba cada vez que le tocaba visitar la haciendo Genco y accedía solo por ver a Alejandro. La verdad a mí me hacía sentir serena la tranquilidad del campo, jamás aprecié las grandes multitudes o fiestas de las que mi hermana era y es viva partidaria al igual que su mejor amiga Diana McDonall.

—Entonces preferirías vivir en la ciudad —dijo Alejandro.

—¡Así es!

—A mí la verdad no me importaría —enfaticé interviniendo en la conversación, los ojos oscuros de Alejandro miraron los míos y pude ver la sonrisa en sus labios.

Ya habíamos llegado a la hacienda en donde nuestros padres nos esperaban para el almuerzo, pasaríamos dos noches más en la hacienda Genco, al tercer día saldríamos muy temprano para irnos a Paris, allí nuestros padres se presentarían una noche en el teatro más ostentoso y lujoso de la ciudad.

Cabalgamos hasta los establos para dejar a los caballos.

—¡Ay! —chilló Evie, al parecer había tenido problemas con la falsa de su vestido de montar, el ruedo se había enredado. Alejandro la sostuvo y yo la ayudé a desenroscar la falda, en un descuido el cabello se agitó y se escuchó el rasgón de la tela. —¡Que vergonzoso!

—Pero fue muy gracioso —dije con una sonrisa y Evie me miró de manera fulminante.

—¡No lo fue! Ahora tengo que ir a cambiarme y era uno de mis vestidos favoritos —vociferó molesta y se alejó de nosotros en grandes pasos para ir hacia la hacienda.

—Solo fue un vestido, debe tener miles iguales en su equipaje ¿por qué está tan molesta? —pregunto Alejandro con desinterés.

—Sabes muy bien que Evie detesta lucir desaliñada y a eso se le puede atribuir la vergüenza que debió pasar ante tus ojos.

—Nos conocemos desde niños no es como si hubiera algo de ustedes que pudiera sorprenderme.

—oh, ¿así que nos hemos vuelto muy aburridas para usted señor Alejandro? —pregunté en broma y lo vi sonreí.

—Tú nunca serias aburrida Mae —mi sonrisa debió volverse más grande y llamó mi atención el brillante collar que colgaba de su cuello. Alejandro lo usaba día y noche, jamás lo había visto sin el desde aquella vez que lo encontré en el rio.

—¿Por qué nunca te lo quitas? —él sostuvo el dije del collar entre sus dedos.

—Es parte de mi pasado y con el honro a la mujer que dio su vida para que yo pudiera vivir.

—Tu madre biológica… —hace solo unos meses que él había decidido contarme todo sobre su historia familiar, su origen y de quien fue su madre biológica.

—Así es Mae. Nunca pienso quitármelo —con curiosidad tomé el pequeño dije entre mis dedos y luego lo miré a los ojos.

—Tengo otra pregunta que hacerte —había curiosidad en sus ojos oscuros —¿Qué soy para t Alejandro?

Nos quedamos mirándonos por varios minutos hasta que él tomó mi mano entre la suya.

Tú eres mi luna Maeve, mi cómplice, mi compañera, para mi simbolizas pureza, mi ideal de perfección y belleza. Te miro a los ojos y encuentro esperanza e ilusión. —terminó de decir esas palabras y quise llorar, estaba tan feliz, tenía un nudo en la garganta que me impedía decir palabra alguna. —Ven conmigo.
Sostuvo mi mano.

©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora