Golden Boy [JJK]

~7~

Haewon POV

– ¿¡Cómo que tampoco puedes salir conmigo este sábado!? – me gritó Junhee parándose en seco antes de llegar a la entrada de la escuela.

– Lo siento. Es que acordé reunirme con Jungkook para hacer el trabajo.

– Jungkook de nuevo, ¿eh? – se llevó una mano al mentón – Hmm. A mi tú no me engañas, lo que quieres es volver a salir con él.

– ¡Junhee! – le puse una mano en la boca y miré alrededor, mis mejillas enrojeciendo ligeramente – No vamos a salir. Solo nos vamos a reunir.

– ¿Entonces por qué te sonrojas? Ahh – dijo ella poniendo una sonrisa pícara – Ya entendí. Te gusta.

– ¿¡Qué!? ¡NO! – le dije ruborizándome aun más – Apenas lo conozco.

– Si te gusta. Si te gusta – canturreó ella riendo.

– Eres tan infantil – le dije poniendo los ojos en blanco – Pareces una niña de 5 años. Además ya te dije que solo vamos a hacer el trabajo.

– Si. Si. Lo que tú digas – comenzó a subir las escaleras de la entrada – Te conozco muy bien Park Haewon.

Rodé los ojos. No entiendo cómo he sido capaz de aguantarla todos estos años. La conozco desde que éramos niñas. Prácticamente crecimos juntas. Por muy insoportable que llegue a ser, y créanme, podía llegar a serlo bastante, no sé qué haría si algún día me separan de ella.

La seguí a adentro y fuimos al salón de historia. Si hay algo peor que ir a la escuela un lunes, es que tu primera clase del día sea historia. En serio, no podía haber clase más aburrida. Pero como dije, tenía que aprobarla para graduarme e ir a la universidad, así que no me quedaba más remedio que prestar atención.

Cuando entré busqué a Jungkook con la mirada y al no verlo, una ligera preocupación se apoderó de mi. ¿Llegará tarde? ¿Que tal si no venía? Entonces recordé que esta clase la tomaba con el idiota de mi hermano. Con alivio me senté en mi puesto habitual y comencé a atender al profesor.

Logré mantenerme despierta las dos horas que duró la clase. No tengo idea de cómo lo conseguí pero Junhee si no resistió y a la tercera palabra que pronunció el profesor se durmió. Tuve que enviarle un mensaje al celular para despertarla antes de que sonara la campana que indicaba la hora del almuerzo. Fuimos a la cafetería y nos sentamos en la mesa de siempre, en el fondo, junto a la ventana.

– Dios mío – me dijo con voz cansada – No sé cómo puedes aguantar, en serio. Son las clases más aburridas de todo el programa.

– La verdad es que yo tampoco. A veces me pongo a hacer pequeños dibujos en mi cuaderno o cosas así mientras escucho al profesor.

– A lo mejor por eso eres la única que aprueba.

– No sería la única si tú estudiaras más – le dije reprendiéndola con la mirada.