Golden Boy [JJK]

~2~

Haewon POV

Matemática. Ugh. El que se me diera bien no significaba que me gustara. La odiaba, de hecho. No me gustaba trabajar con números y ecuaciones. Los idiomas fueron lo que siempre me gustaron. El inglés era el que mejo se me daba y mi preferido, pero esperaba en un futuro poder aprender más. Pero para eso necesitaba aprobar el instituto. Así que, tenía que seguir aguantando la matemática, las ciencias y esas otras materias que, aunque se me daban bien, no me gustaban.

Estaba resolviendo un problema de mi libro de texto, cuando tocaron la puerta del salón.

– Adelante – dijo el profesor desde su escritorio.

La puerta se abrió y cierto pelinegro de ojos oscuros entró.

– Con permiso – dijo el chico.

– Adelante – le dijo nuevamente el profesor haciéndole una seña para que entrara – Tú debes de ser el nuevo. ¿Cómo te llamas?

– Jungkook. Jeon Jungkook.

– Muy bien, Jungkook. Soy Kim Seokjin, tu profesor de matemática. Puedes sentarte.

Fue hasta un asiento libre que había en el medio del salón, se sentó y sacó sus cosas. Jeon Jungkook. Conque ese era su nombre. Miré a Junhee, que estaba sentada en la fila del otro extremo e intercambió una mirada. El ruido de la silla del profesor me hizo volver a concentrarme en mi ejercicio, pero sin apartar mi mente del pelinegro.

Después de varios problemas el profesor escribió una ecuación en la pizarra como último ejercicio. No estaba fácil, pero tampoco muy compleja. Me tomaría unos 10 minutos llegar al resultado final.

– Muy bien, necesito que alguien venga a la pizarra y resuelva esta ecuación – dijo el profesor mirándonos a todos – Veamos... ¿Lee?

– ¿Si? – preguntaron a la vez las dos "amigas" de Eunmi al final del salón y algunas personas rieron por lo bajo. Eran hermanas y por suerte su jefa no estaba con ellas.

Afortunadamente, Eunmi no estaba en la misma clase que yo para la mayoría de las materias.

– Olvídenlo. ¿Jeon? – el chico levantó la mirada calmadamente – Ven a resolver la ecuación, por favor.

Él se levantó y caminó hacia la pizarra. Tomó la tiza el profesor le ofrecía y comenzó a resolver la ecuación. Realizaba los cálculos y operaciones de forma limpia y ordenada, a una velocidad impresionante. Sus dedos sostenían la tiza con firmeza y escribía con una seguridad que jamás había visto en un estudiante al resolver un ejercicio desde que estoy en este instituto. Logró llegar al resultado final en menos de 3 minutos. Cuando terminó miró al profesor.

– Muy bien. ¡Excelente! – le dijo este con una sonrisa, satisfecho – Puedes volver a tu lugar.

Él le devolvió la tiza y volvió a sentarse. Al parecer no fui la única que se quedó impresionada porque las chicas babeaban y hasta los chicos lo miraban con los ojos abiertos y cuchicheaban entre ellos disimuladamente, pero él no prestó atención y continuó en lo suyo.