Capítulo 14

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EVIE.
La situación entre Maeve y yo ya no era una constante aura de tensión a nuestro alrededor que incomodaba a todos. Me sentía más en paz conmigo misma al no tener tanto rencor ni celos hacia mi hermana.

“Fui tan estúpida” –pensé melancólica.

No coincidíamos en los días que Alejandro iba a visitarla y era lo mejor. Hoy era especial porque había terminado la composición para la marquesa. El cochero que me pasó a recoger no fue el mismo al cual le había dado mi pulsera.

Cuando entre a la mansión de la marquesa Windsor de inmediato sentí que algo no iba bien, el señor Hyde me recibió con una actitud más seria que las otras veces.

—Miladi, hoy debe volver a su casa —fruncí mi ceño.

—Pero si acabo de llegar. —vi a Marco sentado en lo alto de los escalones y su expresión era de tristeza.

“¿Qué había pasado?” –pensé consternada.

—Lady Evie.... —ignoré al hombre y fui escalones arriba hacia Marco.

—¿Qué sucedió? —le pregunté directamente al niño.

—La marquesa murió. —mi reacción fue entre el asombro y la estupefacción.

—¿Y tu padre?

—En la habitación junto a ella.

—¡Lady Evie debe irse ahora! —volvió a pedir casi exigir el mayordomo y ella otra vez volvió a ignorarle, corriendo en dirección al dormitorio donde hace apenas unos días había compartido conversaciones fascinantes con lady Carla, marquesa de Windsor.

Entró a la habitación y encontró al duque arrodillado frente al lecho donde aún yacía el cuerpo de la marquesa, Raimundo no volteó ni a mirarla mientras ella cerraba la puerta a sus espaldas. Nunca creyó que hombre tan poderoso como él podía verse así de vulnerable, se acercó dudosa y escucho el gruñido lastimero que luego fue un sollozo ahogado y solo lo abrazó.

—Quisiera tener palabras para que pudieran consolarlo. Tal vez ya era su momento de irse, excelencia…

—¡Nunca es el momento! —me mantuve callada para que él dijera todo lo que le estaba haciendo sufrir —¿Sabes por qué estoy aquí? Todo fue por ella, mi madre bilógica. Una mujer que lo único que buscaba era la buena compañía de un amante y al quedarse embarazada me abandonó. No le guardaba rencor o ese pensé cuando fui tan idiota para venir corriendo en su auxilio, supe su nombre hasta que mi padre me lo confesó años después…. He perdido a mi padre, enterré a mi esposa y ahora debo enterrar a la marquesa, ¿a cuántas personas que me importan debo perder?

Evie lo abrazó con más fuerza, deseaba consolarlo y no dejarlo derrumbarse. Quería ser ella quien soportara todo el dolor que Raimundo Petrelli no pudiera soportar.

—Olvidas que aún tiene un hijo que te ama, Mundo. No vas a perderlo a él. —Raimundo la miró con sus ojos enrojecidos y pequeñas lágrimas aun en sus mejillas, él acunó mi mejilla en su palma y la frialdad de esta me hizo erizar la piel.

—Sabía que eras un angioletto —susurró con la voz ronca y ahora estaba el duque mirándola con tanta ternura. —Estas aquí intentando darme un poco de la luz que comenzaba a perder Evie.

—Estoy aquí por ti y Marco…. Mundo. —el corazón se me volvió a acelerar como aquella vez en su estudio. Sentía mis manos sudar y una sensación rara naciendo en la boca de mi estómago; estábamos tan cerca casi rozando nuestros labios y cerré mis ojos esperando un solo beso que terminara mi agónica espera…

¡Excelencia, el médico y los abogados han llegado! —el golpe en la puerta nos hizo separarnos. Raimundo logró reponerse para permitirles el paso al señor Hyde y otros hombres.

©TODO POR AMOR. Trilogía: Amores Verdaderos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora