¿Quién eres en realidad?

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Mérida pov

Me desperté preocupada de que alguien haya intentado matar a Hipo o Chimuelo. Fui a buscar a mamá a la biblioteca para preguntarle si lo había visto. Una vez que entré a la biblioteca la vi en un lío de papeles murmurando cosas como "no pueden ser la misma persona"o "conozco ese nombre". Es mejor dejarla en paz cuando eso suceda. De lo contrario, podría despotricar sobre perder su lugar cuando lo hiciera. Caminé por los pasillos y me encontré con Maudie. Le pregunté por Hipo. Dijo que vio a Hipo y su mascota en el comedor. Dejándola atrás, me dirigí al comedor. Todavía respira al menos.

Cuando entré a la habitación vi a mis hermanos jugando con Chimuelo. Bueno, corrieron a su alrededor jugando con sus alas o cola mientras él se acostaba. Esos tres se encariñaron con los dragones desde que llegaron a DumBroch. Escucharon todas las historias que los comerciantes del archipiélago tenían para ofrecer. Papá estaba un poco celoso por eso. Les prestan más atención, luego a su historia sobre su pelea con el oso demonio Mor'du. Principalmente porque les contó su historia más veces de las que me gustaría contar. Miré alrededor de la mesa para ver a Hipo sentado, leyendo un libro, mientras miraba a Chimuelo de vez en cuando. Decidiendo hacerle compañía, me acerqué a él.

—Buenos días Hipo—saludé.

—Buenos días Mérida— respondió. Cerró el libro para que yo no supiera en qué estaba trabajando. Todo lo que vi fue que estaba diseñado como una extraña lanza. Bueno, no es mi negocio de todos modos. 

—Me alegra ver que todavía estás respirando— dije.

—Si algo sucediera ... bueno, chimuelo tiene el sueño ligero— se rió entre dientes. Me reí entre dientes con él, pero después de tener una experiencia de primera mano de lo temible que podía ser, dudo que cualquiera que intentara matarlos viviera por mucho tiempo.

—Así que ... ¿primeras impresiones?—Yo consulté

—Para ser honesto, son un poco molestos—
Miró a los trillizos

—Me refiero a la primera impresión de DumBroch, no a mis hermanos. Además son hermanos pequeños. Si no son molestos, no están haciendo su trabajo— Dije en broma Me miró con escepticismo —No tengo hermanos así que confiaré en tu palabra—

—¿Entonces?— Yo presioné.

—Así que realmente no puedo decir mucho al respecto. La tierra en sí es hermosa y prístina. La gente, por otro lado, me ha estado evitando con o sin Chimuelo. Seguro que cuando vine aquí por primera vez los evité por el bien de mis dragones, pero ahora estoy viviendo entre ellos de nuevo. Parece que no agrado a la gente. Supongo que a ustedes no les gustan los forasteros aquí—

—No nos gustan los forasteros. Los forasteros con dragones son algo nuevo— Afirmé

—Y algo nuevo debe ser temido— continuó con tristeza.

Escuchamos un pequeño rugido de Chimuelo y se puso de pie. Luego se alejó de los trillizos y se acostó de cara a las paredes. —Vamos ustedes tres, déjenlo en paz— insistí. Parecieron decepcionados hasta que vieron algo debajo de la mesa. Corrieron hacia abajo e Hipo soltó un pequeño grito. Se levantó de su silla. Los trillizos luego aparecieron en el otro lado de la mesa con su espada. Pulsaron un interruptor y la hoja de fuego emergió de la empuñadura. Hamish lo agitó un poco por encima de su cabeza y luego le dio a cada uno de sus hermanos un turno.

—Alguna posibilidad si les pregunto amablemente que me devuelvan mi espada?—Hipo me miró

—Nunca funcionó para mí. Intenta negociar con ellos— sugerí.

El jinete de DumbrochDonde viven las historias. Descúbrelo ahora