I. Soledad Estrellada

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Southampton, Reino Unido

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Southampton, Reino Unido. 1912

    —¡El día que se levante temprano, lloverán doncellas y corceles!

    Seok Jin entró al camarote con un estruendo casi comparable al rugido de las olas. Y batiendo incesantemente ambas palmas, dejó fluir su enojo hasta el interior de la habitación, pues sabía que no había manera más efectiva para irritar a su maestro; negra, dos corcheas, negra, dos corcheas y así, hasta el final de los tiempos—: Pero, por favor, no se sorprenda si la noticia que le traigo resulta demasiado magnánima para su evidente... letargo —exclamó con sorna, mientras se acomodó los guantes de manera que su impecable postura no se viera implicada al realizar sus tareas diarias. No esperó respuesta. Por el contrario, corrió las cortinas del lado derecho del cuarto, permitiendo que la luz del alba bañara la piel desnuda de su maestro y tomó los gruñidos del hombre como la más modesta de las victorias—. Le he conseguido una entrevista con el empresario del que le hablé. —Tae Hyung, aún adormilado, sintió los deseos de aventarlo por la borda, quizá así se libraba de su itinerario... (o de sus constantes quejas y reproches), pero luego, ¿Quién se encargaría de la agenda o de los molestos trámites para los viajes y los cobros por las presentaciones?—. Los hermanos Min nos recibirán en la sala para fumadores, hoy al medio día —finalizó, triunfante.

    En el camastro, el pesaroso cuerpo aletargado por el vino, se removió dejando que la noticia le despertara sin ningún tipo de emoción significativa entre las costillas. Relamió sus labios aún sin abrir los ojos, pensando en el asqueroso tabaco que tendría que soportar, en lo que ridículos magnates decidían quién poseía la riqueza más exuberante de todas, o quién mantenía a la esposa más bella; Frunció en ceño con verdadera frustración; porque la vida se les iba en ello... "mantener" y "poseer". El torso desnudo y las hebras castañas le hicieron ver a Seok Jin que el hombre había estado hasta muy tarde, componiendo unas cuantas melodías y modificando otras tantas. Ignorando sus sugerencias de mantener el reposo adecuado para sus presentaciones —y por qué no, para mantener su, ya de por sí, frágil salud—.

    No solía dormir. Mucho menos sabiendo que regresaban a Queenstown, el lugar endémico de sus más recientes pesadillas.

    Su desastroso cabello le llegaba a los hombros, lacio pero despeinado, como si le reflejara el alma entre cada mechón que se enredaba a la intemperie. Seok Jin caminó rodeando el borde de la cama, sin desaprovechar la oportunidad de sacudirle los pies para que despertara por completo. Cuando los rayos plateados de una luz nublada por el clima, dejaron repleta la habitación de un color platinado y frívolo, sintió que el peso de la humedad se asentó en un santiamén para dejarle sin escapatoria.

    Hoy, definitivamente será un día pesado, pensaron ambos en su respectivo silencio.

    El tiempo era lo bastante malo aquella mañana. Un cielo gris y vientos gélidos que congelaban los pies. Observó el extenso manto de océano frente a él y después volvió la mirada a su maestro. ¡En qué desastre estaba convertido el pobre hombre!

The Violin Sound 金 TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora