ℂ𝕒𝕡. 𝟙𝟜

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Me acerque a mi hermano y me lanzé sobre el para abrazarle

- Gracias por ayudarme con Arturo

- Nunca dejaría que alguien le haga daño a mi hermanita

Nos reímos y seguimos abrazándonos hasta que una voz nos interrumpe

- Alemania, a Helsinki se le a ido la olla. Nos dice Denver un poco preocupado

Me fui rápidamente de allí y cuando llegue al recibidor, Helsinki se estaba llevando a Arturo a la fuerza.

Fui tras él y me los encontré hablando.

-Quítate la ropa.- Arturo obedeció a Helsinki, y se quitó poco a poco el mono, quedándose en calzoncillos y con la camiseta. -La camiseta también.

- Tengo el tiro en el hombro y me duele.

-¡La camiseta también!- Volvió a repetir, esta vez gritando. Arturo se quitó la camiseta y cayeron al suelo montones de billetes. Yo solté una risa y me los meto en los bolsillos del mono.

-Encima que casi me matas, tienes los cojones de robarnos.

-¿Qué vais a hacerme?- Preguntó bastante sereno, y a mi parecer, cansado.

-Si yo te pego un tiro, tú mueres, no sufres. Así que vas a llevar esto pegado a tu cuerpo, yo detonar, pero tú no saber cuando.- Explicó mientras le enseñaba los explosivos.

Helsinki dio unos pasos atrás para coger la cinta aislante, y fui tras él.

-Joder, Helsinki, que eso es demasiado. La vas a liar.

- Alemania, Oslo morir por su culpa, tú casi mueres por su culpa. No para de dar problemas, se lo merece.

Helsinki paró de buscar, esperando a que yo le diera la aprobación. Asentí con la cabeza y siguió buscando la cinta aislante.

Una vez que la encontró, fue de nuevo hacia Arturo y empezó a colocar los dos kilos de explosivos por todo el cuerpo.

-No te toques, no arranques cable, no sudes.- Indicó Helsinki mientras sacaba el detonador de su mono. -Yo pulsar este botón y, ¡bum! picadillo de Arturito.

[...]


Me encontraba en la sala de los teléfonos sirviendo un café de la máquina, cuando Denver entró por la puerta.

-Berlín vuelve a estar al mando, Nairobi no puede más.

Solté una pequeña risa al escucharle y fui hacia él.

-No me extraña. Ha experimentado más emociones aquí dentro que en toda su vida.- Le cogí la cara para darle un beso, pero el me apartó la mano. Solté un suspiro y dejé mi café en la mesa. -Que pasa?

-¿Qué hacías abrazando a Río?

-No me digas que estás celoso, Denver. Respondí mientras me cruzaba de brazos e iba hacia la puerta.

-No me has contestado.

Me di media vuelta y fui rápidamente hacia él, dejando mi cara a pocos centímetros de la suya.

-Agradecer que me ha salvado la vida, tal vez? Y que no puedo abrazar a ¡Mi hermano! ¿Te tengo que estar pidiendo permiso o que?

- Lo siento, es que no me lo habías contado y se me olvidó. Dijo bajando la mirada

- Hice mal en ocultárte ese pequeño detalle, luego te contaré todo lo prometo

𝕮𝖔𝖓𝖙𝖎𝖌𝖔 𝖍𝖆𝖘𝖙𝖆 𝖊𝖑 𝖋𝖎𝖓𝖆𝖑 ⒹⓔⓝⓥⓔⓡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora