Dulce

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Aquí entre nos... ¿Quién de camino a casa no fantaseo con comerse un chocolate que sabían que estaría ahí esperándolos? Que tire la primera piedra el que no fantaseo con comer algo de camino a casa, algo que le producía agua la boca... que se imaginaba feliz de tan solo saberlo ahí en su mente...

Cuando me veo hablandote.

Sos mi chocolate.

Mi imaginación te agarra y desgarra, tachando cosas de la lista en donde sos perfecto, claro que se que no lo sos, pero es que... ¿Cómo te explico que en mi cabeza hasta estas incluido los domingos con mi abuela?.

Y perdón que sea yo quien te lo diga pero en mi cabeza, tu pecho es el lugar más cómodo del universo sin haberlo probado todavía y ni hablar de tu voz tan tranquila que calma hasta mis peores torbellinos, porque mi dulce espectativa, yo soy un torbellino.
¿Cómo te cuento de los ríos que visitamos, las cosas que hicimos si solo me las imaginé?.
Y sí mi caramelo.
Te estoy idealizando justo en estas palabras.
Me permito armarte y desarmarte un poco, me permito jugar, porque se que no sos todo lo que yo quiero que seas.
Y me imagino tirada en un sillón viendo una peli y la verdad es que me da paz y... ¡Bendito seas si me das paz! La paz que nunca encuentro, porque no soy más que un montón de acciones desbocadas, de palabras vomitadas, cronogramas medidos y rutinas interminables...

Sos en este momento mi lugar seguro, sos mi vista al mar con los pies sintiendo la arena, con la brisa que da escalofríos...

Porque no nos engañemos este punto da miedo, da miedo mirar al horizonte y verte pequeña, da miedo pensar que si nadás hasta la línea donde el mar y el cielo se desdibujan, el mar no se acaba.

Y da miedo pensar que tu voz es capaz de calmar el torbellino.

Da miedo que seas mi dulce, pero yo todavía estoy subida en el colectivo mirando la ventana idealizándote.

¿Podré tener una probada o solo serán palabras vacías perdidas en mi imaginación?

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