15. Piano

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Aprovechando que Nathalie y su guardaespaldas se encontraban en una conferencia de moda, y que su padre tampoco estaba  presente, Adrien había decidido invitar a un par de amigos a casa. Nino, Alya, Kagami y Marinette. Se había asegurado de que la fiesta fuera mucho más privada y personal que la que le habían organizado los chicos la vez anterior, ya que tampoco pretendía llamar mucho la atención.

Todo transcurrió perfectamente bien hasta que Nino bromeó con el olor a queso de su habitación. Eso hizo que todos se preguntaran lo mismo y que inevitablemente tuviera que ofrecerles un poco del queso que Plagg tenía guardado en aquellos armarios de los que se había apropiado. Pudo sentir la mirada del kwami fija en su espalda mientras lo hacía, y una parte de sí mismo supo que se iba a arrepentir.

Aunque la fiesta continuó con sorprendente tranquilidad, Adrien sabía que Plagg no lo dejaría estar, estaba seguro de que se iba a vengar. Solo esperaba que no lo hiciera delante de sus amigos.

Se encontraba cambiando la música del reproductor cuando un objeto cuadrado cayó directo en su cabeza para después ir al suelo. Al girarse para comprobar qué le había golpeado se encontró con la caja en la que guardaba los objetos que pensaba regalarle a Ladybug a lo largo del tiempo: flores, cartas, poemas, fotos suyas, y lo peor: un dvd con canciones tocadas a piano que él mismo le había compuesto.

–No... No es lo que parece– Se excusó mientras recogía los objetos y trataba de que nadie los viera.

–¿Le has grabado un disco a Ladybug?– Preguntó Marinette tomando el objeto entre sus manos.

La portada del disco tenía el nombre de Ladybug y corazones a los lados, por lo que la intención era muy evidente.

–Solo son algunas canciones sin importancia– Se excusó, avergonzado hasta las cejas.

Tomó las cartas del suelo antes de que Marinette también tuviera la tentación de mirarlas.

Quería matar a Plagg por ponerlo en esa situación. Sabía que era imposible, nadie podía matar a los kwamis, pero sentía la necesidad de hacerlo. Y sobre todo, quería matarse a sí mismo mientras sentía la mirada de Marinette pidiéndole una explicación.

–Es mi superheroína favorita– Explicó en un susurro –Compuse algunas canciones inspiradas en ella.

–Sabía que eras cursi, Adrien, pero no tanto– Dijo Kagami con una especie de sonrisa en el rostro –¿Piensas dárselo alguna vez?

–¡Por supuesto que no! Me da vergüenza... Y no es cómo si pudiera verla a menudo.

–¿Por qué no nos tocas un poco? Alya podría subirlo al ladyblog y ella lo sabría– Señaló Marinette aun sin querer soltar aquel dvd –Por favor– Suplicó.

–¡Es buena idea! Aunque después tienes que contárnoslo todo –Advirtió Alya –Y pedirle a Ladybug que me ofrezca una nueva entrevista.

Al ver las miradas tan ilusionadas de sus dos amigas Adrien estuvo tentado de aceptar, pero no. No solo por la vergüenza, sino porque aquellas canciones eran para su lady, no para ninguna otra.

–Lo siento, son canciones muy personales– Dijo finalmente –No me atrevo a enseñárselas a nadie que no sea ella.

–De acuerdo... –Aceptó Alya, aunque un poco desanimada. Entonces su expresión volvió a iluminarse –¿Y si doy una pista en el blog para que Ladybug lo sepa? ¡Ella podría venir a verte!

Aunque no confiara demasiado en el plan, permitió que Alya echara una fotografía al disco y que la subiera al blog con un mensaje en clave: el chico de la boina te espera.

Pese a que la ilusión de todos había sido que Ladybug llegara en plena fiesta para recoger su regalo, esta no lo hizo.

Fue unos días más tarde cuando la chica se armó de valor y se presentó en casa de Adrien para recibir su regalo. Lo hizo en plena tarde, a la hora a la que sabía que el chico estaba allí.

–Ladybug– Dijo sin creérselo del todo –Has venido.

–El chico de la boina tenía un regalo para mí– Sonrió con amabilidad mientras esperaba a que le tendiera el disco. Había dejado pasar un par de días para no parecer una desesperada, pero quería escuchar ya esas canciones –He venido a por él.

–Sí... Sí...– Comenzó a balbucear antes de sacar el disco del interior de un cajón y se lo ofrecía –Es un agradecimiento por... salvar París– Terminó de decir.

La chica tomó el disco encantada. Aunque su mirada se giró al piano entonces.

–Me preguntaba sí... Podrías tocarme un poco. Siempre se escucha mejor al natural.

–Por supuesto, sí– Cualquier cosa con la que ella permaneciera más rato junto a él la haría encantado –Siéntate a mi lado– Pidió mientras se colocaba en el banco del piano.

Comenzó a tocar entonces. Era una melodía dulce y poderosa al mismo tiempo, con pequeños momentos en los que las notas pasaban a transmitir todo y nada al mismo tiempo. Adrien la había compuesto pensando en todo lo que sentía por ella. 

Cuando terminó se dio cuenta de que la superheroína parecía contener las ganas de llorar. La conocía lo suficiente como saber que estaba realmente emocionada.

–Es preciosa– Susurró –Muchas gracias, Adrien.

–Tú eres preciosa– Susurró sin querer, avergonzándose al instante –Quiero decir, que tú la has inspirado para que sea preciosa.

Ladybug sonrió con ternura mientras lo abrazaba como forma de agradecimiento.

Detrás de ellos un kwami de color negro lo observaba todo con los ojos entrecerrados, lamentándose de que su venganza no hubiera sido tan efectiva como había planeado al principio. Aunque en realidad ya no le importaba mucho, Adrien había repuesto la ofensa regalándole tres cremosos quesos. Al final los dos habían salido ganando.

Reto 30 Días - Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora