10. Hamburguesa

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Adrien no solía escaparse de casa a menudo, prefería evitar las advertencias de Nathalie y las malas miradas de su padre, pero había ocasiones en que necesitaba distraer su mente y sacaba a flote al chico rebelde que llevaba dentro.

Marinette solía ser su compañera de fuga, o al menos así la había apodado él. Desde aquel día en que fueron juntos al cine había descubierto que podía confiar en ella. Además, Marinette nunca se negaba a acompañarlo en sus aventuras. A veces parecía que se entendían con la mirada y que ni siquiera tenía que decirle nada para que ella supiera lo que necesitaba.

Como Adrien siempre llamaba demasiado la atención solía ser Marinette la que se encargaba de comprar la comida mientras él escogía un sitio secreto. Solían evitar ir dos veces seguidas al mismo lugar para que no los descubrieran fácilmente, aunque ninguno era tan secreto como ellos querían en realidad.

En esa ocasión Adrien escogió el parque Montsouris, donde podían ocultarse entre los árboles mientras veían el lago. Y la chica compró hamburguesas, sabiendo que en esos momentos no le importaba saltarse la dieta a la que estaba sometido.

–Espero que no te importe que haya avisado a mis padres y a Luka de que iba a estar contigo, no quería preocuparlos– Comentó Marinette mientras se acomodaba a su lado y abría la bolsa con las hamburguesas, las bebidas y las patatas.

Había comprado casi el doble de lo que suponía que iban a comer para poder darle algo a Tikki después, aunque eso no lo comentó por obvias razones.

–Tranquila, lo comprendo. Si mi padre se preocupara por mí también le avisaría de estas cosas...

–Adrien...

–¿Qué? Es verdad. No le importa nada de lo que quiero, a veces pienso que solo soy una cara bonita para ayudarle a ganar dinero– Suspiró.

Marinette le tendió su comida mientras comenzaba a comerse la suya propia.

–Eso no es verdad. Quiero decir, si que tienes una cara bonita. Bueno, eres increíblemente guapo...– Se cortó a sí misma antes de comenzar a divagar –Pero eso no te define. Sacas las mejores notas de clase, eres bueno en esgrima, tocas el piano...

–Todo son cosas que mi padre me ha obligado a hacer– Dio un bocado a una patata frita mientras pensaba en ello –Él quiere convertirme en una perfecta estatua de hielo, pero yo quiero ser libre. Salir con mis amigos sin tener que esconderme ni darle explicaciones...

–Ojalá pudiera hacer algo por ayudarte– Dijo Marinette al cabo de un rato de silencio.

–Lo haces escondiéndote conmigo de vez en cuando. Hay pocos momentos en los que me siento libre de verdad, este es uno de ellos– Los demás eran con Ladybug, pero eso no podía decírselo.

Continuaron comiendo en silencio, aunque en un momento dado Adrien sintió una fuerte patada en su estómago, señal de que Plagg tenía hambre. Con disimulo tomó un trozo grande de hamburguesa y se lo metió por la chaqueta. Afortunadamente para él Marinette estaba ocupada haciendo lo mismo pero en su bolso, por lo que no se percató de nada. Después se sonrieron como si nada hubiera pasado, tratando de disimular cada uno a su manera.

–¿Y qué tal te va con Luka? Espero no causarte problemas– Murmuró con algo de vergüenza.

Aunque sus intenciones con Marinette no iban más allá de la amistad, sabía lo que podía parecer desde fuera.

–Estamos mejor que nunca. Y no te preocupes, nunca le he ocultado nuestras salidas y confía en mí. Alguna vez ha querido venir para animarte con su música, pero le he dicho que quizá te incomode un poco.

Reto 30 Días - Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora