Capítulo 12

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MARCO
La señorita Evie se había vuelto mi maestra de música, me gustaba aprender y escuchar todo lo que ella me enseñaba aunque también notaba que cada vez que venía, mi padre la miraba de un modo extraño y no muy propio de él: no apartaba la mirada de ella y cuando notaba que yo lo había pillado apartaba la mirada y se iba de la habitación casi avergonzado. Era un poco gracioso, mi padre nunca se había visto avergonzado, al menos no que yo recuerde.

Lady Evie terminaba sus pláticas con la marquesa mientras la esperaba paciente que viniera a mi habitación a enseñarme, para luego escucharla atento a cada lección. Esta vez no fue diferente, practicaba los acordes iniciales y lady Evie me interrumpió.

—¿Quién es ella? —preguntó la rubia mientras sostenía en su mano el retrato que había traído conmigo desde Italia y puesto sobre mi mesa de escribir. —¿Es tu madre, cierto? Era muy hermosa...

Dejé el violín sobre mi regazo.

—Podría dejarlo donde estaba miladi, por favor —pedí casi entre dientes y ella obedeció.

—Lo lamento Marco.

—No me gusta que toquen mis cosas sin mi permiso.

—Puede entenderte, también soy así con mis pertenencias sobre todo con las que tienen un valor sentimental —mordí mi labio inferior. —¿Hace cuánto fue? —preguntó con un tono suave.

—No recuerdo mucho, tenía cinco años cuando falleció. —mis ojos se fijaron en el instrumento que sostenía entre mis manos. —Padre no me dejó ir a la ceremonia de entierro. Dijo que los niños no debían estar ahí…

—Tal vez no quería que la noticia te golpeara tan fuerte Marco. —apreté mis manos.

—De todas maneras me golpeó, miladi. —sentía los ojos aguados. —La extraño… su rostro sigue vigente por los retratos que padre no ha escondido. A veces hasta recuerdo que ella misma solía vestirme, peinaba mi cabello, me abrazaba y…

Evie no dijo ni una palabra solo me abrazó y comencé a llorar.

—No quiero olvidar a mi madre.

—Y no lo vas hacer Marco.

—¡Mientes! ¡Todos olvidan al paso de los años! —me aferre más a ella.

—Ay, pequeño… no puedo decir que entiendo lo que sientes pero si sé que el dolor será más llevadero con el paso de los años. Cuando crezcas puede que la recuerdes sin derrumbarte, tú eres así de fuerte. —lady Evie se puso de rodillas frente a mí y limpió mis lágrimas con sus dedos.

—Gracias, miladi. —ella me sonrió.

—No deberías dármelas. —se escucharon golpes en la puerta y la señorita Evie dijo “adelante” luego vi entrar al señor Hyde a la habitación.

—Lady McFarlan, el duque solicita hablar con usted en su estudio —vi a la rubia fruncir su ceño y verse un poco nerviosa.

—Iré. Tú sigue practicando Marco —asentí y ella siguió al mayordomo fuera de mi habitación.

“¿Qué será lo que mi padre tiene que decirle? ¿Habrá algún problema?” 

EVIE
Dejé a solas a Marco y procedí a seguir al mayordomo.

“¿El duque di Santi seguirá molesto por mi osadía al llegar tan tarde? Puede que por tal impertinencia ya ni siquiera querría que siguiera con las clases a su hijo” –pensé nerviosa.

El señor Hyde me llevo hasta la puerta de caoba del estudio de lord Raimundo. Entre a la estancia con el corazón acelerado, el duque estaba sentado detrás de su escritorio y sus oscuros ojos se fijaron en mí.

©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora